Desde allá donde se encuentre FRANCISCO JAVIER COLLADO RIVAS, representante de AEGC fallecido por coronavirus, sigue luchando por los derechos de todos los guardias civiles y saca de dudas al ministro de Interior sobre las razones por las que hay muchos más contagios en la Guardia Civil que en el Cuerpo Nacional de Policía.
Francisco Javier Collado Rivas era un guardia civil de Herrera de la Mancha. Durante mucho tiempo fue responsable de la Asociación Española de Guardias Civiles en Ciudad Real. Cuando comenzaron a conocerse los contagios de ciudadanos comenzó a preocuparse por la falta de medios de protección. Esa preocupación lo llevó a aislarse en una habitación de su domicilio en la Casa Cuartel, antes de conocer que era portador del virus para proteger a su mujer e hijo, cosa que logró ya que ninguno de los dos ha padecido la enfermedad.
Unos días antes de saber que estaba enfermo del virus enviaba varios WhatsApp a los representantes de AEGC reivindicando medios de protección para los guardias civiles y sus familias. Estas fueron sus últimas reivindicaciones como guardia civil implicado con AEGC en la defensa de sus compañeros:
“Buenas noches: Una cosa, a ver si podemos mover el tema de mascarillas y material de protección por el coronavirus, además para todos, a Herrera viene gente china y de todos sitios y el trato es más cercano de lo habitual. No tenemos ni una guarra mascarilla. Si estás liado con el curro se lo paso a David, somos personal de alto riesgo para cogerlo”.
Unos días después nos decía: “Era cuestión de tiempo, por la manera que nos tratan. Desde hoy estoy de baja por tener todos los síntomas”. Le respondemos “joder, cuídate, amigo. Estamos en contacto”. Él responde: “Gracias”.
El día 20 de marzo tuvimos que lamentar la pérdida Francisco Javier. Un hombre comprometido, sencillo, cercano y solidario que nos dejó haciendo lo que más le gustaba: luchar por los derechos de los guardias civiles. Dedicó sus últimos días y su último aliento a ello y dejó constancia escrita de su compromiso para vergüenza de los que tenían que haber puesto los medios adecuados.
El pasado 27 de abril, el ministro de Interior, Fernando Grande-Marlaska, respondió a una pregunta sobre las causas del mayor número de contagios por coronavirus de guardias civiles en relación a los policías nacionales -el triple aproximadamente mayor en la Guardia Civil-. La respuesta fue: “Es aventurero sacar una conclusión, pero una de ellas es que en la Guardia Civil normalmente existe mayor convivencia, compartiendo pabellones, pero este es un elemento de otros plurales”.
Precisamente, señor ministro, ese no es uno de los motivos, porque hay unos 30.000 pabellones para más de 80.000 guardias civiles y miles ellos desocupados por el lamentable estado en el que se encuentran. En cuanto a la convivencia, es la misma que la de los que habitan en viviendas particulares. Esa no es, ni por asomo, una de las razones.
Francisco Javier Collado apuntó una de las principales razones, pero existen muchas otras, para valorar la mejor gestión del Cuerpo Nacional de Policía en esta crisis sanitaria. Lamentablemente en la Guardia Civil se antepusieron medidas de uniformidad a la propia seguridad de los guardias civiles y sus familias. Se nos prohibió usar mascarillas adquiridas por nosotros mismos, alegando que no estaba comprobado que fueran útiles porque alarmaban a los ciudadanos, pero cuando la propia Guardia Civil nos dio las mascarillas, se añadió la coletilla de que no se podían usar a no ser que tuviéramos sospechas fundadas de que el ciudadano con el que interactuábamos estaba contagiado por coronavirus y debían hacer un informe argumentando las causas por la que se había usado la mascarilla. Nos instaban a ser más astutos y profesionales que los médicos, porque para usarlas debíamos tener “fundadas sospechas”.
Desde que comenzó esta crisis sanitaria en AEGC comenzamos a trasladar a los jefes de Comandancia y Dirección General de la Guardia Civil propuestas e ideas para minimizar los posibles contagios. Propuestas que venían de nuestros propios compañeros que observaban incrédulos que se estaban sobreexponiendo a los contagios por no poner en marcha medidas que evitaran contraer el virus. Pedimos que los compañeros salieran en binomios, que se crearan grupos estancos para no contagiar a otros compañeros. Curiosamente en algunas Comandancias se pusieron en marcha, en otras no por falta de órdenes uniformes. Pero en otras muchas Comandancias fue aún peor, mientras se les exigía a los ciudadanos ir como máximo dos en coche, los propios coches oficiales circulaban con cuatro y hasta cinco.
Los guardias civiles nos encontrábamos que no se ponía en cuarentena a guardias civiles que habían prestado servicio con otro que había dado positivo; tampoco a otros cuyos familiares con los que compartían vivienda habían dado positivo y, en muchos casos, a otros que sí habían sido puestos en cuarentena, bien por tener síntomas o por haber dado positivo y se les daba de alta sin realizarles prueba alguna cuando dejaban de presentarlo. Primaba más tener a los guardias civiles disponibles para el servicio.
Pedimos para minimizar los peligros de contagio que en unidades como las Intervenciones de Armas, Planas Mayores o atención al Ciudadano se aplicaran servicios mínimos y se pusieron en marcha, pero muchos días después que en otros sectores de la administración.
Pero como prueba de que primaba más la disponibilidad para el servicio que la protección de los guardias civiles es que se den instrucciones diciendo que los mayores de 60 años, entre otras patologías, son pacientes de riesgo y en lugar de dar las órdenes para que dejaran de prestar servicio por esas circunstancias han tenido que pedir los propios perjudicados por instancia que se les aplicaran dicha medida, teniendo que esperar unos días para recibir la dispensa.
Nuestro compañero Francisco Javier Collado Rivas falleció por esta enfermedad, pero su mujer e hijo ni la han padecido, porque la primera medida que tomó fue aislarse de su familia mientras en la Guardia Civil se agruparon a más guardias civiles de lo habitual al no haber guardias de vacaciones, permisos o días libres. Esto es otra realidad incuestionable.
Los responsables de la Guardia Civil no han sabido oír a las asociaciones profesionales, ni a los guardias civiles bajo la tan manida excusa de que no tenemos competencia para cosas que afectan al servicio y esa sordera ha provocado que haya tres veces más de contagiados en la Guardia Civil. Esa son las razones y, por tanto, tenemos que trabajar para cambiar el estatuto laboral de los guardias civiles.
Estas son las causas señor ministro de Interior. Falta de medidas de protección en un principio, incapacidad de oír a las asociaciones profesionales y falta de derechos de las asociaciones profesionales para exigir que se tomen medidas y, por supuesto, la tranquilidad de que nunca se exija responsabilidades.
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