Los montes de Ceuta intentan subsistir, crecerse ante esa acción humana que se empecina en causarles una agonía. Bien de forma intencionada o bien por imprudencia, nos estamos cargando los pulmones de la ciudad. Poco a poco, con quemas que forman parte de la particular y odiosa crónica de sucesos en la ciudad.
El de García Aldave es el incendio más grave sufrido. Las primeras estimaciones de la Ciudad Autónoma hablan de entre 60 y 64 hectáreas. Todavía a pie de terreno, y a los pocos minutos de detectarse, los Bomberos apuntaban que superaría holgadamente las 20 hectáreas. El Poniente complicó el control de las llamas, hasta el punto de que iban avanzando y devorando el monte bajo, desde Isabel II hasta el Serrallo.
El valor ecológico es importante, puesto que ha afectado zonas protegidas. Más allá de esto, cualquier quema de monte supone un paso más en la enfermedad sufrida en los pulmones colectivos de Ceuta. La constatación de la tragedia se suma a las críticas de aquellos que consideran que los apoyos aéreos debían haber llegado antes. Incluso disponer de la posibilidad de disponer de los aparatos que operan en Ceuta. Pero es tarde para reclamaciones. El de García Aldave engorda ya la crónica de los desastres ambientales.
En septiembre de 2016 fue el Monte Hacho el que quedó invadido por las llamas. Provocado, ese incendio nunca tuvo una respuesta penal. La Guardia Civil detuvo a unos chatarreros de Marruecos que quedaron en libertad. Hubo desalojos en Finca Serrán mientras los vecinos de San Amaro y San Antonio temían lo peor. La proximidad de las instalaciones de la Dúcar hizo temer unos daños mayores. Aquel 29 de septiembre pasará a la historia por uno de los peores incendios de los últimos diez años.
García Aldave, en julio de 2014, volvió a ser pasto de las llamas. No hubo detenidos, pero el fuego quemó una parte importante de la superficie. La Guardia Civil encontró una sartén vieja calcinada en el lugar, pero no pudo establecer conexión con los hechos.
Desde 1934, el Monte Hacho y el Campo Exterior son considerados montes de utilidad pública. Deberían estar más que protegidos, sin posibilidad de construcción. La tozuda realidad aporta un panorama bien distinto. Los incendios vienen a demostrar que algo falla a pesar de lo recogido en los documentos históricos o de las recientes amenazas de la Ciudad de endurecer las sanciones por incendios provocados. Hasta un millón porque quemas de monte.
Hay que retrotraerse a octubre de 2015 para recordar el incendio más polémico de la historia reciente. El del Monte de la Tortuga. Más de 30 hectáreas calcinadas y una investigación que ha terminado en un litigio judicial y administrativo sin esclarecer. Aquel incendio fue muy cerca del que ayer conmovió a la ciudadanía, pero menor en extensión según los cálculos iniciales del SEIS.
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