Se llamaba Hamza y tenía 21 años. Dos días después de que la Guardia Civil localizara su cuerpo sin vida a media milla del foso, su familia pedía ayuda para dar con él. No sabían que, enfundado en un traje de neopreno, había emprendido la ruta del espigón para cruzar a Ceuta.
Tampoco sabían que cuando alzaban públicamente la voz en busca de una pista, de un rastro, Hamza ya había muerto.
La Guardia Civil lo ha podido identificar después de que un familiar directo del joven, residente en la Península, se desplazara a la Comandancia para verificar sus datos y reconocerlo en las fotografías que, de cada cuerpo sin vida hallado, guarda la Policía Judicial.
Los agentes ya han notificado la identidad al juzgado, lo que permitirá que en el expediente abierto tras su muerte se puedan incluir los datos personales. Un dato clave para, entre otras cosas, facilitar el traslado del cuerpo a su país de origen si es deseo de la familia.
Con traje de neopreno y un flotador con botellas de plástico
Hamza, natural de Fez, se echó al mar con un traje de neopreno y ayudado de un flotador con unas botellas de plástico. Cuando la Benemérita halló su cuerpo sin vida llevaba solo horas lo que ha servido, y mucho, para facilitar un reconocimiento facial además de otro constatado de manera oficial por documentos.
Los resultados del examen forense practicado apuntan a que había intentado el cruce a nado ese mismo 22 de agosto, en una madrugada de enorme presión en la ruta de los espigones.
Los familiares de este joven no sabían que había emprendido la marcha a Ceuta, su ausencia llevó al conocimiento de unas informaciones que han resultado fatales. Había partido con más amigos tras llegar a Castillejos y esa madrugada se echó al mar como hicieron muchos movidos por llamamientos en redes sociales.
En este mes de agosto han sido encontrados los cuerpos sin vida de cinco magrebíes, pero la lista de desaparecidos en ruta es mucho mayor.