Un centenar de jóvenes, 37 de ellos menores de edad, han logrado llegar a Ceuta a nado en solo 24 horas. La inacción marroquí se ha puesto de manifiesto en grabaciones en las que se aprecia que, mientras que hay adultos y menores luchando contra las olas, nadie en Marruecos acude primero a salvar vidas y antes a evitar que se pongan en riesgo.
Las cuentas empiezan a no salirle al Ejecutivo local. Tampoco a las fuerzas de seguridad. No solo es por la presión de entradas de este tipo tan arriesgadas sino por el rechazo de Marruecos a pie de frontera a aceptar a sus propios nacionales.
No hay una razón al menos oficial. Los menores están pasando al centro de La Esperanza mientras que los adultos quedan en la calle. Son marroquíes en su mayoría, pero también han entrado sirios, palestinos, argelinos, subsaharianos e incluso yemeníes.
Tras su traslado a dependencias policiales se inician unos trámites que topan desde hace una semana con esa negativa a la colaboración por parte de Marruecos que solo se ha visto quebrada en algunas jornadas con turnos concretos que sí han aceptado alguna devolución.
El recurso para menores ubicado en Hadú acoge, con las últimas entradas de este viernes y sábado, a unos 230 niños y adolescentes. El nivel considerado como ‘asumible’ es de 130.
Ya no es que se haya superado, sino que no se sabe qué puede suceder en las próximas semanas si sigue repitiéndose esta especie de crónica resumida en lo que ya algunos califican de pequeñas avalanchas continuadas en el tiempo y temerarias al producirse, en su amplia mayoría, por vía marítima.
En lo que va de año, mes y medio básicamente, se han producido 118 ingresos de adolescentes en Ceuta lo que viene a suponer una parte muy elevada de su capacidad, en concreto el 91% de los recursos oficiales.
De seguir esa tónica, en solo cuestión de semanas se vería triplicada la capacidad de la que oficialmente se dispone.
Pero hay otro problema de envergadura del que nadie habla: qué sucede con los adultos que Marruecos no quiere aceptar.
Fuentes de la Ciudad confirman a este periódico el interés del presidente Juan Vivas de hablar cuanto antes con los responsables de los dos ministerios implicados, Interior y Asuntos Exteriores, Fernando Grande-Marlaska y José Manuel Albares, al objeto de solicitar la adopción de medidas, así como conocer con detalle qué está pasando y ver los recursos existentes para reaccionar con rapidez dentro del marco de la lealtad institucional.
El Gobierno, además, quiere elevar una propuesta al próximo pleno extraordinario que aún no ha sido convocado ante lo que se considera ya una situación de emergencia de crisis migratoria al considerar que se están viendo poco a poco desbordadas las capacidades existentes de acogida.
"En lo que va de año, es decir un mes y dos semanas, han entrado en la ciudad 118 niños lo que supone el 91% de la capacidad que tiene Ceuta”
Delegación del Gobierno no ha ofrecido todavía una versión sobre lo que está pasando, mientras que por parte de la institución municipal se ha hecho público en varios foros el reconocimiento de que esta situación resulta insostenible en torno a una presión migratoria que afecta a Ceuta, pero también al resto de España y Europa que mantiene en este territorio su frontera sur.
Por parte del Gobierno se quiere lograr un acuerdo plenario con todas las fuerzas políticas para pedir al Estado los medios que se consideren necesarios al objeto de hacer frente a las entradas de inmigrantes que se están produciendo desde enero y que son más propias de periodos estivales.
Si esto sucede ahora se teme que los meses de julio y agosto sean aún peores.
Ceuta siempre ha reclamado, y lo seguirá haciendo ahora en foro plenario, un consenso con los gobiernos autonómicos para que la estancia de los inmigrantes en Ceuta sea la adecuada a la capacidad de los centros de acogida. Es decir, no tenar más menores que la capacidad de la que se dispone y que se cifra en la “aceptable” de 130/140.
De igual forma se aboga por la unión de todas las fuerzas políticas para reforzar los medios locales de atención a menores no acompañados.
Tras las entradas oficiales queda por conocer el paradero de niños cuyos padres dicen que cruzaron a Ceuta pero de los que no se conoce el paradero. Lo mismo sucede con adultos.
La constatación de que se echaron al mar la tienen, lo que les falta es la respuesta de que consiguieron bordear alguno de los espigones fronterizos.
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