El negocio de los narcodrones vino para quedarse. El cierre de la frontera del Tarajal que separa Ceuta y Marruecos vivió un negocio que no ha hecho sino enfrentar a los grupos delictivos en su ánimo por controlar el mercado del narcotráfico.
Un visionario aportó la idea de usar esos aparatos voladores para cruzar el vallado e intercambiar hachís por pastillas. Al carro se sumaron las bandas operativas hasta explotar al máximo este negocio.
Las cifras denotan la importancia de ese tráfico de estupefacientes. Son las conocidas, las constatadas, porque las reales son mucho mayores.
Solo en un año, según datos a los que ha podido tener acceso El Faro de Ceuta, la Guardia Civil inhibió más de 150 narcodrones.
Esos son los aparatos que después fueron localizados, con o sin la mercancía, lo que no significa que haya habido muchos más, ya que varias de las inhibiciones conllevan que el dron termine cayendo en territorio marroquí o sea imposible de localizar.
El negocio, aunque ha bajado desde que abrió Tarajal, sigue estando operativo
Detrás de esos datos hay cuantiosos casos: drones que cargaban hachís, otros que portaban pastillas, los hubo también con teléfonos móviles y herramientas. En estos últimos casos su dirección era la cárcel de Ceuta, desde donde uno de los internos tenía contactos con el exterior para controlar así el mercado de la droga.
La pericia de los funcionarios de prisiones llevó a localizar varios de los drones caídos al interior de la cárcel o a alertar al Instituto Armado de la presencia de estos aparatos por el entorno penitenciario.
El negocio de los narcodrones no se erradicó con la apertura de la frontera. Si bien ha descendido el número de vuelos, sigue siendo una fórmula empleada para la comisión del delito, detectándose salidas de narcodrones desde distintas viviendas ubicadas, sobre todo, en la barriada del Príncipe.
Es una manera de mover la mercancía sin salir del fortín en donde se esconden individuos que permanecen en busca y captura, pero que siguen controlando el negocio del narcotráfico.
Las fuerzas de seguridad han realizado varias operaciones que no han terminado con la erradicación de una práctica que dispone de enlaces en Ceuta y Marruecos, cooperadores necesarios.
La Guardia Civil dispone de un equipo dedicado exclusivamente a inhibir a los aparatos en ese estrecho cerco al narco que se pone en escena. Esa unidad Pegaso funciona como Policía Especialista en Gestión Aeronáutica y de Seguridad Operacional.
Las mil maneras de pasar hachís
Solo en un año se han incautado de más de 7.000 kilos de estupefacientes
La pandemia despertó la imaginación entre quienes solo saben vivir del negocio del narcotráfico. Los embarques en el puerto quedaron mermados por el cierre del Tarajal, lo que derivó en la búsqueda de otras formas de comerciar con el hachís entregado desde las plantaciones de Marruecos.
A pesar de las restricciones y de los cierres, el negocio del narcotráfico continúa, habiéndose reflejado en los más de 7.000 kilos intervenidos solo en un año por la Guardia Civil. Menos que en periodos con la frontera abierta pero, aún así, alcanzando cifras elevadas si se sitúan en ese escenario de pandemia.
La mitad de ese lote de narcóticos fue localizada en un almacén del puerto este mismo año, tras una investigación de la UDAIFF después de haber investigado la trayectoria de un camión con placas de matrícula alteradas que había acudido previamente al embarque.
La prisión tuvo que reaccionar ante los constantes intentos de conexión con internos
Como ya dijo el coronel del Instituto Armado, Gabriel Domínguez, en el discurso ofrecido con motivo de la Patrona, solo ese servicio se llevó la mitad del volumen de aprehensiones de todo el año.
A los más de 7.000 kilos decomisados, en una contabilidad no oficial pero producto de las intervenciones que se han ido publicando en este medio, se suman los más de 50 detenidos por delitos contra la salud pública que ya, en muchos de los casos, han sido presentados ante la autoridad judicial para dictarse posteriores condenas.
La mayoría de las intervenciones ha estado relacionada con pases de sustancias estupefacientes por vía marítima, bien con el empleo de motos de agua o con las phantom usadas para sacar la mercancía de Marruecos e introducirla en las costas peninsulares.