Los asentamientos de inmigrantes se han convertido en un drama humanitario tan cercano en estos días como lejanas parecen las soluciones. Y es que durante más de un mes y medio se repite una situación que empieza a enquistarse y para la que nadie encuentra una solución. Las administraciones coinciden en afirmar que el fenómeno que Ceuta sigue viviendo en estos momentos es un problema humanitario; en que no se ha hecho lo suficiente para su erradicación; o en que ayudan y tienden la mano a estas personas inmigrantes.
Sin embargo, el problema persiste y los asentamientos, lejos de desaparecer, se pueden ver por diferentes puntos del Monte Hacho, Valdeaguas, la Cortadura del Valle, el Sarchal y el Recinto, entre otros puntos. Sin entrar en las condiciones en las que residen estas personas en los montes o en los acantilados de nuestra ciudad, a sus alrededores se agolpan restos y basura que podría permanecer en la zona cientos de años.
Personal de Medio Ambiente se afana en limpiar la zona y los ceutíes que cada fin de semana aprovechan el buen tiempo para disfrutar del patrimonio natural de nuestra ciudad advierten del peligro de los asentamientos de inmigrantes en el monte y del riesgo que se corre cuando estas personas hacen hogueras para calentar la comida ante la posibilidad de que pudieran provocar un fuego sobre todo de cara al verano y las altas temperaturas que ya se registran en Ceuta. La voracidad del fuego que podría propagarse rápidamente por estas construcciones llenas de plásticos, telas y cartones, además de obligar a desalojar a estos inmigrantes, podría causar graves daños al medio ambiente.
La construcción de estos asentamientos humanos en precarias condiciones, además de poder tener consecuencias adversas sobre el medio ambiente, genera toneladas de enseres de todo tipo y basura que estas personas originan al vivir en estas condiciones y que provocan una situación de insalubridad para ellos.
De hecho, estas viviendas generalmente son construidas por sus ocupantes con técnicas y métodos no convencionales, en terrenos ocupados ilegalmente que carecen de servicios de infraestructura y de equipamiento comunitario y en donde residen con un alto grado de precariedad y de insatisfacción en cuanto a necesidades básicas. Además, la falta de agua y de infraestructuras dificulta las medidas de protección en plena pandemia.
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