En 1993 comenzó la construcción de la
valla que separa Ceuta de
Marruecos. Una construcción que ni de lejos vislumbraba lo que iba a ser hoy
el perímetro fronterizo, una construcción que ha pasado por cuantiosas fases y millonarias inversiones. El río es el que marcaba antes la separación, era la línea por la que se guiaba la
Guardia Civil para el control de la mercancía. Pero Marruecos, poco a poco, ha ido comiendo terreno a España en una zona que a nadie interesa, en una zona que no provoca quejas diplomáticas, en una zona en la que se va desplazando la propia soberanía.
El Ministerio de Interior sigue con su campaña de imagen,
retirando las concertinas y acoplando los peines invertidos en su lugar. La muestra con los rodillos ubicada en Berrocal vendrá acompañada de otras que ya se han trasladado al perímetro fronterizo para convertir el actual vallado en una suerte de tramos en los que se combina malla, planchas metálicas, tubos y, en la cúspide, el famoso rodillo fijo. Marruecos también aprovecha para hacer cambios: a la construcción de más vallas y el relleno con concertinas, se suman las zanjas además de la colocación de nuevas garitas de control, idénticas a las que tiene la Guardia Civil que irán sustituyendo a las antiguas de piedra que todavía pueden verse en el monte.
Cuando la Benemérita detectó en el año 1979 al primer inmigrante subsahariano en cruzar a Ceuta (un joven que terminó dando clases de inglés en el extranjero tras entablar una relación de amistad con los guardias civiles e incluso ejercer de rey mago en los actos de Navidad organizados por la antigua Coproper 6J), nada hacía presagiar que por esa valla cruzarían miles de hombres y menos mujeres -las redes evitan que quedan marcadas por la alambrada para dedicarlas a la trata-, pero también serían arrojados bebés como si fueran pelotas.
En 1993, con la adjudicación de la obra en la carretera de circunvalación por 3.000 millones de las antiguas pesetas, empezó a perfilarse un perímetro que siempre ha luchado con una orografía complicada. En 1995, con ayuda de los militares, comenzaron a colocarse alambradas en forma de espiral, en una estrecha colaboración entre Defensa y Guardia Civil que fue anunciada por el comandante general Gonzalo Rodríguez de Austria. En 1997 se conseguía la impermeabilización de la valla al 90%, inyectando un presupuesto extra de más de 5.000 millones de las antiguas pesetas y en el 99 se daba orden de construcción de una nueva valla a la que se sumaría el sellado de alcantarillas y, de manera gradual, la elevación del vallado que ahora quiere alcanzar los 10 metros, de acuerdo con los planteamientos del ministro Fernando Grande-Marlaska.
Hoy todo viene coordinado por cámaras, por mejoras tecnológicas y alertas centralizadas en el COS. Pero todo ese grueso de avances más los que tienen planteados aplicarse chocan con una realidad: la desesperación entre aquellos que aspiran a cruzar el vallado a cualquier precio y cuya fuerza, sumada en bloque, desestabiliza la previsión de cualquier Comandancia y la activación de todos los agentes de servicio. Marruecos, cuyas acciones vienen financiadas por Europa, blinda su territorio cumpliendo el papel de gendarme y ofreciendo una visión de cara al público mucho más avanzada hasta el punto de anunciar investigaciones en torno a muertes de inmigrantes, dejando atrás una etapa basada en el ocultismo ante tantos fallecimientos que se han producido y que han sido tapados en el olvido de una valla que arrastra muchas lagunas y que ahora pretende convertirse en ejemplo de los derechos humanos a este lado y del veto absoluto a cualquier precio, en el otro.