“¡Gracias Mohamed VI!, ¡gracias España!, ¡viva Ceuta!, ¡Bozaaaaa!”. No habían dado las cuatro de la madrugada cuando cientos de inmigrantes corrían por distintos puntos de la ciudad en dirección al CETI. Formaban parte del grupo de 600 personas que había elegido esa madrugada de temporal para intentar su entrada a la ciudad, consiguiéndolo 356, entre ellos solo dos mujeres originarias de Camerún. Esa noche una decena de guardias hacían servicio en el perímetro y dos resultaron lesionados causando baja.
Hubo lanzamiento de piedras, palos y hasta barras de hierro. Un enorme agujero en la valla hecho a base de cizallas sirve de reflejo de lo sucedido en una nueva madrugada de tensión en la zona perimetral. Una más de las que llevan sucediéndose en el mismo punto, a la altura de Sidi Ibrahim, y de las que se esperan más. Los agentes de servicio se encuentran solos para garantizar la seguridad en una parte del vallado en la que el factor sorpresa juega en su contra: no ven a los inmigrantes hasta que han cruzado la vaguada y, cuando llegan, carecen de personal porque los GRS tienen órdenes políticas de controlar a los porteadores, a pesar de ser un grupo destinado a Ceuta para cubrir el perímetro. “Nadie lo entiende, hasta que pase una desgracia”, apuntan fuentes consultadas por este periódico. “Éramos un puñado de guardias. Nos lanzaban barras de hierro, un compañero se lesionó, estábamos solo unos pocos ante 600 inmigrantes, ¿qué podían hacer?”, añaden. Tal fue la tensión registrada que hubo hasta tres solicitudes a la central para poder utilizar material antidisturbio, algo que fue prohibido en estricta aplicación de una directriz existente desde los sucesos del 6F. Sin gente, con unos GRS desviados en su utilidad natural... la Guardia Civil se ve anulada por completo en su vigilancia. Más aún cuando la misma está atravesando épocas curiosas de relajación en las fuerzas marroquíes. “Casi mil personas han entrado en menos de 72 horas, ya me dirás qué es esto”, reseñan las mismas fuentes.
Ayer mismo se conocían valoraciones del presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, que llegó a calificar la colaboración con Marruecos de “magnífica”. Las relaciones entre ambos países están en “su mejor nivel desde nunca y los responsables de las fuerzas y cuerpos de seguridad han puesto de su mano todo aquello que han podido, pero hay batallas que no son fáciles de dar”, precisó. Insistió en que la colaboración entre ambos países es “magnífica y quiero agradecerlo públicamente porque va en beneficio de los ciudadanos marroquíes, españoles y europeos”.
Tras reventar parte de la valla, los jóvenes emprendían camino al CETI en grupos, topándose con vehículos particulares, otros de la limpieza, unidades de la Policía Nacional activadas de urgencia. Por Tejar de Ingenieros, Juan Carlos I, Caballería, Benítez... portando banderas de España, con las ropas rotas, algunos sin zapatos... todos buscaban lo mismo: el centro de acogida. Y así volvían a repetirse las escenas del viernes, aunque en esta ocasión sin visita del secretario de Estado de Seguridad. Los residentes del CETI se asomaban a recibir a los compañeros recién llegados, los vigilantes del centro salían al exterior para ir indicando el recorrido a los recién llegados y la UPR los iba conteniendo en la entrada para ir pasándolos poco a poco a su interior. De nuevo los gritos de alegría, besos en el suelo, saludos a los policías, reparto de agua y hasta había quien se ponía a hacer flexiones. Se encomendaban a Dios o lanzaban mensajes a sus familiares nada más ver a las cámaras de FAROTV.
El ERIE de Cruz Roja trató a todos los recién llegados, desviando a una decena al Hospital. Uno de ellos quedó ingresado ya que se había cortado los tendones de una mano. La amplia mayoría tenía que ser suturada en pies, manos o partes del rostro. Los dos agentes de la Benemérita heridos causaban también baja, con rotura de ligamentos de la rodilla y contusiones en una mano, respectivamente. Sobre las 7.00 horas aún iban llegando grupos dispersos al CETI, el más grande, de 60 personas, localizado en el Mirador, perdido, tuvo que ser guiado hacia el centro. Entre ellos figuraba un joven con traumatismo y más con lesiones de golpes y cortes más aparatosas. Al otro lado quedaron los que no pudieron cruzar.
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