Para algunos, Los porteadores son los culpables de la inestabilidad en la frontera del Tarajal, para otros, el eslabón más débil del comercio que sustenta la recaudación por IPSI y hay quienes consideran que el reino de Marruecos debería dar una salida laboral a estos cientos de personas que ahora malviven ganándose el pan entre esperas y avalanchas, como ha ocurrido este lunes.
Uno de estos porteadores, a primera hora de la tarde de ayer, ya vaticinaba que se desataría una avalancha por la acumulación de personas en el terraplén dejado por las obras de ampliación de la carretera nacional. “Habrá una avalancha en que vamos a participar todos nosotros para sacar un cacho de pan, por lo menos mínimo 20 euros, porque, si no haces eso, no llevas nada a la casa. Por ejemplo, mis niños me dicen tráeme leche o mi mujer me llama y me pide pan o una comprita. ¿Qué les digo, que no porque no nos han dejado los guardias civiles? Hay que sacar billetes como sea, a palos o a rastras”, sentenció uno de estos camalos.
Por ejemplo, mis niños me dicen tráeme leche o mi mujer me llama y me pide pan o una comprita. ¿Qué les digo, que no porque no nos han dejado los guardias civiles?
Son tanto hombres como mujeres, sobre todo de nacionalidad marroquí, pero cada vez hay en estos tumultos más ceutíes que no encuentran otra forma de subsistir en la segunda región de la Unión Europea con mayor tasa de paro. En la glorieta de Arcos Quebrados, en medio de unos de los solares dejados por la empresa de las obras de ampliación de la carretera nacional, una ceutí explica las razones por las que tiene que dedicarse al porteo. Este lunes estaba dispuesta a resistir hasta que le permitiesen salir a Marruecos. “Aquí puedes aguantar hasta las 23.00 o 00.00 horas y la devuelven. Entonces, ¿de qué vives? ¿Cómo pago yo la luz y el agua? No tengo. ¿Adónde voy, enferma? Dame un puesto de trabajo en Ceuta, como soy de España, o déjame pasar la mercancía a Marruecos. Me conformo con 50 dirhams, con 100 dirhams. Los de Ceuta no tenemos trabajo aquí, ¿qué vamos a ir a robar? Así están los muchachos. Tienen que robar porque no tienen para comer ni para fumar”, aseveró rodeada de mujeres adosándose mercancía al cuerpo.
La Delegación del Gobierno ha declarado la guerra al textil, el verdadero negocio por el que los porteadores se embolsan las comisiones más altas. La seguridad se ha extremado contra esta mercancía dentro de los polígonos, con la seguridad contratada por la II Fase, pero también mediante la Guardia Civil, tanto en el control fiscal de la mercancía de la Puerta Norte, como con el despliegue de los GRS entre la Aduana y Arcos Quebrados:
"Tú te crees que es normal que un guardia civil que debería estar en el monte con los susbsaharianos y lo traen aquí"
“Tú te crees que es normal un guardia civil que está ahí –en referencia a un efectivo del GRS– que debería de estar en el monte con los subsaharianos y los traen aquí. Esa gente no está para traerles aquí. ¿Qué somos nosotros, asesinos? No, no somos –nada de eso–, somos trabajadores, padres de familia que se están buscando la vida”, reflexionó un porteadores sobre la presencia de los antidisturbios de la Benemérita.
Por la tarde solo se permiten dos bolsas de mano, de 50x30 centímetros, con alimentación, menaje, productos de limpieza y ferretería, pero nunca textil. Así colabora España con Marruecos, estado soberano que rechaza la entrada de este producto que considera tóxico porque ejerce una competencia desleal. Algo que desconcierta e indigna a las porteadoras, que se desvían del paso Tarajal II a la frontera y, de ahí, son barridos a Arcos Quebrados por los GRS, conocidos en la jerga del porteo como ‘los chavales’. “El problema es que no pasa mercancía. Todo el día no pasan mantas ni pijama. Comida pasa, ropa no pasa. Ahora los chavales –GRS– dicen corre, corre a la Almadraba”, explicó una mujer medio asfixiada.
Esta porteadora, que caminaba en la tarde de este lunes desorientada por el sendero para que las familias lleven a sus hijos al colegio ‘Príncipe Felipe’, cargaba un bulto, pero la frontera está completamente cerrada al textil, incluso para dos bolsas con unos manteles o dos chaquetas. “La verdad es que es una pena porque con dos chaquetas no se puede salir. Nosotros vivimos en Ceuta y no hay trabajo. ¿Qué hacemos? Hay que buscarse la vida y la Guardia Civil no te deja”, se lamentó un hombre que portaba dos bolsas con las que se embolsaría dos euros. “Tengo que entrar más de ocho veces o siete veces para ganar diez u once euros. Es una pena, la verdad”, añadió.
Las autoridades españolas y los porteadores seguirán con esta estrategia de desgaste hasta que uno de las dos partes ceda.
Si el textil es toxico,porque se permite su entrada en ceuta?
No es toxico para cobrar el ipsi,una ves despachado se vuelve toxico????
Este asunto de la frontera produce hartazgo y hasta aburrimiento. El filón se está agotando.