La piel de gallina acostada en brazos y cuellos desnudos era producto de la gélida brisa que soplaba, ayer al mediodía, en la cima de García Aldave. Pero, qué duda cabe, que la emoción del acto contribuyó a que el cuero se erizara y los sentimientos afloraran a flor de piel.
Porque no todos los días se despide, dos años después de hacerse con el timón del Tercio, todo un coronel jefe de La Legión, ahora convertido tras consumarse su ascenso en el Consejo de Ministros, en general de brigada y más aún durante la celebración de un ‘Sábado Legionario’ que quedará grabado en la memoria de los presentes.
Especialmente en cada uno de los miembros de la familia de Alfonso García–Vaquero Pradal, que, con las lágrimas deslizándose mejilla abajo, seguían con atención todo cuanto sucedía en el Salón del Príncipe del acuartelamiento García Aldave, cuna de La Legión.
Allí, se procedía, al filo de las doce, a imponer la faja al flamante militar, acto cargado de simbolismo que estuvo acompañado por palabras del propio protagonista, quien pronunció una brillante pieza biográfica–literaria, de su hermano, también insigne militar, y del comandante general Ramón Martín–Ambrosio Merino.
“Como dijo Don Quijote, en una ocasión, a su fiel escudero”, narraba García–Vaquero, “hasta aquí hemos llegado querido Sancho”, para continuar con una letanía de agradecimientos a su familia biológica y castrense así como a la narración y el recuerdo de los distintos pasos realizados en su carrera militar, incluido el siguiente reto: “Mi general el general García–Vaquero Dos asume con absoluta entrega y desbordada ilusión el nuevo empleo recibido y te asegura que no escatimará esfuerzo alguno para no defraudar la confianza que el mando ha depositado en mi humilde persona”.
El acto, que finalizó con un atronador aplauso de los presentes, entre los que se encontraban las primeras espadas de las autoridades militares y civiles, como el presidente Juan Vivas, sirvió de antesala para el desarrollo del ‘Sábado Legionario’ a pie de patio de armas y, cómo no, también teniendo al general de brigada como figura estelar de la jornada, tal y como le había indicado instantes antes el propio comandante general: “Alfonso, hoy es tu día: disfrútalo”.
Antes de la entrada de guiones, a eso de las 12:45 horas, se procedió a narrar una breve reseña histórica para posteriormente seguir con un estricto programa: toque de batallón y llamada cuando las unidades estuvieron formadas; homenaje a los guiones; entronización del Cristo; entrada de la bandera –todo en pie y respetuoso silencio–; llegada al patio de armas de la autoridad que presidió la parada militar; acto de despedida de la bandera donde el general de brigada García–Vaquero se despidió, besándola, del símbolo; alocución del ya ex jefe del Tercio –en su lugar y como jefe accidental se encuentra el teniente coronel jefe interino Jesús Araoz Fernández–; acto en honor de los que dieron su vida por España; ofrenda de la corona; realizada por los hermanos García–Vaquero; lectura de un soneto y de una oración elevada por el capellán; regreso de guiones y banderines; y divulgación de dos de los espíritus del credo legionario.
En este punto, y sin que aún hubiera finalizado el acto, es preciso hacer un alto, nobleza y emoción obligan, el provocado por el sentido himno legionario entonado por los más de 50 militares que componán la formación militar quienes cantaban, qué duda cabe, con el corazón alzado hasta las cuerdas vocales.
Se apagaba la música de la banda de guerra y los cánticos de los efectivos de la plana mayor de mando, y la IVª Bandera ‘Cristo de Lepanto’ del Tercio Duque de Alba al tiempo que se cierra el paréntesis.
El orden cronológico continuó de tal modo: retirada de bandera; las unidades abandonaron el patio para adoptar la posición de desfile, que fue el siguiente paso antes de la despedida de los cuadros de mando.
Ya en los corrillos formados entre familiares , militares y autoridades, antes de pasar a brindar por Su Majestad el Rey de España con una copa de vino español, parecía que flotaba aún en el ambiente algunas de las imágenes que habían pintado la mañana así como algunas de las frases que había pronunciado el coronel jefe saliente, quien asimismo no sólo deja el Tercio sino que deja Ceuta, ciudad a la que llegó por vez primera en 1981 –luego emprendió distintas aventuras de ida y vuelta–, para poner rumbo a las Islas Canarias, en donde le espera el siguiente reto, una tarea que, a buen seguro, será seguida y festejada por un Tercio que ayer entonó, en justa recompensa a las suyas, las palabras: “Hasta siempre, jefe”.
García–Vaquero
“Suerte divina para los militares que ya están en el Líbano”
El ya ex coronel jefe del Tercio ‘Duque de Alba’ 2º de la Legión, Alfonso García–Vaquero Pradal, recientemente ascendido a general de brigada, expresó ayer en el acuartelamiento García Aldave sus últimos pensamientos, entre los que se encontraban un recuerdo para los militares del Tercio que ya están en el Líbano para servir a la misión encomendada por Naciones Unidas: “El patio de hoy –por ayer– está materialmente más vacío de lo habitual y digo bien, materialmente pues moral y espiritualmente está a reventar, más que en ninguna otra ocasión anterior pues estamos ocupando el espacio de nuestros compañeros ya desplegados en el Líbano. Pido a la Virgen de África y al Cristo de la Buena Muerte que les proteja”, concluyó.