El jueves día 8 de diciembre se auguraba que no iba a ser un día cualquiera. Aparte de tener que felicitar a todas las mujeres que se llamen Inmaculada, también debía de mostrar mis respetos ante los militares infantes.
Pero también tuvo unos comienzos diferentes, antes de comenzar el partido de nuestro querido Ceuta.
En la tarde noche de ayer cuando viajaba hacia nuestra querida Perla del Mediterráneo, observé en el horizonte un la bella escena, donde nuestra Luna en todo su esplendor se asomaba y daba luz a la oscuridad de nuestra noche, asomándose y escondiéndose entre las nubes.
También nuestra kiosquera, donde siempre, antes del partido, me aprovisiono del correspondiente azúcar, en golosinas, y las pipas de rigor, estaba cerrada.
También observe en la zona donde los jugadores tenían la entrada, para entrenar, antes de la remodelación del campo José Benoliel, una pintura, donde se observaba, nuestra puesta en escena, de los colores de nuestra bandera: el blanco y el negro.
Ya metidos en el juego, hubo un mayor esfuerzo, control, y ganas en el partido y sobre todo que la primera ocasión, sería del partido por parte nuestra, no fue consolidada, por un primer gol, de los locales.
El juego transcurría y todos en las gradas veíamos un cambio drástico. Podíamos decir que estábamos disfrutando de nuestro equipo.
Pero antes de finalizar la primera parte, hubo un error en nuestra zaga, que fue aprovechada por nuestro rival.
Malos augurios se veía.
Las alas de la desgracia parecía que se estaban afianzando con el equipo ceutí.
La segunda parte fue una gran alegría.
Solo tocar la pelota una incorporación desde el banquillo propició un generoso pase y nos puso el empate en nuestro marcador.
Pero ahí no quedó la cosa.
No se puso el muro en funcionamiento y seguimos atacando, con el público a favor dando consignas a los suyos: "Sí se puede".
Y sí se pudo.
Metimos el segundo y un poco más adelante el tercero.
Por fin una victoria.
Era como todos los sufridos aficionados caballas daban la voz al Cielo.
Y yo añadiría que sin un jugador expulsado y con los once terminamos un partido, donde por fin la afición pudo divertirse y decir: Gracias Ceuta por tus ganas de darnos una alegría.
PD: Gracias señor delegado: ‘Guapo’, por transmitir tu suerte al equipo.