Es fácil encontrarse con gentes que tienen proyectos sorprendentes sobre determinadas actuaciones en Ceuta. Que si un helicóptero con 50 pasajeros, que si un aeropuerto –me suena de algo esto -, que si un barco gratuito para los ceutíes –esto también me suena de algo -, que… Y cuando se les responde que, entre otras, eso cuesta mucho dinero, la respuesta que he obtenido siempre ha sido “¡Hay muchas ayudas por ahí…!” Y la culpa de esto la tenemos en gran parte los políticos. Me explico.
La política en las actuales democracias se ha dirigido principalmente a construir un estado de bienestar entendido como, “cuanto menos te esfuerces, mejor. Papá Estado velará por ti y pagará todas tus facturas” y hemos tomado como máxima “todos queremos vivir a costa del Estado”, sin haber percibido que el Estado vive a costa de nosotros. Parece que nadie se ha parado a pensar que el Estado no gasta ni un solo céntimo que no salga de nuestros bolsillos. Ojo, que he dicho “Estado” y no nación, ni país.
Muchas políticas sociales que han sido elaboradas para la necesaria, justa y solidaria protección de los más débiles, han sido violadas consecutivamente por caraduras sin escrúpulos, en perjuicio de los verdaderamente necesitados. Produciendo efectos muy negativos para la sociedad y la democracia: el agotamiento del erario público sin poder cumplir los objetivos, la creencia de que el Estado no tiene recursos para perseguir el fraude social, y el sentimiento de que el Estado puede con todo y con todos.
El principal fallo de las actuales políticas sociales democráticas – de las dictatoriales, entienden otros – es la creencia de que el Estado es un saco sin fondo: subsidios sin un exhaustivo control, ayudas a fondo perdido sin contraprestaciones sociales, asistencia sanitaria irracionalmente sin límites… y además ha priorizado estos gastos muy por encima de la inversión y la educación. Es decir, se ha apostado por un modelo de ciudadano dependiente, en lugar del modelo del ciudadano emprendedor.
Y todo esto cuesta dinero, mucho dinero. Tanto, que resulta que España es uno de los países con más carga fiscal y social del Mundo, 18 puntos más que Alemania, y lo que es peor, con una tasa de paro dantesca y una economía devastada bajo la sombra del nefasto gobierno del PSOE y sus minoritarios compañeros de desgracias para España. Las cuentas ya no pueden sostenerse más. Cualquier ama de casa, verdadera premio Nobel de economía, lo sabe; sin ingresos, no es posible el gasto.
No sé si Alemania, con un gobierno de derechas, bajo la presidencia de la insultada por Zapatero, Angela Merkel, tendrá que acudir a rescatarnos. Pero el verdadero rescate de España vendrá de la mano de una convocatoria de elecciones, que dé paso a la marcha y no retorno de este PSOE con ínfulas mesiánicas de “viento planetario” y sus “encuentros cósmicos”.