En estos días se está conmemorando, el aniversario de la muerte de González Tablas. Los actos como todos los años se celebran junto a la estatua que se levantó en su honor, en el paseo de las Palmeras. Las tropas de Regulares, cuerpo al que pertenecía, han rendido su particular homenaje desfilando ante su imponente escultura, que recordemos se inauguró en agosto de 1935, por el alcalde republicano Víctori Goñalons.
Pero toda gran historia, como esta, siempre tiene tras ella, lo que llamó Miguel de Unamuno la intrahistoria. Comparaba este escritor a la historia oficial con los titulares de prensa, en oposición a la intrahistoria como todo aquello que ocurría pero no publicaban los periódicos. Más popularmente, todo aquello que está a la sombra de lo más conocido históricamente. Pues todo esto, es más o menos, lo que pasó con la estatua a González Tablas.
Su escultor, el madrileño Pérez Comendador tras terminarla en 1931, manifestaba en el diario ABC: "Créame, que nunca pude sospechar que en mi vida de artista me ocurriera cosa tan peregrina, no puedo venderla, ni regalarla, ni destruirla, porque no es mía, porque me la pagaron. ¡Y nadie la quiere!".
Esta curiosa historia comienza hacia 1929, cuando Millán Astray, organiza una suscripción nacional con el fin de recaudar dinero para realizarle una estatua a su compañero de milicia. En Madrid se abrió la cuestación y en pocos meses se recaudó lo necesario para costear el trabajo del escultor. Una vez terminado el autor contactó con Millán Astray, para entregarle la obra. Ante la sorpresa del artista, este le contestó que no podía hacerse cargo de ella, ya que tras caer la dictadura de Primo de Rivera, y proclamarse en abril de 1931, la Segunda República, ya no está al frente del ministerio de la Guerra, con quien el habló, y debe ser, el nuevo ministro republicano quien debe decidir sobre la escultura. Ante esta respuesta, Pérez Comendador contacta con los familiares de González Tablas quienes les manifiestan que ellos no pueden hacer nada, pues la pagó una comisión y no es de ellos.
Pasan los años y el escultor tiene en su estudio de Madrid la majestuosa talla y no sabe que hacer con ella. No le queda otra salida que salir en los medios de comunicación y explicar esta situación y así es como el diario ABC, se hace eco de esta curiosa historia. Las manifestaciones del escultor en el periódico son claras: “Créame, que nunca pude sospechar que en mi vida de artista me ocurriera cosa tan peregrina como está. He aquí una estatua que constituye para mí un problema pavoroso y obsesionante. No puedo venderla, ni regalarla, ni destruirla, porque no es mía, porque me la pagaron los miembros de una Comisión. La familia de González Tablas porque dice, con razón que ni la estatua es suya ni tendría donde colocarla. Yo creo que el Gobierno podía y debía colocarla en algún sitio, en algún cuartel, en una academia ó en cualquier dependencia militar".
Por fin, el 28 de septiembre de 1934, la corporación municipal recibe del Ministerio de la Guerra, un escrito donde le otorga la cesión de la escultura. En un principio se pensó emplazarla en la academia General Militar de Zaragoza. Pero tras las múltiples gestiones del alcalde republicano Víctori Goñalons se consiguió su traslado a Ceuta. Se estudio la posibilidad de instalarla en el cuartel del Grupo de Regulares, esta opción se desechó y definitivamente su ubicación fue en la calle Edrisís, en el popular paseo de las Palmeras.
González Tablas en Ceuta
Su vinculación con Ceuta tiene dos afinidades, una militar, ya que desde junio de 1915 se encontraba destinado en el Grupo de Fuerzas Regulares Indígenas número 3, el cual llegó a mandar cinco años más tarde, ostentando el empleo de teniente coronel. Y por lazos sentimentales, ya que, contrajo matrimonio en 1920, con Carmen Cerni y Mas, hija de Ricardo Cerni González, alcalde de Ceuta entre 1891 a 1894 y propietario de la popular Casa de los Dragones.
González Tablas había nacido en Pamplona en febrero de 1879, ingresando en la Academia General de Toledo con tan sólo 15 años. Marchando a Cuba dos años después. Cursa sus estudios en la Escuela Superior de Guerra. Asciende a capitán en 1904. Perteneciendo al Regimiento de Sicilia. En 1909 marchó voluntario a Melilla, asistiendo con el Batallón de Cazadores a la toma de la Alcazaba de Zeluán. Tras un breve paréntesis en la península, el 7 de enero de 1912 volvió a Melilla. En los exámenes de tercer curso superior de la Academia de Árabe de Ceuta obtiene la calificación de sobresaliente. Los Regulares de Ceuta, cambian en 1917 su ubicación, pasando del Ángulo, donde siempre estuvo la milicia voluntaria, al nuevo acuartelamiento en la barriada de San José, donde González Tablas se encuentra destinado. Asciende por antigüedad al empleo de teniente coronel el 4 de octubre de 1919 y fue recompensado un año después con la Cruz de la Orden Laureada de San Fernando, siendo ese mismo año nombrado Gentilhombre de Cámara del Rey Alfonso XIII.
En 1935 se inauguró su estatua
Desde primeras horas de la mañana del 8 de agosto de 1935 el actual paseo de las Palmeras se encontraba repleta de ceutíes deseosos de vivir una jornada histórica con la inauguración de la escultura a González Tablas. En la presidencia sus dos hijas, Carmen y Victoria Eugenia, así como el Ayuntamiento en pleno bajo mazas, con su alcalde, el Republicano Víctori Goñalons, junto a Rico Avelló, Alto Comisario. El compañero de milicia y organizador de la cuestación Millán Astray, leyó unas palabras en homenaje al jefe de los regulares, y al mismo tiempo realizar la entregar oficial de la talla al pueblo de Ceuta: “… La más grata misión que tengo en mi vida es este conmovedor acto de entregar al pueblo de Ceuta esta estatua que por suscripción nacional, honra y enaltece la memoria de González Tablas, quien es un héroe ya legendario, es, con su figura gloriosa, una de los que forjaron la grandeza inmarcesible de España…”. Terminando haciendo un canto fraternal a la vida y hechos del homenajeado. A continuación el alcalde Víctori Goñalons pronunció unas emotivas palabras. Tras las intervenciones la hija mayor de González Tablas, Carmen descubrió la estatua, desfilando a continuación las tropas de Regulares.
Actualmente el acuartelamiento de Regulares en Ceuta, recibe su nombre. En este centro militar existe una verdadera “perla” donde poder investigar y profundizar en la vida no sólo de González Tablas sino en buena parte de la historia de Ceuta. Nos referimos al Museo Específico de Regulares, un gran archivo donde las facilidades son máximas para poder investigar.
Tras la exposición en diciembre de 1989 "Los Regulares en el tiempo”, se decide la creación del Museo y su potenciación. Dentro de sus dependencias el denominado Rincón de Tazarut, expone la lápida conmemorativa del monumento que se erigió en el mismo lugar en que cayó mortalmente herido, e inaugurado por el Alto Comisario García Valiño en 1955. También sobre González Tablas se conserva un cuadro de Mariano Bertuchi, que representa el acto de imposición al cadáver de la medalla militar Individual por parte del general Berenguer, el 13 de mayo de 1922, en el campamento del Zoco el Jemis de Beni Aros. También se encuentran sus condecoraciones, destacando su Cruz Laureada de San Fernando y la Llave de Gentilhombre de Cámara que le concedió el Rey Alfonso XIII.
Alfonso XIII honró su memoria con la creación del marquesado de González Tablas, que hoy en día ostenta su nieto Santiago Chamorro González-Tablas. Su muerte despertó un extraordinario eco en toda la prensa española. Periódicos y revistas publicaron biografías, semblanzas y documentos gráficos, el Congreso de los Diputados también se hizo eco de su memoria.
Los ceutíes le rindieron un sentido homenaje el día de su entierro, 15 de mayo de 1922. El cadáver, después de su traslado desde Tetuán fue depositado en su domicilio, en los pabellones de la Alhambra, en las Puertas del Campo, donde se instaló la capilla ardiente, comenzando enseguida el desfile de ceutíes. El día 16, a las 11 de la mañana y entre una gran manifestación de duelo, fue oficiado el entierro, descansando su cuerpo en el panteón de la familia Cerni en el Cementerio de Santa Catalina.
Mortalmente herido
La muerte del teniente coronel Santiago González Tablas tuvo lugar en 1922, en las operaciones llevada a cabo en la zona occidental del Protectorado al ocupar Tazarut. El 12 de mayo, tres columnas operaron para lograr ese objetivo. La operación fue dura, las fuerzas que mandaba recibieron un intenso tiroteo protegidos por un terreno pedregoso y con mucho arbolado y monte bajo. De una descarga cayeron a un tiempo González Tablas y el comandante Medina, cada uno con dos balazos, de vientre y mano el primero y de vientre y muslo el comandante. Inmediatamente se les trasladó a Aman, donde tenía el hospital el doctor Gómez Ulla por un camino difícil, se tardó más de dos horas en la evacuación. Después de ser operado no recobró el conocimiento, muriendo el 13 de mayo. Al día siguiente se le trasladó al campamento de Jemis de Beni Arós. A la una de la tarde de ese mismo día llegó a Tetuán, procedente del zoco El Jemis, el furgón de Sanidad conduciendo los cadáveres del teniente coronel González Tablas, el teniente Corro y el teniente de Caballería García Sánchez.
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