Así lo afirmó ayer en la sala de la Audiencia el que hace siete años era inspector jefe de la CNP en el puerto
La sesión judicial de ayer en la Audiencia Provincial finalizó con la intervención por videoconferencia de una trabajadora de una inmobiliaria sevillana que gestionaba la cooperativa ceutí a la que pertenecía el guardia civil acusado de blanqueo, entre otros delitos, junto a su esposa. Una promoción de viviendas en Ceuta en la que el matrimonio había comprado un piso, aunque entre el acusado y la testigo, según aseguró, no hubo más contacto que el telefónico, pues nunca se vieron en persona. Además, todos los contactos estuvieron siempre relacionados con los inmuebles y algunas reclamaciones que los cooperativistas interpusieron tras la entrega de los pisos. Pero más importante fue la intervención del que fuera hace siete años el inspector jefe del CNP en el puerto de Ceuta quien afirmó que el acusado le informó de unos vehículos que estaban siendo utilizados habitualmente para el tráfico de personas. Vehículos relacionados precisamente con el narcotraficante con el que Asuntos Internos le relaciona, pero con el tráfico de drogas.
En pocas palabras El testimonio de este policía fue breve pero contundente en la sala. Sobrio en palabras, pero muy claro en cuanto al breve contacto que mantuvieron un día el acusado y él. “Me pasó un anota con dos matrículas apuntadas. No recuerdo la marca de los coches ni las matrículas, pero sí que uno de ellos era de color champán”, afirmó. El agente aseguró que la información fue “leve”. El guardia civil procesado, que entonces hacía su labor en el control de embarque de vehículos en el puerto, informó que estos coches estaban relacionados “con un tal Musa” y que estarían siendo utilizados con asiduidad para el tráfico de personas y no de drogas.
“La nota la pasé al jefe de la Brigada de Extranjería y Fronteras porque no había grupo de investigación en el puerto”, agregó el agente policial. A partir de ahí, dijo desconocer si sus compañeros de la Brigada iniciaron o no una investigación al respecto. Pero sí dejó claro que el acusado le pasó esa “información reservada”.
Otro de los testigos que declaró ayer dijo conocer al acusado, que no a su esposa, por su actividad de compraventa de coches. “Es el clásico buscavidas”, aseveró el testigo para afirmar seguidamente que conoce al acusado, además de por ser guardia civil, por haber ejercicio ocasionalmente de intermediario en compraventa de viviendas y en el ámbito automovilístico por comprar coches, arreglarlos y venderlos. Una actividad, la cual tenía sus altibajos. “A veces vendía uno o dos al mes y otros meses ninguno. Yo era administrativo, no sé mucho más”, afirmó. También explicó al tribunal que contactó en una ocasión con el acusado porque un hombre estaba buscando un piso para comprar en Ceuta y llamó al guardia civil para saber si él sabía de alguna vivienda en venta.
La acusada, mera consorte tras ocho sesiones judiciales En el banquillo de los acusados no solamente se sienta en estas semanas el guardia civil acusado de blanqueo, entre otros delitos, por el que la Fiscalía pide en suma 18 años de cárcel. Junto a él se sienta su esposa, también acusada, y con una solicitud de pena de cárcel muy cercana a la de su marido. Pero tras ocho sesiones judiciales celebradas en la sala de vistas de la Audiencia Provincial aún no ha depuesto ningún testigo que vincule o implique a la mujer en los hechos investigados, si bien también se le acusa de los mismos delitos que a su marido. La única ocasión en la que se ha escuchado a la acusada fue en su interrogatorio hace dos semanas.
Un constructor de veleros amante de las armas de época En el juicio seguido contra un guardia civil y su esposa por diversos delitos, uno de ellos es el depósito de armas de guerra. La acusación se basa en el hallazgo en el registro domiciliario de la Guardia Civil de unas armas que estaban guardadas en un armero ubicado en un trastero en el inmueble de los acusados. Ya entonces esas armas se identificaron como propiedad del padre del acusado, una de ellas data de la Guerra Civil, un recuerdo familiar, y la segunda un subfusil también de la época.
Pues bien, en la sesión judicial de ayer en la Audiencia declaró un testigo que en los años investigados se dedicaba a diseñar veleros de pequeña y mediana eslora y algunos de sus clientes estaban en Marruecos. Es por ello que periódicamente realizaba viajes al país vecino pasando por Ceuta, donde a través de un amigo común conoció al acusado y a su padre.
Este constructor de veleros es un amante de las armas de época, armas clásicas, con historia. De ahí, tal y como explicó ante el tribunal ayer, que fuera el padre del acusado el que le mostrara su pequeña colección de armas, dado que era militar retirado.
El testigo también aclaró que el propio acusado le enseñó su arma reglamentaria en su domicilio, pero que en ningún momento le solicitó un cargador que el acusado le vendiera, como la acusación deduce de una conversación telefónica entre ambos.
“Yo no recuerdo si fue por teléfono. Un amigo mío tenía una pistola como la de él (el acusado) y buscaba un tubo específico y le pregunté por eso, pero yo no le compré nada”, aclaró.
A las preguntas de la fiscal, el testigo reiteró lo ya dicho, el acusado únicamente le enseñó su arma reglamentaria y el padre de éste las que tenía en el armero del trastero.