Ceuta tiene barriadas, calles, plazas, residencias militares y otros lugares emblemáticos que les dieron nombre ilustres soldados. No en vano, es una plaza eminentemente militar, por la que han pasado valientes defensores de la ciudad, héroes de guerra de todas las Armas y Cuerpos, y comandantes generales que hicieron algún bien a la plaza o a la población. Por ejemplo, con frecuencia suelo poner de relieve en mis artículos los excelentes servicios prestados a Ceuta por los Ingenieros militares; y de verdad que no lo hago sólo por mera simpatía o simple inclinación hacia dicha Arma - aunque tampoco niego que siento hacia la misma gran afecto - sino por estar completamente convencido de que, al ensalzarla, no hago otra cosa que tratar de ser objetivo y justo. Por ejemplo, Ceuta tuvo un comandante general, José García Aldave, que, precisamente, también procedía de Ingenieros, y que en la ciudad casi no hace falta decir que fue el que le dio nombre a la parte montañosa y más alta del Poniente limítrofe con la frontera marroquí, que también suele llamarse “Posición A”, y que es uno de los lugares desde donde más y mejor se divisa todo el entorno de Ceuta y sus preciosos alrededores, como vistas, paisajes, bosques, embalses, pistas, torreones, etc.
Pero si por algo todavía más emblemático es conocido en Ceuta el nombre de García Aldave, es porque ese monte alberga en su seno el cuartel que fue – y todavía sigue siendo – cuna de La Legón; porque allí fueron a parar los primeros legionarios que en 1920 iban a ingresar en lo que entonces empezó a llamarse el Tercio de Extranjeros, algo así como los pioneros de nuestro actual Ejército profesional, aunque entonces ingresaran en dicho Cuerpo de élite por motivos bien distintos. Y en dicho Acuartelamiento se formaban y adiestraban como antesala a su posterior bautizo de guerra o entrada en combate en las numerosas hostilidades bélicas que se desataron en el antiguo Protectorado español en Marruecos. Luego, se formarían nuevos Tercios en otros lugares, que igualmente llevan a cabo una magnífica labor; pero, eso sí, los primeros y lo más granados de La Legión, tuvieron su primera base o destino en el cuartel legionario de García Aldave y después en Dar-Riffien, que desde su creación siempre fueron vivero fértil de valientes soldados.
La historia del acuartelamiento de García Aldave se inició en el año 1860 cuando el Ejército de Operaciones ocupaba una parcela en la zona para construir unos barracones provisionales que recibieron el citado nombre de "Posición A". El cuartel, para quienes no hayan estado en Ceuta, está situado en la cima del monte, en una posición donde se controla todo el Estrecho de Gibraltar y también se puede uno recrear contemplando una bella panorámica, con vistas a Ceuta, los dos mares que la bañan y el paso fronterizo que separa Ceuta de Marruecos, las costas de la Península, etc. El año 1909 se construyeron en el lugar dos barracones de madera hasta que entre los años 1915-1920 sirvió como sanitario para atender a 200 convalecientes del Ejército, recibiendo en 1919 el nombre de García Aldave, debido al impulso que el general del mismo nombre – como buen Ingeniero zapador – dio a la construcción del acuartelamiento y a aquella posición fronteriza, tan estratégica para la defensa de Ceuta; para luego terminar convertirse en 1920 en sede de la primera y sucesivas expediciones de los caballeros legionarios, siendo posteriormente acuartelamiento de la V Bandera del Tercio Duque de Alba, II de La Legión, y escenario de miles de actos castrenses de los legionarios con sus desfiles marciales y honores a los caídos con su Cristo de la Buena Muerte; lo mismo que por sus tribunas han pasado centenares de invitados a los "Sábados Legionarios", tanto de Ceuta como de la Península, y donde el heroico Cuerpo dejaba constancia de la simbiosis que siempre ha existido entre pueblo y Ejército en Ceuta, y más concretamente entre La Legión y la sociedad civil, que tanta tranquilidad da a la población con su eficacísima protección..
Había nacido este ilustre soldado el 1-08-1845. Siendo general de división fue nombrado Gobernador Militar de Cartagena y, en junio de 1907, de Ceuta. Ascendió a teniente general por Real Decreto de 13-04-1910, y por otro de 25 de agosto siguiente, fue nombrado capitán general de Melilla y después de la III Región Militar con base en Valencia. Pero lo que se conoce muy poco es que, debido a los méritos y circunstancias que en él concurrían, el Rey Don Alfonso XIII por Real Decreto de 6-03- 1913, le concedió el Título de Marqués de Guelaya. Decía así la disposición: Queriendo dar una prueba de Mi Real aprecio al teniente general D. José García Aldave por los relevantes servicios que ha prestado a la Patria, y de acuerdo con el parecer de Mi Consejo de Ministros, Vengo en hacerle merced de Título del Reino con la denominación de Marqués de Guelaya, para sí, sus hijos y sucesores legítimos. Dado en Palacio a 6-03-1913. Durante el mando del General García Aldave, se desarrolló con éxito la que se denominó campaña del río Kert contra los rifeños. Poseía este militar, entre otras condecoraciones, tres Grandes Cruces rojas del Mérito Militar, dos de ellas pensionadas, y la Gran Cruz de San Hermenegildo. La denominación de marqués de “Guelaya”, elegida para el Título nobiliario que se le acababa de conceder, se refiere a la región natural del norte de África de la que era capital la ciudad de Melilla; y probablemente porque en ese momento el General García Aldave estaba al frente de aquella Comandancia General es por lo que escogió ese nombre para la nueva gracia que el Rey le otorgaba en reconocimiento de los grandes servicios prestados a la Patria.
Había, sin embargo, un inconveniente para la expedición del Real Despacho. Conforme a la normativa vigente en aquella época era necesario satisfacer el Impuesto sobre Grandezas y Títulos, cuya cuantía era muy elevada, de tal manera que a quien no abonaba los derechos establecidos no se le expedía la Real Carta y, en consecuencia, se consideraba que no había entrado en posesión del Título, y éste quedaba “no nacido” y sin efectos. Cabe suponer que al general García Aldave debía de resultarle sumamente oneroso el desembolso de la cuota establecida. Pero, como en otros casos en que se había querido distinguir a una persona con una dignidad nobiliaria, bien por razones económicas o bien por entender que el reconocimiento de eminentes servicios prestados a España debía ampliarse a la exención de la cuota tributaria que gravaba la concesión de un título, pues el Gobierno remitía a las Cortes un proyecto de ley exonerando del impuesto de Grandezas y Títulos el otorgamiento de la merced,ya que sólo por una norma con rango de ley era posible tal exención. Esto se había hecho por aquellos años con los Títulos de Duque de Cánovas del Castillo, concedido a la viuda del insigne estadista asesinado; con el de Duque de Algeciras, otorgado a la madre del ilustre Ministro de Estado al que se debió el éxito diplomático para España de la Conferencia de Algeciras, celebrada en 1906; y con el de Marqués de Moret, despachado en 1914 a la hija del conocido político gaditano de este apellido, entre otros.
Con este motivo, la Gaceta de Madrid del 26-10-1913 publicaba un Real Decreto del día 23 anterior por el que se autorizaba al Gobierno a presentar a las Cortes un proyecto de ley concediendo la exención del pago del impuesto sobre Grandezas y títulos al Marquesado de Guelaya otorgado al Teniente General don José García Aldave por Real Decreto de 6 de marzo último por sus relevantes méritos. Previamente, por Real Orden de 28 de junio de aquel mismo año se le había concedido una prórroga de seis meses para el pago del Impuesto. No se sabe si el proyecto de ley comenzó siquiera a tramitarse, porque al poco tiempo quedaron disueltas las Cortes. Y, como al quedar disueltas los proyectos de ley que no hayan llegado a aprobarse quedan sin efecto y no pueden ser tramitados por el Congreso entrante, sino que es preciso que el Gobierno presente un nuevo proyecto de ley para que la nueva Cámara le pueda dar curso, pues el título de marqués del General García Aldave quedó así “no nato”, no nacido. Mientras todo esto sucedía, el general García Aldave continuaba su brillante carrera militar. Por Real Decreto de 5-03-1914 fue comandante general del Cuerpo y Cuartel de Inválidos. A finales de marzo de ese mismo año 1914 quedaron constituidas las nuevas Cortes, y ya no se llegó a tiempo de renovar el nombramiento de marqués, porque el general García Aldave falleció el 28-04-1914. Por este motivo, al no haberse satisfecho el impuesto ni expedido el Real Despacho, el citado Título no pudo tener efectividad.
Otro dato muy poco conocido es que un hijo suyo, José García-Aldave y Mancebo, que también era general de brigada al estallar la Guerra Civil en 1936, fue fusilado por el Frente Popular cuando desempeñaba el cargo de Gobernador Militar de Alicante. Era de ideología derechista y de profundas convicciones religiosas y, entonces, se vio ante el dilema de obedecer a la República o a las llamadas Fuerzas Nacionales. Pretendió ser neutral, pero ante la actitud algo dubitativa, finalmente fue fusilado. Primero, le llamó el gobernador civil republicano Francisco Valdés Casas, requiriéndole para que hiciera ondear la bandera republicana en los edificios militares, y obedeció. El Gobernador Valdés se dirigió por radio a los alicantinos, rindiendo un ferviente homenaje al general de la plaza, por su honor y disciplina, y que no se había rendido bajo el poder de nadie, sino bajo su voluntad soberana para defender la República. Pocos días después García Aldave era relevado del mando a petición propia. A continuación, y no obstante el testimonio del gobernador civil, fue detenido, procesado por su tentativa de adhesión al alzamiento militar, condenado a muerte y fusilado, porque asistió a una cena de la llamada Hoguera del Distrito del Teatro, del que era “bloquerer de honor” y pronunció unas palabras inquietantes para los comensales. A los “brindis” les dijo que al año siguiente “él ya no estaría allí, porque Dios sabrá el rumbo que habría tomado España”. Entonces, el ministro Martínez Barrio le llamó para preguntarle si estaba con la República o con los sublevados, a lo que García-Aldave contestó: “Cumpliré con mi deber como siempre. No estoy contra el Gobierno, pero si mis compañeros jefes y oficiales se manifiestan, nunca me pondré frente a mis hermanos de armas”. El Gobernador Militar derechista de Valencia le ordenó que sacara las tropas a la calle, y así lo hizo. Por tales motivos, terminó siendo condenado a muerte por un tribunal popular, que lo ejecutó el 18-01-1937.