Cuando era un niño y su madre le pedía ir por el pan o por alguna otra cosa, Francisco León se quedaba completamente embelesado con lo que apenas podía ver a través de una puerta entreabierta de la casa de un militar dedicado a la pintura. De esos instantes nació el interés por un oficio que lo ha acompañado por el resto de su vida y cuya trascendencia será reconocida este viernes con una Medalla de la Autonomía por el Día de Ceuta. León, sorprendido por el galardón, dice que es un honor para él recibirlo.
–¿Qué valor tiene para usted una Medalla de la Autonomía de su ciudad por la obra que ha desarrollado a lo largo de todos estos años?
–Creo que es un reconocimiento al trabajo que he hecho durante toda mi vida porque esto llevo haciéndolo desde que tengo uso de razón, desde pequeñito me hacía yo mismo los juguetes, pintaba, dibujaba y cuando estaba un poquito más mayor me compré mis primeras pinturas y ya empecé a pintar al óleo, a pintar mis cuadros.
–A nosotros, a mi familia, nos viene el arte de una manera u otra. Mi padre era un manitas, era patrón de barco, hacía modelismo naval, tiene premios de la época de Bertuchi, lo llevaron a Tetuán y le dieron un primer premio de un barco que hizo, y en un armario tengo diplomas firmados por Bertuchi, un gran pintor que era de Granada y vino a Tetuán. De mis dos hermanos, Ignacio y Gabriel, Gabriel fue mayordomo del Ayuntamiento y era el que hacía los belenes, le dio por la talla y en Semana Santa hacía tallas de los santos en miniatura, un artista que también recibió esta medalla. A mí me dio por la pintura porque me gustaba dibujar mucho y siempre estaba con el lápiz en la mano, y me dio por la pintura. Yo solo, autodidacta, a mí no me ha enseñado nadie y llevo pintando, serio, desde que me casé.
"A mí me dio por la pintura porque me gustaba dibujar mucho y siempre estaba con el lápiz en la mano"
–¿Recuerda cuál fue ese primer cuadro?, el primero que terminó y el que quizás fue el inicio de todo.
–Mi primer cuadro al óleo fue de un monte de Japón, una montaña con picos blancos, que ahora no recuerdo como se llama. Me regalaron una pintura, un lienzo y lo primero que pinté fue eso, y desde ahí comencé. He pintado muchas marinas de Ceuta, retratos, y de Ceuta, he pintado media Ceuta entera, figuras, retratos, los generales que hay en la Comandancia General, he pintado cuatro o cinco de ellos y a paisanos en particular he pintado a muchísimos, muchísima gente, y de lo que es marina y de vistas de Ceuta yo creo que no hay o hay muy pocos ceutíes que no tengan un cuadro mío.
–A lo largo de este recorrido, ¿cómo define su estilo?
–Mi estilo es realismo, pero también le doy un poquito de impresionismo, para que no sea tan perfecto, entonces le doy unas pinceladitas sueltas, se puede llamar realismo e impresionismo un poquito, de los dos.
–De toda su obra, ¿qué es lo que lo hace sentir más orgulloso?
–Tengo uno que es un bote y tengo un par de cuadros, dos o tres que son mis insignias mis cuadros preferidos, puede ser por el cariño, la época en la que los hice, la sencillez del cuadro, un par de barquitas con la niebla de Ceuta. Los cuadros que a mí más me gustan son los sencillos, que tengan pocos detalles, cuatro pinceladitas y ricos en color, esas son las cosas que a mí me gustan.
–¿Recuerda cuántos cuadros ha pintado desde que comenzó?
–No puedo, yo pinto todos los días, pero descanso claro. Cuando mis hijos eran pequeños tenía que pintar más, casi obligado, para poder mantener a una familia de ocho, pues tenía yo que pintar. Pero una vez que entré a un trabajo muy bueno, ya tenía todas las tardes libres y como tenía mi pan seguro, empecé a pintar más tranquilo, menos y mejor, sin la necesidad de tener que pintar mucho para vender.
"Los cuadros que más me gustan son los sencillos, pocos detalles, cuatro pinceladitas y ricos en color"
–¿Cómo es ese proceso al pintar?, ¿qué es lo primero que hace?, ¿hay algo que repite cada vez que pinta?
–Ahora que me dices lo de la repetición, en los cuadros no se puede repetir, pueden ser parecidos, pero no iguales, y el pintar no es solo ponerte a pintar sino buscar los temas, buscar el sitio, si hoy termino esto, ¿mañana qué hago? Tengo que levantarme temprano para coger un amanecer o un atardecer, irme a un rincón. Parece que son los mismos cuadros pero no, cada uno es de un rincón y como he pintado tanto, ya a Ceuta no sé de donde pintarla, la tengo pintada por los cuatro costados.
–Con su obra, de alguna manera, se ha convertido en un embajador de Ceuta en el mundo, ¿hasta dónde han llegado sus cuadros?
–Yo no he ido a venderlos allí (risas). Aquí había unos señores que estaban en la Almadraba, unos japoneses que me compraron por lo menos siete u ocho cuadros, y a uno de ellos también le hice un retrato y como eran del mar y tenían barcos, les pinté más cuadros y en japón tengo como quince. Y en Navidades, en Reyes, en vacaciones, mucha gente que vive en la Península viene preguntando si hay algo de Ceuta para regalar o para tener un recuerdo.
–¿Qué es lo mejor que le ha dejado la pintura hasta ahora?
–La satisfacción. Cada vez que termino un cuadro pareciera que es el primero, estoy frito por terminarlo para ver cómo queda, sin intención de venderlo, sino simplemente de verlo hecho. Pinto porque me gusta de verdad, porque lo llevo dentro y yo no puedo estar dos días sin pintar, siento que me falta algo.
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