La sociedad municipal
Obimasa está inmersa en la campaña de prevención de incendios forestales que se extenderá hasta el próximo 2 de noviembre, una vez concluya la celebración de la tradicional
Mochila en los montes ceutíes. La prohibición de hacer fuego se aplica, no sólo a
zonas forestales y merenderos habilitados, sino también a las playas, cuya cercanía con áreas forestales, como en el caso de Calamocarro, implican un grave riesgo de incendio en caso de que alguna ascua pudiera prender en la vegetación de las inmediaciones. Según Antonio Muñíz, gerente accidental de Obimasa, la ciudadanía ceutí es “respetuosa” con la normativa y “parece que ha calado el mensaje de la prohibición de hacer fuego”. Asegura que si bien se producen “pocas situaciones de ilegalidad”, las personas que se vean tentadas a realizar alguna fogata o bien a quemar rastrojos o realizar cualquier tipo de acción que pueda poner en riesgo zonas forestarles, se enfrentarán a elevadas sanciones. La normativa ha endurecido la pena económica a los transgresores, los cuales pagarán multas de 100 a 1.000 euros por una infracción leve; de 1.001 a 100.000 euros la grave y de 100.001 a un millón de euros la muy grave, independientemente de la responsabilidad penal que pueda acarrear el incumplimiento de la ley. Durante la temporada con mayor riesgo de incendios del año, Obimasa destina a dos personas de la brigada forestal a tareas de vigilancia, en horario de mañana y tarde, todos los días de la semana. Su tarea será la vigilancia de los montes para prevenir posibles conatos de incendio. Aunque cuentan con un punto fijo en el mirador de Isabel II, de ahí se desplazarán por toda la zona de García Aldave, siempre coordinados por un técnico de la sociedad municipal. “Además de vigilar posibles incumplimientos de la normativa medioambiental sobre el fuego, su tarea es disuasoria”, recalca Muñíz. En caso de localizar a algún infractor realizan una primera advertencia sobre la prohibición de hacer fuego durante estos meses, un aviso inicial que, en caso de que el ciudadano insista en continuar con su actitud, terminaría en una llamada a la Policía Local y al guarda forestal, tras lo cual comenzaría el pertinente expediente sancionador. Las brigadas forestales también vigilan en el monte Hacho, cuyos acantilados, junto a la zona de Calamocarro-Benzú (un tercio de la superficie forestal ceutí) integran la zona LIC incluida en la Red Natura 2000. Al margen de los medios humanos, Obimasa dispone de un camión cuba con capacidad para 8.000 litros de agua que fue adquirido para una primera intervención en caso de incendio. “Se actúa cuando comprobamos la existencia de un conato de incendio y así impedir que se pueda expandir”, explica Muñíz. Toda precaución es poca para salvaguardar la riqueza forestal de la ciudad y evitar que vuelvan a repetirse sucesos tan graves como el vivido hace casi tres años en el Monte de la Tortuga.
La prevención comienza varios meses antes
Hasta llegar a este periodo de elevado riesgo de incendio en zonas forestales, la sociedad municipal Obimasa ha llevado a cabo una importante tarea de prevención que se ha desarrollado entre los meses de enero y marzo. Los integrantes de la brigada forestal han llevado a cabo tareas de mantenimiento de los contrafuegos, como parte fundamental en la lucha contra este gran enemigo que cada verano arrasa miles de hectáreas en toda España. Las tareas de desbroce, también esenciales en esta prevención, se llevan a cabo a pie de carretera en aras a evitar que el desafortunado lanzamiento de una colilla desde un vehículo derive en una tragedia medioambiental. Durante estos meses previos, los integrantes de la brigada acometen la eliminación de troncos derribados, combustible natural que ayudaría a la rápida propagación del fuego.