La citada expresión se refiere a decisiones o acciones que un partido toma y que pueden llevar a una pérdida significativa de apoyo popular o a la autodestrucción.
Son posiblemente complejas de establecer las posibles causas, ya que el caso actual de Vox, o similares que se repiten con mayores o menores discrepancias en otros partidos políticos, acerca de estrategias políticas; polémicas internas; declaraciones controversiales, o alianzas que resulten impopulares entre sus bases o el electorado en general.
Es el resultado de cierta clase política que le toca soportar a España y que conducirá irremediablemente a que el votante se vaya alejando paulatinamente de comparecer ante las urnas, ante el predominio de aquélla.
Lo que sí parece claro es la apertura de una crisis desmedida en la derecha española, a la cual este País necesita de manera acuciante como punto de equilibrio, con sus representantes incapaces de dar la talla.
Alguien que estuvo presente días atrás en la sede social de Vox, asegura que las disidencias surgidas fueron profundas, encaradas y “verbalmente sísmicas”.
Me cuentan, que uno de los asuntos álgidos tratado, fue la “huida del sector Meloni al de Urbán”.
El primero, conocido por su postura nacionalista y conservadora, y el segundo, con orientación distinta, quizás más radical o con diferencias tácticas y estratégicas.
Como muchos partidos políticos, Vox puede estar experimentando luchas internas de poder que afectan su cohesión y estrategia, y sobre todo, a cambios de lealtad interna basadas en desacuerdos ideológicos hasta tácticas de poder y liderazgo.
Disculpen mi osadía, pero los motivos de “catequización” esgrimido por VOX contra la inmigración ilegal, aparentemente basados en la dispersión de 339 menores migrantes, NO CONVENCEN, porque también desde Vox, la percepción de sus decisiones y estrategias políticas no son claras o son difíciles de entender para el ciudadano común.
Tampoco el puritanismo de que hace gala el P.P. alegando chantaje, mediante la propuesta de Vox sobre deportación de irregulares.
La realidad, no ignorada que subyace, es la de una relación fratricida entre dos partidos que se obstaculizan, y, además, y junto al resto de los protagonistas hacen flotar en el electorado la incredulidad sobre los asuntos que manejan, mediante falta de pruebas claras o percepción de que se traten de fabricaciones o exageraciones con fines políticos.
Aunque en política siempre puede suceder lo más inverosímil, al finalizar estas líneas el autor no puede evitar que acudan a su memoria los episodios de Ciudadanos y su destrucción por parecidas razones a las actuales.
Cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas