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‘Hasta la cocina’ del Katrine

Han sido ya más de dos semanas, y camino de la tercera, desde que el ancla del Katrine Krog se posó en el fondo marino de la bahía norte de Ceuta.

Después de haber recibido ayuda repetidas veces y de ver 400 litros de agua por la mañana del sábado, mientras el viernes a la tarde había llamado pidiéndola porque ya no tenían apenas, el capitán admite que suban al barco. Después de todo, son las personas de la lancha neumática que  les ha traído sin pedir nada a cambio lo necesario para que sobrevivan.
La escalera es vieja, de madera, pero resistente. Los tripulantes se alegran de recibir a los visitantes, y continúan subiendo la ayuda con los cabos, poco a poco. Hasta el capitán baja a la cubierta, donde recibe a los visitantes con un educado saludo; aunque rápidamente vuelve al puente de mando.
Y, viendo la cubierta, es fácil entender el agobio. El barco, tiene la mayor parte de los 63 metros de eslora y 11 de manga impracticables por culpa de los containers. Sólo un estrecho corredor a cada lado permite a los tripulantes pasearse, si la mar está en calma. El Katrine no para de moverse, pero esa sensación desaparece a los cinco minutos; ellos ni la tienen.
Luis Antonio Regalado,uno de los tripulantes, se asoma por la cubierta a estribor, desde donde se puede ver en ese momento Ceuta. Tan cerca y tan lejos. “Espero que por lo menos, cuando salgamos de aquí, tengamos uno o dos días para verla”, comenta. Regalado es diabético, pero como hombre previsor se trajo insulina suficiente. “Aún me queda para unos 12 días”, asegura. Sólo espera que no se tenga que alargar más la estancia, porque es consciente de que no puede vivir sin ella. “Ya he tenido algún problema, por ejemplo cuando jugó Honduras el Mundial, de tanto que me emocioné”, recuerda.
El capitán abre las puertas también de su puente de mando, el lugar donde espera poder volver a trabajar y no sólo el horizonte, desde el que sólo se ve la colina del Monte Hacho en este momento. El radar, todo está operativo. El único problema, que el sistema GMDSS no está operativo, y es obligatorio según la normativa internacional; puede salvar la vida a una tripulación en caso de  urgencia. Sí que dispone del sistema DSC, que trabaja en onda corta. En sus días de actividad, el Katrine Krog navegaba 24 horas al día, en dos turnos; al frente del primero estaba el capitán, y al frente del segundo, el primer oficial.
Unas máquinas que trabajan las 24 horas al día, pero que han seguido funcionando a pesar de que se han quedado sin fusibles de recambio y fue necesario reconducir los cables. “Ahora los conecto directos”, cuenta el timonel. Claro, eso era cuando tenían fuel suficiente. Al llegar a Ceuta les quedaban unas 8 ó 9 toneladas y ahora, según asegura Omar Peña, el ‘oiler’ (encargado de engrasar las máquinas), quedan unos 5.000 litros, suficiente como para unas dos semanas de electricidad.
El porqué de elegir Haití como destino es una incógnita. El armador aseguró que quería llevarlo allí vacío para comenzar su negocio de mercancías. Sin embargo, se trata de un país devastado, con poca materia prima que pueda exportar, y que está siendo golpeado por la pobreza y el cólera mientras la violencia en el proceso electoral continúa. Los tripulantes explicaron, hace unos días que allí se les acaba el contrato, que iban a hacer el viaje y después volvían a casa.
Un viaje que iba a ser mucho más corto; Jorge Mejía muestra en un libro suyo de mapas en el que la primera ruta llegaba hasta las Islas Canarias, y desde allí rectos hasta el Caribe. La segunda, cuando tuvieron problemas en Lisboa y pensaban, en cuanto recargaran combustible suficiente, adelantar el salto al Atlántico. Pero el cambio de rumbo a Ceuta dio al traste con todo, y Mejía no se ha atrevido a trazar una nueva ruta.

  • ¿Cómo ayudar al Katrine Krog?: Una vez el Katrine Krog tiene suficiente comida y agua, después de que ayer les llegara la donación del gimnasio Atheneo (400 litros), la mayor necesidad es que puedan entrar en contacto con sus familias a las que no han visto desde hace octubre. Para ello, los marineros agradecerán recargas al teléfono móvil que usan, el 682646353. Además, si alguien tiene películas en VHS que no vaya a utilizar, les ayudaría a cambiar su ‘cine continuo’. También agradecerían revistas o libros que les ayuden a pasar el rato mientras están en el barco. La ayuda se puede llevar al Diving Center, que es quien, por voluntad propia, les está haciendo llegar las donaciones en su embarcación, ‘La goma’.

Estados Unidos
El viernes, la tripulación llamó a la embajada, que les ofreció la posibilidad de repatriar a los ciudanos americanos que lo quisieran. El problema, eso complicaría mucho poder cobrar el dinero que el armador debe, que es ya más de un mes y medio.
Bolivia
El Ministerio de Defensa de Bolivia aseguró el viernes que preferían esperar al lunes, confiando en la última promesa que ha hecho hasta ahora el armador. Si no, aseguraron que se plantearían qué tipo de respuesta podrían dar como estado de bandera del buque.

 

La ruta planeada. Jorge Mejía, el timonel, muestra los trazos con bolígrafo que había hecho de las rutas. La primera, hasta las Islas Canarias y luego a Haití. Una alternativa cuando pasó lo de Lisboa. Ya no hizo más.
En la cocina. El primer oficial, el único no estadounidense del barco, coge un plato de estofado; es ya mediodía y comer es una de las pocas actividades posibles.
La habitación. Luis Dole, jefe de máquinas, muestra su camarote. Aquí no sólo el capitán tiene habitación, sino que cada uno tiene la suya; son pocos. Muestra una de las ayudas que asegura le han venido mejor, un pack de toallitas de bebé.
El frigo. Luis Dole, jefe de máquinas, muestra la nevera en la que guardan parte de la comida. Por ahora tienen suministros de sobra para bastante tiempo.
El capitán en el puente de mando. Richard Ofey, el capitán del Katrine Krog, en el puente de mando, donde se ve como el sistema internacional de radio existe pero no funciona, lo que legalmente no les permitiría cruzar el Atlántico. “Antes pasábamos mucho tiempo aquí, ahora no”, comenta Jorge Mejía.
Los fusibles. Jorge Mejía enseña las entrañas de la maquinaria del Katrine Krog. Cuenta que se quedaron sin fusibles y tuvo que cambiar la forma de mandar la corriente para que siguiera funcionando la maquinaria del buque mercante.
La ayuda. La ayuda ayer llegó, como siempre, con la lancha del Diving Center, que salió a pesar de la lluvia. Llevaba 400 litros de agua del gimnasio Atheneo y comida donada por el supermercado Coviran.

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