Los asiduos de zonas relativamente alejadas del ajetreo urbano donde buscar refugio en coche de miradas ajenas, como las pistas mejor acondicionadas que atraviesan García Aldave o la pista hormigonada que, por detrás de las torres del Sarchal se encarama hacia la fortaleza del Hacho se pueden encontrar con frecuencia con decenas de pequeñas botellitas metálicas vacías como las que los ciclistas usan en las bombas de última generación. No llevan, sin embargo, CO2, como las de los deportistas, sino N2O, óxido nitroso, “un fluido cuyas propiedades analgésicas e hilarantes descubrió en el siglo XIX el dentista Horacio Wells, que observó cómo, tras su consumo, un individuo sufría un ataque de risa y un importante traumatismo sin mostrar señales de dolor”, según explica la responsable del Plan Sobre Drogas y Otras Conductas Adictivas de la Consejería de Sanidad, Cleopatra R’Kaina.
El óxido nitroso sigue usándose en las consultas odontológicas como analgésico sedante bajo control médico en dosis rebajadas a entre un 5% y un 25%. También ha empezado a emplearse en obstetricia para relajar a las parturientas y se le ha encontrado utilidad para hacer espumas reposteras en restauración con sifones e incluso en el ámbito de la automoción.
Como psicotrópico en contextos lúdicos y bajo el nombre de ‘gas de la risa’ llegó a España de la mano de los turistas británicos que aterrizaban en Baleares, donde primero se popularizó su consumo indirecto una vez descargado en globos para su inhalación compartida.
“Está introducido en ciertas zonas de ocio conceptuado por los jóvenes como una nueva y barata forma de drogarse sin ser conscientes del verdadero peligro para la salud que conlleva”, alerta R’Kaina sobre una sustancia que en España “es legal”. “Cualquiera pueda comprar esos cartuchos metálicos del tamaño de un mechero en establecimientos especializados o por Internet a un precio asequible y el grave peligro es que cualquiera puede conseguirlas, hasta un menor de edad”, advierte.
Entre las propiedades del N2O, está la de ser “un potente depresor del sistema nervioso central” que genera “efectos muy similares a los de la inhalación de pegamento”. “Sus consumidores buscan su efecto euforizante y los trastornos psicodislépticos que genera, efectos que sobrevienen por la privación de oxígeno que produce el gas”, amplía R’Kaina.
Ni la Policía Nacional ni la Local han intervenido partidas de óxido nitroso en Ceuta o detectado puntos de consumo del mismo, pero su inhalación en vehículos también parece habitual a juzgar por las cápsulas que pueden verse abandonadas en algunos viales y, sobre todo, junto a semáforos.
“Como droga recreativa es la séptima más usada del mundo, según la Global Drug Survey, una encuesta global que se hace cada año a través de Internet, y su consumo comienza a preocupar en los países en los que tiene más éxito, como Alemania, Reino Unido o Holanda, ante la alarma que generaron algunos casos de trastornos neurológicos por su inhalación”, señala la responsable del Plan de Sobre Drogas de Ceuta. En España sólo ha asomado “muy tímidamente” en Baleares, donde se prohibió su venta, o en la Costa del Sol, pero los expertos asumen que “una de nuestras prioridades debe ser anticiparnos a los fenómenos y prevenir”.
“Pese a ser más segura que otras sustancias, no hay droga inocua: su uso conlleva una alteración del umbral del dolor y del grado de alerta y consciencia que puede derivar en un marcado incremento en el riesgo de sufrir lesiones o accidentes” También se asocia con alucinaciones, confusión, entumecimiento persistente y lesiones.
Además, presenta efectos adversos significativos cuando se administra durante periodos largos o de manera repetida. En casos extremos puede dar lugar a la muerte si se ingiere en grandes cantidades que conduzcan a la asfixia.
“En las botellas se advierte que no es apto para el consumo humano [de forma directa del cartucho puede generar “graves quemaduras” en las vías respiratorias] y desde 2006 se han registrado 17 muertes por la inhalación de ‘gas de la risa’, casi todas en Inglaterra, el país donde más óxido nitroso se consume”, explica R’Kaina, que avisa de que “si la Policía entiende que alguien está ofreciendo la inhalación del gas le puede imputar un presunto delito contra la Salud Pública”. Además, si los agentes consideran que alguien en posesión de óxido nitroso puede provocar un conflicto con su comportamiento “también está facultada para requisarle la mercancía por desorden público”.
“Las consecuencias directas del consumo del N2O son menos llamativas que las de la cocaína o la heroína, pero eso no quiere decir que no puedan ser graves”, resume R’Kaina, quien alerta de que “su consumo suele combinarse con drogas como alcohol, con lo que sus efectos destructivos se multiplican.
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