La semana pasada se reunió el “Grupo de Trabajo de Ceuta y Melilla” convocado por el MEFP. Para nada. Como siempre. Es preciso recordar que este es el único vínculo de interlocución entre los responsables ministeriales y los sindicatos representativos del profesorado de ambas Ciudades. Quizá sea un momento oportuno para explicar el origen, la naturaleza y el devenir de tan extravagante órgano. Ha pasado ya tanto tiempo, que es probable que muchos lo hayan olvidado, y otros tantos ni siquiera hayan llegado a saberlo nunca. El Grupo de Trabajo suena como un eco lejano y confuso de difícil comprensión y ubicación. Está mal elegido hasta el nombre.
Según dispone el Estatuto del Empleado Público (y sus normas precedentes), los empleados públicos (en tanto que trabajadores) tienen derecho a negociar sus condiciones laborales con las administraciones competentes. Para ello se articula un sistema de “Mesas de Negociación” en función de los ámbitos competenciales y territoriales de modo que todos los funcionarios tienen (y ejercen) su derecho a reivindicar, negociar y pactar, en su caso, todos y cada uno de los elementos que configuran su estatus profesional. De ese “todos”, como es habitual, están excluidos ceutíes y melillenses. En concreto, en este artículo nos ceñiremos al colectivo docente.
El origen del problema. Como ya es bien sabido, y está absolutamente asumido e interiorizado en nuestra Ciudad, Ceuta está sometida a una severa condena de excepcionalidad perpetua. Las competencias en materia educativa fueron transferidas a las Comunidades Autónoma. El MEFP sólo gestiona Ceuta, Melilla y el Exterior (la híbrida naturaleza política del Estatuto de Autonomía de la Ciudad de Ceuta, excluye la posibilidad de gestionar la educación). Cuando este proceso de descentralización concluyó (en enero de dos mil veinte); terminaron de instituirse las Mesas Sectoriales de Educación en cada una de las Comunidades. Y, lógicamente, surgió la pregunta, siempre incómoda: Y Ceuta y Melilla… ¿Qué? ¿Los profesores de Ceuta y Melilla donde y con quién negocian sus asuntos? La respuesta venía dada automáticamente por aplicación de la norma: en la Mesa Sectorial del MEFP. Pero esta solución, ajustada a la literalidad de la norma, se convertía en la práctica en un problema más que en una solución. Aunque a veces cueste entenderlo, la excepcionalidad en el ámbito político y administrativo es, siempre, un foco de conflicto permanente, porque todo el armazón normativo se diseña y desarrolla partiendo de unas premisas de las que nosotros no participamos. ¿Qué sucedía? La Mesa Sectorial del MEFP sólo negocia con los sindicatos aquellas cuestiones que son de aplicación al conjunto del profesorado de todo el estado y que, en la práctica, son mínimas (las que hacen referencias a la condición de funcionarios se dilucidan en la Mesa General de la Función Pública, y las que son propias del profesorado en las Comunidades). De forma que, por aplicación estricta de la ley, nuestros asuntos se deberían negociar en la Mesa Sectorial del MEFP, integrada por todos los sindicatos con representatividad (incluyendo CIGA, ELA-STV, y demás organizaciones regionales) que se reúne una vez cada dos años (aproximadamente) para discutir los asuntos de Ceuta y Melilla (que afectan a tres mil docentes en su conjunto). Ante el reconocimiento generalizado de que esto era un despropósito carente por completo de operatividad, y asumida la evidencia de la injusticia que se cometía, se nos ofreció una alternativa “innovadora”: se creaba un Grupo de Trabajo para Ceuta y Melilla, con el compromiso de que la Mesa Sectorial validaría automáticamente los acuerdos que en el seno de este nuevo órgano se alcanzaran relativos exclusivamente a las dos Ciudades.
"Y Ceuta y Melilla… ¿Qué? ¿Los profesores de Ceuta y Melilla donde y con quién negocian sus asuntos? La respuesta venía dada automáticamente por aplicación de la norma: en la Mesa Sectorial del MEFP"
La convalidación era un requisito imprescindible para que los acuerdos cobraran eficacia jurídica. Es cierto que era un “invento” extraño e ingenioso que, aún sin respaldo normativo explícito, y basado en la “buena voluntad” del Ministerio, podría reparar la injusta situación a la que habíamos sido relegados los docentes de Ceuta y Melilla. Como pasa con este tipo de soluciones los “inventores” se afanaron para que funcionara. Y así fue durante algún (poco) tiempo. El Grupo de Trabajo “parecía” una Mesa de Negociación. Incluso se alcanzaron acuerdos que posteriormente se materializaron. Pero como es habitual las cosas basadas en la voluntad, y no en las normas, son volubles y pasajeras, porque la voluntad es voluble por definición. Y así fue sucediendo paulatinamente. Quien aterrizaba en el MEFP y se encontraba con aquella pequeña “reliquia” heredada (sin una miserable norma que lo amparase), le iba dispensando su particular tratamiento (según la subjetiva voluntad coyuntural), cada vez más difuso y diluido hasta llegar a la más absoluta inanición. Baste decir que hace más de quince años que no se eleva un acuerdo del Grupo de Trabajo a la Mesa Sectorial. Y en esta situación nos encontramos en estos momentos. El equipo ministerial actual, movido por la compasión, e incluso la pena, cuando los sindicatos imploramos como menesterosos una reunión, convoca el Grupo de Trabajo (con una periodicidad más o menos semestral) con un orden del día insulso (habitualmente informativo) sin la menor relevancia ni incidencia. Ahora, además, por videoconferencia. Allí, cada uno de los nueve sindicatos presentes (cuatro de Ceuta y cinco de Melilla) cuenta lo que le parece oportuno. Los responsables del MEFP, siempre distintos y distantes, y sin rango suficiente para decidir, oyen con paciencia y displicencia cada una de las exposiciones y responden educadamente con una panoplia de evasivas y ambigüedades que terminan convirtiéndose en “falsos compromisos de futuro” que nunca llegan, pero que les permiten despachar la reunión con una cierta apariencia de interés en lo que se les plantea. Se apagan los ordenadores y todo queda automáticamente extinguido hasta que se reproduzca idéntico ciclo. Debería pasar a llamase “Grupo de Ocio” (ocio significa descanso de las ocupaciones habituales). Por un día, los sindicatos dejamos de rellenar instancias y nos olvidamos de los certificados digitales y los responsables del MEFP recuerdan que existen dos curiosos apéndices allende los mares cuyo sistema educativo depende de ellos. Sin más trascendencia. En espera de que, en algún momento, el profesorado recuperemos el sentido de la dignidad como trabajadores, y levantemos nuestra voz al unísono exigiendo respeto. Aunque es verdad que es mucho más cómodo esconder la cabeza debajo del ala.
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