Opinión

Guía Secreta de Ceuta y Melilla (VII): Jakin Boor y las conspiraciones

No dejamos muy de lado todos estos acontecimientos, y su actor principal, el general Franco, porque sobre este también existen misterios que los unen a la cuidad de Ceuta. Uno de ellos, tiene que ver con algo que fue para este personaje poco más que uno de los ejes principales de la limpieza de la sociedad de España: la masonería.
Poniendo al lector en antecedentes, hemos de decir que la relación Franco- Masones fue una muy distinta de la oficial, al menos, en vista de los recientes descubrimientos de historiadores, difundidos en base a documentos históricos aparecidos, y que bien les vale el adjetivo de misteriosos.
La versión oficial asegura que, para el general, la masonería era uno de los “siete enemigos de España a erradicar”, en defensa no sólo de sus propios intereses, sino también de los de la iglesia, estamento con el que guardaba una especial relación de poder. A pesar de esto, ciertas decisiones del caudillo tampoco estaban en la línea del catolicismo más ortodoxo, a veces incluso eran enfrentadas.
Posiblemente Franco tuviera una más que clara tendencia a la masonería, a pesar de lo expuesto. Se cree que quiso ingresar al menos en dos ocasiones en sendas logias. Su hermano, Ramón, tenía una importante vinculación con estos grupos, ocupando un cierto grado de poder en los mismos. Investigaciones aseguran que fue este el que rechazó la entrada de Franco en los grupos a los que solicitó su ingreso. Estas mismas pesquisas, nos indican que el padre de estos también era masón. Posiblemente, el sentimiento de rebeldía contra esta logia viniera alimentado por la frustración de saber que, con el, se rompía esa cierta tradición familiar. Más aún teniendo en cuenta que contaba con el poder del gobierno de toda España.
Tampoco se libra, al parecer, de las ideas ocultistas su propia madre, ya que se le atribuye la organización de sesiones espiritistas, en las cuales, pudo llegar en algún momento a tener el papel de médium.
Aun así, es más conocida esa fobia por lo masón de Franco. Aunque un descubrimiento más inquietante realizado por parte de investigadores en la cuidad de Ceuta ahonda más en esta misteriosa dualidad. Como decimos, se ha descubierto un libro en la biblioteca pública de esta ciudad, cuya autoría se atribuye a Francisco Franco, y que posiblemente fue escrito entre 1946 y 1951. Lo forman, además de otros textos, artículos que el general escribió en el diario falangista “Arriba”, según el historiador ceutí Francisco Sánchez Montoya. La edición encontrada correspondería a la primera, y el seudónimo utilizado para su elaboración es el de “Jakin Boor”.
En el prólogo escrito por el propio general, podemos ver qué según este, el libro “nace como una necesidad viva, pues son muchos los españoles que, dentro y fuera del país, anhelan conocer la verdad y el alcance de una de las cuestiones más apasionantes, pero a la propia vez, poco conocidas de nuestro tiempo: la de la masonería”.
Esto es más que destacable, ya que parece que en la vida del caudillo podemos ver una dualidad que, para colmo, le acerca al mundo del esoterismo más de lo que nadie se pudiera imaginar, que sentía incluso una especial admiración por todo aquel saber oculto. Deja entrever que, el firmante de tales textos, puede tener ciertos conocimientos que van más allá del que cualquier persona no iniciada en ciertos ritos esotéricos, de los cuales creemos que puede habernos dejado una pista (de tantas otras) que bien merece la pena desgranar.

"Se ha descubierto un libro en la biblioteca pública de esta ciudad, cuya autoría se atribuye a Francisco Franco, y que posiblemente fue escrito entre 1946 y 1951. Lo forman, además de otros textos, artículos que el general escribió en el diario falangista 'Arriba', según el historiador ceutí Francisco Sánchez Montoya. La edición encontrada correspondería a la primera, y el seudónimo utilizado para su elaboración es el de 'Jakin Boor"

Si quiere, el lector puede acompañarnos en una pequeña investigación, que puede ayudarnos a ahondar más en esta idea. Nos referimos al posible significado esotérico del seudónimo.
Si tienen una baraja de Tarot, vamos a fijarnos en los arcanos mayores, en uno en concreto, “el sumo sacerdote”. Detrás de esta figura aparecen dos columnas, relacionadas con las dos columnas más famosas del templo de Salomón, “Jakim” y “Boaz”. Podemos extendernos en el significado esotérico de estas columnas, pero sólo vamos a relacionarlas con el nombre firmante indicado en la obra misteriosa de la que hablamos, Jakin Boor. Puede ser perfectamente un “guiño”, colocado ahí como tantos otros nombres y símbolos para que, aquel iniciado, sepa de qué va lo que está viendo. Quería reflejar que el también era poseedor de conocimiento oculto, de una sabiduría ancestral de la que ya era poseedor el propio Salomón, tan venerado en corrientes masónicas y de conocimiento esotérico, reflejado en el significado del citado arcano del Tarot. O al menos, eso piensa este humilde escritor.
Debemos aclarar que, cualquier texto que nos encontremos, así como símbolos o firmas en ciertos trabajos por parte de miembros de ciertos grupos ocultistas o esoteristas, no aparecen de forma clara, sino que mediante un juego bien de palabras, bien de dibujos, bien de formas o incluso de construcciones, dejaban un significado, un cuasi libro, reflejo la sabiduría de aquel que lo plasmaba para que el que tuviera unos conocimientos iniciales o parecidos, pudiera descifrar sin problemas, hasta saber qué era lo que quería transmitir exactamente.

Conspiraciones

Si continuamos la senda de los misterios históricos y hechos relevantes de la cuidad que nos ocupa, no podemos pasar por alto otro hecho que, de haberse producido, pudo cambiar la historia de todo nuestro país. Y es que, igual que se fraguó el comienzo de la guerra civil española en tierras ceutíes, también se pensó en poner fin a todo esto de forma radical.
Francisco Sánchez es una persona que, de lo que vamos a relatar, sabe muchísimo. Hablando con él, hemos podido ahondar en un hecho que también es digno de formar parte de este capitulo del libro.
El 17 de julio de 1936, todo un gran revuelo se armó en Ceuta, cuando las tropas legionarias del teniente coronel Yagüe se preparan para tomar la ciudad. Otros cuerpos militares también se distribuyen para defender a España.
No todos los soldados estaban de acuerdo con aquella orden. Tenemos que tener en cuenta que, dentro del ejército, se alistaban muchachos que buscaban labrarse un futuro, ya que la España de la época daba muy pocas oportunidades fuera de la institución. En algunos casos, estos tenían ideas republicanas o cercanas al comunismo, y que no veían con buenos ojos las detenciones que, sin motivo de peso, eran realizadas a pie de calle por ciertos compañeros más favorables al falangismo en esa época. Esto, hacía que la reacción de rechazo a todo aquello que estaba ocurriendo les llevara a los niveles que, como en el caso de los cabos José Rico y Pedro Veintemillas, se plantearan una venganza en contra del que, por aquel entonces, firmaba bandos declarando el estado de guerra, disolvía partidos y prohibía reuniones: Francisco Franco Bahamonde.
Al día siguiente, 18 de julio, los antes mencionados cabos veteranos se reunieron en el cuartel, luego de la patrulla asignada, con otros compañeros veteranos y del mismo rango, llamados Anselmo Carrasco y Pablo Frutos, con los que estudiaron durante bastante tiempo la forma de poder acabar con aquel comienzo de alzamiento militar. Luego de una obligada pausa, se reanuda esta reunión, pero ya con un plan trazado para acabar con la figura de generalísimo Franco.
La idea era la siguiente: el general tenía previsto entrar en el acuartelamiento, y pasar revista a las tropas en el patio central del mismo. Rico sería el que dispararía para acabar con su vida, y los demás les apoyarían haciendo lo propio contra los demás seguidores para mantener a raya los intentos de frustrar ese atentado. Inmediatamente, buscarían en el resto de la ciudadanía apoyo y sublevación acabando así con este terrorífico capítulo que le tocaría vivir a nuestro país, y comenzando así un movimiento de resistencia.

"La relación entre Franco y los masones fue una muy distinta de la oficial, al menos, en vista de los recientes descubrimientos de historiadores, difundidos en base a documentos históricos aparecidos, y que bien les vale el adjetivo de misteriosos"

Llegó la tarde de ese día, y Rico solicitó entrar de guardia de puerta, para poder ver así la llegada de Franco. Estando en ese puesto, informó del plan a otro cabo apellidado Rodriguez, y le instó para que, llegado el momento, se pusiera al mando de los compañeros Carrasco y Veintemillas. Esto, al menos, es lo que figuraba en su posterior declaración. Pero sigamos con los hechos.
Todo estaba ya previsto. La llegada de Franco al aeropuerto de Tetuán estaba próxima. Cuando de repente, un revuelo importante se arma en el cuartel. El coronel jefe del mismo avisa al cuerpo de guardia con la orden de detener a militares bajo la sospecha de tramar un atentado mortal contra un superior, y de cerrar el acuartelamiento para evitar fugas. Las detenciones se producían por todas partes del recinto, hasta un total de 50 personas, entre los cuales también se encontraban civiles.
La Guardia Civil se hizo cargo de los detenidos, los cuales, sufrieron tormentosos interrogatorios para hacerles “cantar” así el plan que tenían preparado para ese fatídico día. En los barracones, estuvieron los detenidos hasta el día 26 de julio, en el que empezó el procesamiento colectivo. La acusación parecía clara: complicidad entre ellos para llevar a cabo una sedición y posterior atentado contra la vida del jefe de las fuerzas militares, Francisco Franco.
Entre medias de las jornadas de interrogatorios, una patrulla entro en la fortaleza del monte Hacho donde permanecían estos detenidos, sacando del recinto a los cabos Veintemillas y Marcos. Varias horas después, aparecían los cuerpos sin vida de estos con un impacto de bala en la cabeza. Fueron recogidos y enterrados en una fosa común.
Dos meses después, se celebra el consejo de guerra en el cuartel de Sanidad, sin testigos, a los reos que todavía permanecían con vida. En este, fueron declarados culpables, además de ser calificados de traidores y cobardes, acusación de la cual se defendieron asegurando que su labor era la de defender un país libre, devolviendo tales acusaciones al propio tribunal.
La madrugada del 17 de abril puso fin a este capítulo de la historia con el fusilamiento por parte de un grupo de Regulares de la ciudad en el exterior de la fortaleza del monte Hacho.
Como hemos comprobado, Ceuta es un diamante en bruto en cuanto al mundo del misterio se refiere. Estoy seguro que todavía quedan cientos de historias por esclarecer, con casos en los que, los hechos extraordinarios, son el principal protagonista. Sólo hay que esperar el momento en que estos ecos resuenen tan alto, que sea imposible mantener callado el hecho por más tiempo. Y ahí, estaremos nosotros, seguro.

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