El Consejo de Ministros ha aprobado este martes la nueva norma sobre el uso de mascarillas que elimina la obligación de llevarla en todo el país, también en Ceuta, en la mayor parte de los interiores, excepto en centros sanitarios y sociosanitanitarios y en todos los transportes.
El real decreto, que entrará en vigor este miércoles una vez se publique en el Boletín Oficial del Estado (BOE), deja en manos de las empresas la potestad de imponer o no su uso a los trabajadores a partir de la valoración que hagan los servicios de prevención de riesgos laborales, mientras que en el resto de ámbitos pasará a estar solo recomendada. Así se pone fin a dos años de mascarilla obligatoria en lugares cerrados.
Será por ejemplo el caso de los colegios, donde ya no será obligatorio llevar mascarilla en las aulas, aunque sí se aconsejará para los profesores con alguna vulnerabilidad; tampoco se exigirá en comercios, supermercados, restaurantes y bares, así como gimnasios, teatros, cines o conciertos, pero sí será recomendable para personas con factores de riesgo.
En ámbitos sanitarios, tendrán que ponérsela visitantes y trabajadores de hospitales, centros de salud o de transfusión de sangre y farmacias, salvo para las personas que estén ingresadas, o residencias, en las que tampoco los mayores tendrán que ponérsela.
Y toda la población en transporte aéreo, por ferrocarril, por cable, autobuses y VTC y en los barcos cuando no se pueda mantener 1,5 metros de distancia.
Una decisión que ha sido posible porque la situación de la pandemia así lo permite: a la "altísima cobertura vacunal" del 92 % en mayores de 12 años se suman unos indicadores a la baja y una disminución de la gravedad de la enfermedad, ha explicado en rueda de prensa la ministra de Sanidad Carolina Darias.
Es, en definitiva, una norma de "sentido común", tal y como dijo este lunes el presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, convencido de que "mucha gente" continuará llevándola "como elemento de protección". Porque que se acabe con su obligatoriedad no quiere decir que quien quiera ponérsela pueda hacerlo.
La norma llega tres semanas después de que España haya inaugurado una nueva fase de la pandemia en la que ya solo se cuentan los casos graves y en entornos vulnerables y en la que las personas con síntomas leves o sin ellos no deben aislarse. Por ello, la relajación divide a quienes opinan que aún es pronto para quitarse la mascarilla y lo que creen que ya ha llegado el momento.
Así por ejemplo, la viróloga del Centro Nacional de Biotecnología (CNB-CSIC) Sonia Zúñiga apuntaba esta semana a Efe que sería "prudente" esperar a ver cómo funciona esta nueva estrategia; "podría ser sensato", añadía, retirar las mascarillas de "manera gradual", comenzando por ambientes con menor riesgo, como los colegios, como propusieron en su día los pediatras.
"Es todavía un poco prematuro hacer una evaluación completa" de esta nueva fase, coincidía la Sociedad Española de Epidemiología (SEE), que precisaba además que la movilidad de la Semana Santa y otras festividades podría modificar la situación, por mucho que los indicadores de gravedad estén bajos.
Mientras que para el microbiólogo de la Universidad de Navarra Ignacio López-Goñi "ya es hora" de quitársela en interiores, si bien puntualizaba que el hecho de que no vayan a ser obligatorias "no significa que no sean recomendables".
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