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El rastro de Fouad que se perdió en el mar cruzando a Ceuta

Fouad El Youssfi tiene 7 hijos, una mujer que llora desde el pasado sábado su ausencia y una amplia familia que está moviendo cielo y tierra para conocer su paradero. La madrugada del 5 de septiembre decidió echarse al mar para cruzar a Ceuta. No tenía trabajo pero sí demasiadas bocas que alimentar. Desde esa fecha nada se sabe de este vecino de Castillejos. “Su mujer y su madre están muy mal”, explica su primo Mohamed. “Desde el día en que salió no sabemos nada de él. Tiene siete niños pero no tenía un trabajo fijo”.

El cierre de la frontera empeoró la única vía de sustento para este marroquí de 40 años. Las cosas están cada vez peor en Marruecos y la única salida que encuentran quienes antes cruzaban a diario a Ceuta pasa por nadar y nadar para bordear los espigones. Y así lo hizo Fouad, en un fin de semana en el que Marruecos interceptó a decenas de nadadores pero otros tantos consiguieron pasar a nuestra ciudad. No consta que Fouad fuera atendido por la Cruz Roja, tampoco que esté en el viejo hospital que ahora funciona como albergue provisional para el cumplimiento de la cuarentena. Tampoco ha ingresado en prisión. En Ceuta no hay rastro de Fouad, como tampoco lo hay en Marruecos. Su última huella se pierde en ese pase a nado cuyo destino nunca quedó escrito.

Los familiares de este joven piden ayuda, solicitan a todos los que lo hayan podido ver que informen de su paradero. En Marruecos se ha denunciado su desaparición y consta que salieron una jornada a buscarlo por vía marítima, pero nada se sabe de él.

Fouad, como tantos vecinos del norte de Marruecos, emprendió la ruta de los nadadores, la seguida para abandonar una tierra donde, con el cierre de la frontera, no hay futuro, no hay oportunidades y tampoco hay alimento. Por eso los jóvenes escapan a nado y buscan llegar a la ciudad para, desde aquí, alcanzar la Península o buscar algún trabajo para salir adelante dentro del mercado clandestino agotado desde el cierre de fronteras.

En esta última semana ha entrado en Ceuta una media de 10 personas al día, todos marroquíes y jóvenes que han accedido a nado por alguno de los dos espigones que hacen frontera con Marruecos. Todos los auxiliados, adultos y menores, fueron trasladados al viejo hospital. Todos menos Fouad, cuya última información se pierde en esa madrugada en la que el mar se convirtió en una autopista para un pase del que no se ha sabido el final.

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