El Gobierno ha defendido la actuación que se llevó a cabo el pasado 5 de noviembre, ante una de las
tragedias migratorias de mayor calado sucedidas en dos puntos del país: Melilla y Caños de Meca-Barbate. Las travesías estuvieron marcadas por el fallecimiento de varios inmigrantes marroquíes y subsaharianos, cuyos cadáveres (en el caso de los magrebíes) pudieron ser enterrados en sus ciudades de origen tras su paso por la frontera del Tarajal. En una respuesta ofrecida al senador Jon Iñarritu, en el caso de la tragedia de Barbate se hace indicar que la Guardia Civil recibió una llamada informando del desembarco, comprobándose la existencia de una patera que había naufragado al chocar contra unos arrecifes. Podían viajar entre 40 y 46 personas, recuperándose hasta 23 cuerpos sin vida. La respuesta del Gobierno no ahonda en la forma en que se llevó a cabo el operativo posterior para la identificación de los cadáveres ni su localización, cerrando la cronología con la interceptación de 22 supervivientes. De los fallecidos se sabe que han sido en su mayoría identificados y que buena parte ha podido ser repatriada a su país tras el desembarco de los cadáveres en Ceuta. En el caso de Melilla, el Gobierno informa de que la Benemérita fue alertada de la llegada de una embarcación con inmigrantes entre los que había fallecidos, comprobándose, a la llegada a puerto, que era de subsaharianos y que algunos de sus ocupantes estaban ya muertos, ordenándose el ingreso de los supervivientes en el CETI al no ser de origen magrebí.