El Juzgado de lo Contencioso Administrativo número 2 de Ceuta ha condenado a la Ciudad al pago de 27.412 euros a una persona que perdió uno de los dedos de su mano practicando baloncesto en la explanada situada en el parque de Juan Carlos I.
La sentencia, a cuyo contenido íntegro ha tenido acceso este periódico, es firme y estima el recurso interpuesto por el afectado cuyos intereses han estado representados por el Bufete de Cabillas, Duarte&Ruiz, en contra de la postura adoptada por la Administración que se oponía a asumir su responsabilidad en este accidente, ocurrido en septiembre de 2016.
La víctima sufrió la amputación de un dedo de la mano derecha al intentar encestar en una de las canastas y tras quedársele enganchado el anillo con uno de los pernos que sujetaban la red metálica de la canasta, cuyos salientes se encuentran situados hacia arriba.
Lo más grave de este caso es que es idéntico a otro suceso de las mismas características ocurrido años antes y por el que la Ciudad también fue condenada, en sentencia conocida en febrero de este año en relación a unos hechos ocurridos en diciembre de 2015. Entre un caso y otro no se habían adoptado medidas correctoras para impedir accidentes tan graves.
Hoy, tampoco se ha hecho. La condena de este segundo caso, cuya sentencia fue notificada ayer a las partes, hace mención expresa a que la Administración nada hizo desde el primero de los percances.
“No ha adoptado ni una sola medida tendente a evitar que el mismo se repitiese, lo que efectivamente sucedió, poniendo en constante peligro la integridad física de los numerosos ciudadanos que hacen uso de esa instalación deportiva municipal ubicada en un parque urbano”, recoge la sentencia. “Tal circunstancia recoge un plus de responsabilidad, una responsabilidad agravada de tal magnitud que refuerza su título de imputación hasta el punto de hacerla única responsable del siniestro”, concreta.
En casi 28.000 euros se cifra esa indemnización por la pérdida de un dedo, sin que la Administración tenga excusa alguna para solventar esa condena. Se lo dice un juez, aunque por parte de la propia institución municipal se aportara, a modo de defensa, los mismos argumentos que no le valieron para la primera de las condenas por un accidente igual.
La Administración quiso echar la culpa a la víctima, indicando que había jugado al baloncesto sin despojarse del anillo que portaba, “siendo de común conocimiento el deber de quitarse los anillos y pulseras antes de dicha práctica deportiva”.
El magistrado replica en su sentencia que “no puede compartirse el argumento” relativo a que toda persona “que juega al baloncesto conoce que antes debe quitarse los anillos y pulseras”. Para que dicha alegación pueda producir el efecto pretendido que no es otro que eximir o minorar su responsabilidad, “sería exigible la prueba de dicho conocimiento, resultando que en modo alguno puede tenerse por acreditado un conocimiento por parte del recurrente de que es práctica habitual quitarse los anillos antes de jugar al baloncesto para evitar accidentes como el acaecido. Cuestión bien distinta hubiese sido la existencia de carteles advirtiendo del peligro que ello representaba, lo cual tampoco acontece”.
La condena recoge que se dan los requisitos para la misma, por cuanto existe un daño efectivo, la lesión ha sido consecuencia del funcionamiento normal o anormal de los servicios públicos y no por fuerza mayor, además de existir una relación de causalidad entre el funcionamiento del servicio público y el daño o lesión. Las conclusiones manifestadas en esta sentencia son idénticas a la que le precedió por otro caso similar y que también ha sido ganada por el mismo bufete de abogados de nuestra ciudad. En esta primera sentencia, se le condena a la Ciudad al pago de 18.922 euros por la amputación de un dedo sufrida por otra víctima de unas canastas que no cumplen con las mínimas normas de prevención.
Casi 47.000 euros, de momento, por la falta de atención en unos medios que ofrece el Gobierno local para la práctica del deporte al aire libre. El Juzgado le ha respondido en ambos casos de la misma manera: la culpa es única y exclusivamente de la Administración por disponer de unos medios que no cumplen con las mínimas garantías para que no se sucedan hechos tan dramáticos como la pérdida de un miembro. Ni tan siquiera alerta, con cartelería, a los usuarios de los cuidados que deben tener y mantiene las canastas sin cumplir con las normas para que estén en unas condiciones de uso correctas, sin causar riesgos que pueden derivar en lesiones a quienes practican el deporte.
Clavos, objetos cortantes, falta de alumbrado... La Marina sigue igual
Las vidas de las dos personas que perdieron un dedo jugando a baloncesto en dos hechos diferentes y espaciados en el tiempo ha cambiado. Han visto cómo la justicia les ha dado la razón y ha condenado a la Ciudad a pagarles una indemnización por los daños sufridos, pero ellos arrastran el ser víctimas de unas instalaciones que deberían estar en buen estado y que, incongruentemente, tras dos condenas, siguen igual peor. Las canastas no se han arreglado y presentan las mismas deficiencias que causaron la amputación de los dedos de estas dos personas.
No se han retirado y cambiados por otras. Llevan en el mismo estado desde que se pusieron: oxidadas y con objetos punzantes que siguen produciendo accidentes entre quienes practican el baloncesto que encuentran en este lugar el único libre ya que los pabellones siempre están ocupados. Pero el estado de las canastas es solo un detalle del abandono que se extiende a toda la zona de La Marina elegida para el desarrollo del deporte.
Clavos y objetos cortantes en los suelos, focos de luz que ni alumbran y quedan tapados por las ramas de los arboles, no hay fuentes para beber, las porterías están oxidadas y desatornilladas del suelo. No hay redes para proteger a los que pasean por la zona de posibles balonazos... La Administración a pesar de las condenas sigue sin ordenar arreglos urgentes para recuperar la seguridad.
Todo esta destrozado, las calzadas, las carreteras, y en referencia al deporte.......... todo esto destrozado.
Eso sí, he escrito dos libros.