Agentes de la Guardia Civil adscritos al Servicio Marítimo de Ceuta han rescatado en la tarde de este martes a dos jóvenes marroquíes, vecinos de Rincón y Castillejos, que intentaban entrar a nado enfundados en trajes de neopreno bordeando el espigón del Tarajal. En la travesía venían acompañados de un tercer varón que se quedó en aguas de Marruecos, sin fuerzas para continuar nadando debido al estado del mar.
El rescate ha sido complicado pero los efectivos del Instituto Armado pudieron subir a la embarcación a los dos jóvenes y trasladarlos sanos y salvos al puerto deportivo para que posteriormente fueran reconocidos por la Cruz Roja antes de ingresar en la nave del Tarajal para pasar la cuarentena.
El mal tiempo no ha sido obstáculo para que la pareja se echara al mar intentando cruzar el espigón para llegar a Ceuta escapando de Marruecos, aunque para ello tengan que arriesgar sus vidas. Se repite la historia de esas marchas a la desesperada, protagonizadas todas por magrebíes ataviados con trajes de buzo que aprovechan incluso los días de peor tiempo para intentar escapar, al considerar que hay menos vigilancia.
La tarde noche prometía debido a que las malas condiciones del mar son aprovechadas para intentar garantizarse un pase seguro. Es la incongruente manera de alcanzar la meta aunque en ella se pueda perder todo, hasta la vida. Así, en torno a las 20:00 horas otro grupo de marroquíes ha pretendido su pase a nado bordeando el espigón del Tarajal, tal y como se recoge en nuevos vídeos facilitados a FaroTV.
Un grupo de tres peleó contra las bravas olas mientras la Guardia Civil intentaba apoyar. Uno de ellos consiguió llegar por sus propios medios hasta el arenal de la playa del Tarajal. Se vivieron escenas de mucha tensión que terminaron con el rescate de todos los que intentaron aprovechar ese momento para alcanzar la meta: Ceuta.
Los muertos y los desaparecidos no les asustan, la presión de los nadadores es constante tanto por el espigón de Tarajal como por el de Benzú. Tan constante como los rescates que se producen in extremis y que se han convertido en una constante para las fuerzas de seguridad. Los protagonistas de esta historia, de 20 años de edad, lo pueden contar. Pero atrás quedan otros compatriotas de los que nunca nada más se ha sabido después de que comunicaran a sus seres queridos que marchaban a Ceuta.
Son travesías extremas, viajes complicados pensando que a este lado de la frontera van a encontrar un futuro mejor que el que dejan atrás, en un norte de Marruecos azotado de manera cruel por la crisis económica acrecentada con el cierre del paso del Tarajal.
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