El Tarajal. Hubo un mando policial que la definió como “las trincheras” del Sur de Europa. Esa frontera que llegó a ser calificada de línea tercermundista, más propia de los peores puestos del África subsahariana, escenario de conflictos continuados mientras atesora el ambicioso rol de garantizar la seguridad a todo un continente.
Ahora la Unión Europea se ha encargado de tirarle de las orejas al gobierno de Pedro Sánchez presentándole un grueso de “graves” deficiencias que debe solucionar en este punto que separa Ceuta de Marruecos. Una decena que alcanza las 66 si se añaden las otras problemáticas que la Unión ha encontrado en los pasos de Melilla o de Algeciras, por ejemplo. El Gobierno dispone de tres meses para ofrecer un plan de acción.
¿Y que tiene de malo el Tarajal? Pues según la UE que debe estar dotada de mejores medios y más controles y formación en sus agentes. Nada nuevo bajo el sol, pero que sí evidencia que no todo va bien en este último rincón de Ceuta.
“Se deben ealizar inspecciones fronterizas de conformidad con el artículo 8 del Código de fronteras Schengen y asegurarse de que todos los nacionales de la UE y de terceros países son inspeccionados sistemáticamente en las bases de datos de la UE, internacionales y nacionales pertinentes y que las impresiones dactilares de los nacionales de terceros países titulares de un visado de corta duración se comprueben sistemáticamente”, recomienda en este informe. “Hay que introducir una inspección sistemática de los peatones y las personas en vehículos a la salida; velar por que los documentos de viaje de los nacionales de terceros países se sellen de conformidad con el artículo 11 del Código de fronteras Schengen”, añade.
Hace unas semanas que técnicos de Interior visitaron Ceuta precisamente para implementar los primeros cambios de peso en el Tarajal, dando los primeros pasos en la instauración de medios de reconocimiento facial, algo que se sumará a las obras de mejora en la propia arquitectura del paso fronterizo, viejo, obsoleto y dotado hasta la fecha de malas y equivocadas inversiones.
La UE reclama “realizar regularmente sesiones informativas por turno de trabajo a fin de informar a todo el mundo de los riesgos y amenazas, incluidas las cuestiones relacionadas con la migración, las redes delictivas, el terrorismo…” así como “asegurar la plena conformidad de la expedición de visados con las disposiciones del Código de visados instalando el equipo necesario para su expedición en la frontera de El Tarajal”.
Europa reclama algo que es de cajón pero que no consigue alcanzarse. Pide, por ejemplo, que se introduzca un sistema permanente de formación de actualización para garantizar conocimientos en materia Schengen e insiste en que “hay que mejorar la comunicación entre la Policía Nacional y la Guardia Civil en la primera línea a fin de garantizar un mayor nivel de seguridad en la zona del paso fronterizo”.
Más medios, corrección de fallos, avances… Europa pide, en resumen, que la frontera sea lo que debiera ser. Que los controles garanticen una seguridad, que una Delegación del Gobierno no tenga que reconocer que hay que hacer cambios porque ni se sabe quién entra o quién sale. Porque hoy por hoy, más se sueña con unas garantías.
“Dotar a los guardias de fronteras en la primera y en la segunda líneas con equipos de control de documentos suficientes para poder realizar inspecciones documentales de conformidad con los requisitos de Schengen” es una reclamación de Europa como también “mejorar la infraestructura de comunicación que utilizan los agentes de primera línea para consultar las bases de datos nacionales, el SIS II y el VIS amén de garantizar una infraestructura adecuada para impedir la observación no autorizada de las pantallas de ordenador, en particular mediante la instalación de un cable más largo conectado a los lectores de impresiones dactilares”.
Faltan más agentes especializados en el veto a los delitos que florecen en el espacio fronterizo, aquellos que se hacen fuertes en un espacio que separa además dos mundos tan diferentes y enfrentados. Lo dice la UE, como también que se avance más en la detección de documentos falsos, que son la base de la comisión de delitos tan graves como el tráfico de personas, de drogas o el propio terrorismo.
Los controles de detección en vehículos, en documentos, en personas deben alcanzar el nivel que hoy no se tiene, aunque sí se reconoce que haya habido avances en este ámbito, como por ejemplo con la colocación de aparatos que leen las matrículas de los vehículos al objeto de poder verificar si se trata de robados.
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