La Fundación Premio Convivencia cumple estas semanas 25 años, aunque tiene muchas fechas para elegir cuándo celebrarlo. El 12 de noviembre de 1998 la Asamblea de Ceuta acordó su constitución para fomentar la vida “en paz, igualdad y libertad” premiando a personas e instituciones cuya labor contribuyese “de forma relevante y ejemplar en las relaciones humanas”.
A mediados de diciembre de ese mismo año se formalizó su creación y el 20 de enero de 1999 se inscribió en el Registro de Fundaciones Culturales de Competencia Estatal.
Ese mismo año el expresidente del Gobierno central Adolfo Suárez fue distinguido con el primer galardón por haber contribuido de forma relevante y ejemplar al fomento de los valores de justicia, fraternidad, paz, libertad, acceso a la cultura e igualdad entre los hombres”, reproducción literal del Acuerdo Plenario impulsado, entre otros, por Juan Luis Aróstegui, que hoy cree que el proyecto no ha desarrollado todo su potencial.
A Suárez le siguieron como premiados, todavía cada año, los Hermanos Franciscanos de la Cruz Blanca, Mensajeros de la Paz, Dominique Lapierre... Después de Sonrisas de Bombay, en 2010, el Premio Convivencia se convirtió en bianual. Malala Yousafzai es, hasta ahora, la única que no ha podido venir a recogerlo. El último ganador ha sido Joan Manuel Serrat, que lo recogerá el 25 de enero.
Pero la fundación, que por fin cuenta con una sede digna de tal nombre en la Estación de Ferrocarril, es mucho más que su galardón. Así lo defiende la actual consejera de Educación y Cultura, Pilar Orozco, que explica que “organiza una media de 35 propuestas anuales diferentes, aunque no toda esa actividad tiene una repercusión pública directa, por lo que uno de los objetivos que se persigue es el de reforzar la estrategia de comunicación y difusión, adaptando su potencial a las nuevas realidades”.
Entre dichas propuestas destacan, por ejemplo, la apuesta por la Orquesta Sinfónica Internacional de Ceuta (CISO, en sus siglas en inglés), que ha cumplido ya su octavo año y que supone “un proyecto artístico de largo recorrido que aúna la excelencia musical y cooperación internacional”.
Además, la iniciativas que pone en marcha “no se limitan sólo a Ceuta, sino que alcanzan a otras ciudades gracias a la colaboración con distintas entidades e instituciones: el Instituto Cervantes, la Fundación Pluralismo y Convivencia, Casa Sefarad, Casa Árabe, Casa de la India, Casa de Asia…”.
“El propósito”, resalta Orozco, “es el intercambio cultural de acciones y experiencias a través de una colaboración que ha permitido que Ceuta haya sido sede de numerosos eventos y exposiciones y, al mismo tiempo, dar a conocer a la ciudad en otros puntos”.
En ese sentido la consejera destaca especialmente “el convenio con el Instituto Cervantes que se centra en dos ejes de trabajo: el intercambio de artistas y actividades y el fomento de la movilidad de los artistas locales”.
Aunque nació con una vocación eminentemente cultural, las circunstancias sociales de los últimos años han requerido impulsar su papel de “interlocución entre las distintas comunidades y las administraciones”. Para ello se han ido adecuando sus estatutos y fines con el fin de “ajustarlos a las necesidades reales de la Ciudad”.
De cara al futuro la fundación se plantea cambiar su denominación por la de ‘Ciudad de la Convivencia’, planteamiento que se retomará de una forma conjunta con sus “necesidades y posibilidades de crecimiento”.
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