Hassan Abdeselam ha crecido con el mundo de la pastelería. Desde que era un chaval de catorce años y trabajaba en La Campana, hasta la actualidad con su obrador La Cibeles, en Hadú. Y es que para Hassan hacer pasteles no es simplemente una profesión, es su vida, por lo que lleva luchando tantos años.
El dueño de La Cibeles comenzó en 1973 a hacer pasteles y estuvo dieciséis años en La Campana, hasta 1989. Necesitaba cambiar de aires por un tiempo, por lo que se fue de este negocio y probó buscar algo diferente. Sin embargo, se dio cuenta de que lo que realmente le gustaba era estar en los obradores. Así decidió crear el suyo propio en 1994, uno pequeño en la calle Colombia. “Empecé poco a poco, a base de mucho esfuerzo, mucha lucha, constancia, buenos y malos momentos”, reconoce Abdeselam.
Tras trece años de éxito, el local se les quedó pequeño, por lo que finalmente se trasladó al actual, junto al Mercado de Hadú. Y así han logrado mantenerse desde entonces. “Gracias a Dios hemos conseguido tener una pastelería que a todo el mundo le gusta”, comentó este pastelero amante de su profesión.
El dueño de La Cibeles tiene nueve hijos, así que era inevitable que alguno heredase su pasión por la pastelería. La primera en introducirse en el negocio ha sido su hija Hayar, quien después de estudiar, prefirió trabajar con él. “Lleva más de doce años conmigo en la oficina y la verdad es que me está ayudando un montón”, confesó su padre. Y en cuanto a ella, reconoce haber crecido casi con un pastel a su lado. “Recuerdo que tenía una foto de cuando tenía un año, con una tarta. Y al colegio, siempre llevábamos algo. Y la verdad es que muy bien, sigo aquí aprendiendo de todo”. Por otra parte, uno de sus hermanos está estudiando actualmente hostelería, por lo que pretende ayudarles en poco tiempo.
A día de hoy, Abdeselam sigue luchando para que su establecimiento se mantenga. Ni el coronavirus ha podido pararles, ya que en poco tiempo han vuelto a recuperarse. Quizás puede deberse a la fiel clientela que tiene, y que lleva con él desde sus inicios. “He tenido clientes a los que les he hecho algo para su bautizo, después para su boda, y ahora para el cumpleaños de sus hijos. Ya son amistades muy cercanas, y cuando vienen quieren que les atienda yo, porque sé lo que quieren”. Además, es una pastelería totalmente artesanal , en la que dedican tiempo a hacer todos y cada uno de sus dulces.
Hassan Abdeselam reside en Hadú, por lo que conoce de cerca los problemas de la barriada. Explica que necesita revitalizarse para atraer a los clientes de antes. “Hace años la gente del centro venía a Hadú, y ahora es totalmente lo contrario, está fatal. Hadú necesita un gran impulso, tanto comercial como de infraestructuras, hay que impulsarlo como negocio para que la gente quiera venir”. Y en cuanto a su obrador, suele tener algunos inconvenientes para encontrar trabajadores, por lo que querría animar a los más jóvenes a que despierten su interés por el negocio. “Ahora necesitaría, al menos, un par de pasteleros, pero no hay. Y panaderos, tampoco hay. Así que me gustaría animar a los jóvenes a que estudien hostelería, que se pongan las pilas que necesitamos mano de obra y nos hace mucha falta”.
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