El investigador José Manuel Pérez, junto a los arqueólogos Virgilio Martínez y Silvia Nogueras, presentan esta tarde su último trabajo documental, bajo el título ‘Magia talismánica en la Ceuta del siglo XIII’, a partir de las 19:30 horas, en la Biblioteca Pública del Estado.
Esta no es su primera investigación publicada, sino que cuenta en su trayectoria con varios trabajos y ensayos a sus espaldas. Asimismo, en esta publicación se trata el tema de la arqueología, que se integra en una serie de informes y catálogos, denominada ‘Maior’ del Servicio de Museos de la Ciudad y que depende de la Consejería de Educación y Cultura.
Todo esto surge para tener una base documental, en la que se recojan los resultados de las distintas excavaciones que se realizan en Ceuta. De ahí, que el equipo tomara la iniciativa para publicar esta investigación.
“En 2013, en mi etapa como arqueólogo, hacía peritajes en las excavaciones de las distintas construcciones de la ciudad. Fue entonces cuando llegamos a la del solar que lindaba con calle González Besada, Galea, Simoa y García, justo al lado de los baños árabes, donde tuvieron lugar los descubrimientos”, manifiesta.
"En el solar colindante a los baños árabes fue donde tuvieron lugar los descubrimientos"
En este sentido, Pérez explica que en primer lugar se hicieron una serie de sondeos mecánicos en la zona y se encontraron unos silos. “Hubo una época de hambruna en la Ceuta medieval y por eso se construyeron bastantes en la ciudad para guardar provisiones”, matiza.
Tras esto, cuenta que se trasladó un informe a la Consejería de Cultura para su análisis, que finalmente decidieron que había seguir excavando por si podían encontrar más restos arqueológicos. Es más, la obra sufrió un parón y no se retomaron las tareas hasta dos años más tarde, por circunstancias ajenas a los hallazgos.
“Fue en 2015 cuando continuamos excavando y encontramos un aljibe y otros restos de materiales que abarcan desde los siglos XI al XIV, que podían ser coetáneos a los baños árabes que se pueden visitar en la plaza de la Paz”, relata.
A lo largo que se procedió a la incursión en el solar de la antigua Almina se dieron cuenta que había una especie de silo diferente con forma elíptica. “Cuando comencé a excavar salió un fragmento de lo que parecía una jarra de pasta blanca, seguí y salieron más restos como dos huesos en posición paralela y justo en la misma orientación que la cámara inferior de la gruta”, indica.
“Pensaba que era un enterramiento y al seguir excavando observé que había dos mandíbulas y un colgante de plomo, en el que se podía ver a una figura con peinado de diosas de estilo oriental y que se suele relacionar por sus características con aspectos de la magia medieval”, narra.
"Ese paganismo queda oculto con la llegada a la ciudad de la civilización islámica en el siglo VIII"
De hecho, describe que se trata de un talismán y en el que se representa a la figura con los brazos alzados en posición oferente, con los senos marcados y portando un colgante con la letra ‘M’. También, tiene las piernas arqueadas y desnudas y en medio una especie de motivo floral y con un velo reticulado.
Por otra parte, se encontraron otros restos arqueológicos como pendientes, husos trabajados, fragmentos de lo que podría ser un candil, restos de sacrificios de animales y un recipiente con un escrito en árabe, que se fecha entre el segundo cuarto del siglo XIII y finales de este por la tipología documentada de la época.
En resumen, afirma que habían dado con un depósito de ofrendas de ritos ancestrales, que iban dirigidos a la divinidad con el propósito de la fertilidad. Una especie de alegoría al nacimiento y a la vida.
“Por los antiguos escritos se conoce el ritual en el que se depositaban en un lugar determinado los exvotos junto los restos de las cenizas de los animales sacrificados, que los consideraban sagrados”, apunta.
Asimismo, destaca que se trata de la primera vez que aparecía en una excavación este tipo de amuleto que se utilizaba en los rituales de magia talismánica, como se recoge en el libro ‘Picatrix’, que data del siglo X y en el que se describen distintas tradiciones y formas de hacer estos rituales, ya que dependía de la situación astrológica y seguían unas reglas concretas.
“Ese paganismo queda en oculto con la llegada a la ciudad de la civilización islámica en el siglo VIII. Es bastante singular porque apareció esta figura de una mujer y desnuda en un contexto islámico, que no era lo común”, asegura.
Al respecto, declara que se sabe de la existencia de otros talismanes similares por la parte sur de la Península Ibérica, que en su mayoría se desconoce su procedencia y su contexto arqueológico.
“También, se trabajó la parte iconográfica, sobre el origen y significado del talismán y una parte etnográfico sobre los cultos femeninos en la tradición de la cultura popular en el Norte de África ”, puntualiza Pérez.