El fallecido coronel de aviación Emilio Herrera Alonso, con enorme razón en el prólogo de un libro sobre esta campaña, así dice: “a los 100 kilómetros de las Islas Canarias, un puñado de soldados de España luchaban y algunos de ellos morían por mantener firme nuestra bandera sobre unas áridas tierras que la historia nos había encomendado”. Y según dicho coronel: “a la aviación apenas le conceden algún papel y lo que está claro fue que la aviación es la protagonista de aquella campaña, y que sin ella no hubiesen llegado nunca las tropas de tierra a los objetivos señalados”.
30 cazabombarderos llegan a Ifni
Tras los ataques del 23 de diciembre de 1957, el Ministerio del Aire decide enviar treinta aviones de caza y bombardeo a la zona aérea de Canarias, con el fin de actuar inmediatamente en las misiones de ametrallamiento y bombardeo, para hacer posible que las bandas rebeldes se retiraran de los ataques que llevaban a cabo a los puestos sitiados. Ocurrió el 30 de noviembre de 1957, cuando el Estado Mayor del Aire ordena la incorporación inmediata de 30 aviones Heinkel constituyéndose esta unidad con la denominación de Agrupación 29, a cuyo mando fue el entonces teniente coronel, Segundo Fernández Rodríguez, que años atrás estuvo de director del aeropuerto de Los Rodeos.
No tardaron muchos días en recibir estos aviadores en bautismo de fuego. El 2 de diciembre de 1957 los Heinkel realizaron cinco salidas en misiones de apoyo a las columnas del Ejército de Tierra que avanzaban sobre el Mesti. El 4 de diciembre, cuando un Heinkel llevaba a cabo una misión de reconocimiento en la frontera norte del territorio, recibió fuego antiaéreo de una batería de ametralladoras antiaérea de 20 mm de las fuerzas reales de Marruecos, desde un emplazamiento de Mirletf.
El 6 de diciembre los Heinkel efectuaron siete salidas de apoyo a la columna que operaba sobre Tiugsá bombardeando y ametrallando a las fuerzas rebeldes que con intenso fuego hostigaban e impedían el avance de las fuerzas españolas. La presencia y el ataque de los Heinkel hizo posible que las bandas rebeldes se diesen a la fuga. La resistencia del enemigo era cada vez más intensa. Por ello, para romper esta actitud de los rebeldes, el 7 de diciembre los Heinkel realizaron nueve salidas en apoyo a la columna del Ejército de Tierra que se dirigía a Tiugsá, ametrallando y bombardeando en los lugares que ocupaba el enemigo.
Buen piloto y excelente persona
Muro, aviador por vocación, es componente de la primera promoción del Ejército del Aire; el 7 de julio de 1945 viste el uniforme de caballero cadete y tres años después, en julio de 1948, asciende a alférez y el 15 de julio de 1950, tras las horas de vuelo en la legendaria Bucker, luce en su bocamanga las dos estrellas de teniente piloto. Su primer destino fue en el primer regimiento de Aviación en Alcalá de Henares y, posteriormente, en los empleos de capitán y comandante estuvo destinado en el décimo tercer regimiento de Aviación en Albacete, y entre 1954 y 1957, en el ala 35 de transporte en Getafe (Madrid), y más tarde en el ala 37, en Albacete. Con motivo de los ataques a los territorios del África Occidental española, el entonces capitán José Pascual Muro iba a recibir su primer bautismo de fuego con aquellos aviones, popularmente conocidos como Pedros. Transcrito de su hoja de servicio consta que el 23 de diciembre despega con misión de ametrallamiento sobre el enemigo, al día siguiente, 24 de diciembre, en misión de ametrallamiento y bombardeo sobre las posiciones del enemigo, en cuyas misiones duró el vuelo dos horas y treinta minutos.
“Los aviadores de ayer y los de hoy pueden estar orgullosos”
En todo el mes de diciembre efectuó 12 vuelos, con una duración total de 29 horas y 10 minutos. Todas estas horas en misión de guerra. En todas estas misiones fue dando cobertura a las unidades del Ejército de Tierra. Desde enero de 1958 a junio del mismo año en que oficialmente finalizan las operaciones en el territorio de Ifni y Sahara, el entonces capitán José Pascual Muro, en los distintos vuelos en acción de guerra, había volado 158/7 horas y 35 minutos. De las muchas virtudes de este ilustre aviador hay que destacar que el hoy teniente coronel José Pascual Muro es un hombre sencillo, campechano, de una gran humildad, que le hace acreedor de la frase de un santo: “una onza de humildad vale y aprovecha más que mil libras de honores”.
Curtido en su vida profesional como piloto, especialmente en las operaciones de guerra, donde en numerosas ocasiones volando a muy baja altura para cumplir las misiones encomendadas, jugándose su vida, él y sus compañeros hicieron posible el éxito de las columnas del Ejército de Tierra. El precio que tuvieron que pagar fue muy caro: 10 muertos en acción de guerra y las condecoraciones que alcanzaron fueron: cinco cruces de guerra y sesenta cruces al mérito militar. Los aviadores de ayer y los de hoy pueden estar orgullosos, y así lo aclaraba magistralmente un semanario: “hay un sentimiento de verdadera admiración y sincero reconocimiento hacia nuestra aviación. Ellos son dignos herederos de nuestra estirpe y con los más altos valores espirituales. Todas las armas y servicios del Ejército de Tierra quieren expresar, junto con la población civil, públicamente el testimonio de nuestra total y absoluta adhesión a los gloriosos aviadores del Ejército del Aire, por su brillantísima actuación y extraordinario heroísmo y valentía en los viejos Junkers y Pedros” (Semanario AOE, 5 diciembre 1957).