El hecho de que el director de orquesta William Christie, por culpa del timbre de un teléfono celular, haya ordenado parar a los músicos de la orquesta “Les Arts Florissants” en el Auditorio Nacional cuando el contratenor Carlo Vistoli, estaba interpretando el aria de la primera parte (“He was despised”) del “Mesías” de Haendel, una de las maravillosas obras musicales jamás escrita, me produce un orgullo profundo y me dice que no todo está perdido. Que nuestra civilización occidental es la primera del orbe y que merece la pena vivir a su compás. El Director, al parar la obra maestra dijo “aquí hay mucha música, mucho que decir, vamos a repetirlo”. Georg Friedrich Haendel, nacido en Alemania (Halle ,1685), posteriormente nacionalizado inglés, al convertirse en maestro de capilla del príncipe elector de Hannover Jorge I que en 1714 se convirtió en Jorge I de Gran Bretaña, este maestro del barroco, es una de las figuras clave en nuestra extraordinaria civilización y ha conseguido muchos años después de su muerte (Londres, 1759) que un director de orquesta neoyorquino, pare su orquesta porque suene un teléfono celular para interrumpir la magia de su música. Porque la magia de la civilización occidental existe. Y existe porque, sobre la base romana y cristiana, han sido muchísimos los músicos, pintores, escultores, científicos, arquitectos que han sido capaces de construir obras bellísimas que no pueden encontrarse más que en Europa. Vaya usted a cualquier pueblo de España, seguro que se encontrará con alguna pieza monumental o pictórica, posiblemente religiosa, vaya usted a Bélgica y se quedará atónito ante la floritura de la piedra en monumentos civiles, por no hablar de Italia, etc. Por todo ello, por la apabullante masa de nuestro maravilloso acervo europeo, no podemos decaer. Aunque ahora todo a nuestro alrededor sea vulgaridad, zafiedad, popularismo, la música no sea lo que era, la pintura se haya transformado, los edificios sean casi todos iguales, construyamos ciudades y edificios como ortoedros superpuestos, eso sí con una domótica maravillosa, la vestimenta se reduzca a los “vaqueros”, no podemos decaer. ¿O es que el mar ha cambiado de color desde que lo” instalaron” en la tierra? O las montañas, ¿no están ahí desde siempre? Y que me dicen del cielo ¿hay algo más maravilloso que la luz, el mar, la tierra o el cielo?
Y España, nuestro país, cuna de Cervantes, creadora de una lengua universal (aunque los necios nacionalistas renieguen de ella y consigan vivir “del cuento” poniendo otras lenguas como barreras), frontera del imperio otomano, y autora del mayor acontecimiento realizado por la Humanidad en toda su Historia, el Descubrimiento de América, ¿podrían decirme que gesta supera al Descubrimiento, colonización, y consiguiente integración en la civilización cristiana, de América?
Por ello, el pensar que la nación más antigua de Europa, por culpa de cuatro mercachifles, pudiera desmembrarse sería para expulsar del país a todo aquel que contribuyera por conductas activas o pasivas a tamaño desastre. No podemos consentirlo. Hemos de rechazar una y otra vez las propuestas de los nacionalistas, ya vengan del País Vasco, que se han servido de la organización terrorista ETA para mantener el privilegio inmenso del Concierto Económico; de Galicia, donde el amigo Fraga impuso un régimen lingüístico semejante al imperante en Cataluña; o de los chantajistas de Cataluña, que a base de esquilmar al erario público obtienen competencias y beneficios en detrimento del resto de CC.AA. No podemos caer en la trampa, a estos nacionalistas se les para cuando la ley sin tapujos se les enfrenta decididamente, no cuando se acobardan los políticos de turno pensando que así se van a contentar y no crearán mayores problemas. Simplemente hay que leer la Historia den España. Y todo lo más es aguantar con la herida mientras caminamos, que en el caso catalán, no es más que una hemorroide que se alivia con un buen ungüento, de ahí el “caganet”, la explosión popular artística de Cataluña. Cataluña es tan española como lo son Asturias, o Extremadura, Murcia o Andalucía, Ceuta o Melilla. Pero esto hay que decirlo fuerte y claro y tan constante, frecuente y vigorosamente como lo sea la respuesta nacionalista. El Director de orquesta tenía razón, por un necio no se puede interrumpir una obra gloriosa y para que la obra continúe en todo su esplendor hay que expulsar al necio, que fue lo que hizo. Cataluña, no es de los nacionalistas, el País Vasco, no es de los nacionalistas, Galicia, tampoco es de los nacionalistas, Cataluña, Extremadura, Canarias, las Vascongadas, todo es de los españoles. Esa es la soberanía nacional que introducida en la Constitución de 1978 emana desde muchos siglos antes.
Ya el masón Francisco Maciá, antiguo Teniente Coronel del Ejército de Tierra, y diputado por el partido Estado Catalán proclamó siendo ya Presidente de la Generalidad, la Republica Catalana desde el balcón del Palacio de la Generalidad el día del advenimiento de la II República, el 14 de Diciembre de 1931 lo que originó un conflicto con el Gobierno Provisional de la República, teniendo que renunciar a la susodicha república a cambio de la promesa de un Estatuto para Cataluña. Este prócer de la rebelión golpista falleció el 25 de Diciembre de 1933 sin alcanzar su objetivo. Al ser enterrado por el rito masónico, que separa corazón y vísceras, se originó una cierta leyenda que enfureció a la familia. Le sucedió en la presidencia el también golpista Luis Companys, que proclamó el Estado Catalán, también desde el mismo balcón que el anterior el 6 de Octubre del año 1934, en pleno apogeo de la II República, creyendo que un Gobierno republicano no iba a atreverse a tamaño desafío, que finalizó al día siguiente gracias a las tropas enviadas por el Gobierno republicano al mando del General Batet, resultado: 107 muertos, centenares de heridos y miles de presos. En estos casos, no se disponía de un artículo en la Constitución semejante al actual 155. Solamente el artículo 42 de la Constitución republicana que permitía al Gobierno la suspensión de determinados derechos y garantías: “En todo el territorio nacional o en parte de él, por decreto del Gobierno, cuando así lo exija la seguridad del Estado, en casos de notoria e inminente gravedad” fue suficiente, por lo que el Presidente de la República, como el Director de orquesta, dijo: “Basta ya”.
Nada de esto puede dejarnos de caminar hacia un país moderno, con nivel de empleo soportable, con políticos decentes, con una justicia independiente, sin aforamientos de ningún tipo y que se exijan responsabilidades a todo aquél que vulnere los códigos de Justicia establecidos, para verdaderamente ser todos iguales ante la ley. Pero, naturalmente es necesario un Director de orquesta que expulse a los necios que interrumpan el desarrollo de la partitura y diga a semejanza del Director neoyorquino, “Aquí hay mucha Historia, mucho que decir” y considere sus diatribas simple humo.
Hay un famoso villancico de origen catalán y muy popular también en el resto de España que comienza así: “A vint-i-cinc de Desembre, fum, fum, fum. A vint-i-cinc de Desembre, fum, fum, fum. Ha nascut un minyonet, Ros i blanquet, Ros i blanquet…” En la traducción al español, como lo de Fum (humo) no rimaba se dejó y se leía así: “25 de Diciembre, fum, fum, fum. 25 de Diciembre, fum, fum, fum, Un niñito muy bonito, Ha nacido en un portal,….” No dejemos de ver lo verdaderamente importante, el sentido de nación. Y si los gobernantes del Gobierno Nacional se enfrentasen verdaderamente con las armas que les da la Constitución, fundamentalmente el artículo 155, se vería rápidamente que a todo lo más que llegan la mayoría de mercachifles del circo nacional es a jugar con humo, o si lo desean en catalán, fum, fum, fum, aunque no rime.
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