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Fortaleza del Hacho - Lo que silencia sus muros

Si las murallas de la fortaleza del monte Hacho hablaran nos contarían mil y unas historias, en su gran mayoría de sufrimientos y dolor, al tener como una de sus finalidades, además de la defensa de la ciudad, el confinamiento de presos. Dentro de sus angostas murallas, como se puede apreciar en esta magnífica fotografía de Jesús Valle, pasaron muchos noches grandes personajes, libertadores de las colonias latinoamericanas, como Isnardi, en 1812, independentistas cubanos, que después llegaron a ser ministro y presidente de la República caribeña, o el alcalde de Cádiz, Fermín Salvochea, en 1876, y tras la sublevación del 36, sindicalistas, políticos, incluso en los albores de la democracia a miembros de la Unión Militar Democrática…
La larga historia entre ciudad y Hacho devino compulsa, sometida entre el amor y el odio. Por su singularidad, como un símbolo de relación, propiciaron que todos sus moradores desde la Antigüedad, la consideraran como lugar de privilegio. No obstante, la salvaguarda del extenso litoral de las partes de la Almina y del Hacho se antojaba igualmente necesaria, circunstancia que motivó su fortificación por lo menos desde el Medievo.
Sobre este conjunto histórico y si queremos ser riguroso tenemos que referirnos a lo publicado por Pedro Gurriarán, Ángel Sáez y Salvador en la Revista Almoraima. Como es fácil de imaginar, las vicisitudes experimentadas por estas construcciones militares han sido muy diversas, de modo que las reformas y transformaciones han sido permanentes. Muy destacadas fueron las sucesivas campañas de fortificación que se emprendieron a lo largo del siglo XVIII, una vez finalizado el duro sitio dirigido por el alauí Muley Ismail (1694-1727). De esta época son las principales construcciones que se conservan de la defensa costera del Hacho, ya fuera de servicio, las cuales configuran un conjunto heterogéneo de obras de muy diversa categoría y morfología, desde simples garitas hasta emplazamientos artilleros.
La refortificación dieciochesca del Hacho vino a reforzar un sistema defensivo ya existente, pero obsoleto en su capacidad militar. De este modo, se pudo poner al día un sistema cuya finalidad era evitar cualquier posibilidad de desembarco en la retaguardia, tal y como ya consiguió en su día, el monarca portugués Juan I. Los historiadores locales Fernando Villada y José Antonio Hita identifican el topónimo Yabal al-Mina con el Monte Hacho y sus estribaciones hasta la actual Cortadura del Valle. Sería una zona ocupada tanto por tierras comunales, dedicadas a la recogida de leña, el pastoreo del ganado, y la recogida de frutos silvestres, como por algunas propiedades privadas. Éstas habían de conformar un hábitat disperso a base de residencias y de pequeñas parcelas cultivadas.
Está situado, a unos 190 metros de altura y 800 de distancia del casco urbano, el castillo tiene un origen antiguo, probablemente romano o bizantino; en el año 534 ya existía en el lugar que ahora ocupa la ciudad una guarnición de Bizancio. Sus mayores dimensiones las alcanzó durante el período Omeya de la conquista árabe, aunque en esa época no existía aún un asentamiento poblacional junto al castillo. En 1597, el corregidor de Gibraltar, Iñigo de Arroyo Santisteban, hizo que el ingeniero Cristóbal de Rojas pasase por Ceuta para visitar el Castillo y reformar el puerto de la ciudad. A mediados del siglo XVIII (1773) se construye la actual fortaleza, según una propuesta de Juan Caballero que proyectaba para el fuerte cuarenta torreones, un nuevo cuartel para doscientos soldados y un polvorín para doscientos quintales.  En 1870 se convirtió en penal. La Ley de Prisiones de 1849 disponía que los castigados a cadena perpetua cumplieran su condena en Ceuta y otros presidios africanos menores. El Hacho se ha ampliado desde entonces con recintos para distintos usos según las necesidades de cada momento.  Tiene una construcción de planta hexagonal que ocupa una superficie de 10 hectáreas. Las murallas que forman la fortaleza contienen seis baluartes para vigilar sus flancos. Actualmente en el interior de la fortaleza se encuentra el Grupo de Artillería de Costa de Ceuta y el Grupo de Artillería Antiaérea VI. Hombre lobo, alcaldes, libertadores ... Por la prisión de la fortaleza del Hacho pasaron, políticos, libertadores latinoamericanos, gobernadores que estaban en contra del régimen del momento… y más recientemente tras el golpe del 36, sindicalistas, alcaldes e incluso un Alto Comisario, Álvarez Buylla, quien fuera fusilado en sus muros exteriores en 1937. Pero también existen historias curiosas como la muerte por causa naturales del Hombre Lobo. Manuel Blanco Romasanta, se llamaba, todo un personaje dentro de los grandes criminales del siglo XIX. Fue un 14 de diciembre de 1863, de un cáncer de estómago fue el que puso fin a una conducta salpicada de asesinatos. Tras su juicio se comprobó que no estaba loco, por lo que le condenó a morir a garrote vil, algo que nunca pasó. La reina Isabel II intercedió ante el tribunal y cambió la pena de muerte por cadena perpetua, tras leer una carta de un hipnotizador francés que defendía que sufría licantropía. Su paso como preso en Ceuta, se iniciaría en el Cuartel Principal, aquí iniciaban los reos su singladura penal, inaugurando su primer periodo, salvo los que, por sus características específicas, iban destinados directamente al Hacho. En 1936 se planeó asaltar el Hacho Otro de los sucesos que guardan la historia de la Fortaleza del Monte Hacho, fue la planificación de un asalto a sus dependencias y liberar a los presos que fueron detenidos tras el golpe de 1936, sus celdas se llenaron de políticos, sindicalistas y militares que están contra la sublevación.
Tras leer un voluminoso consejo de guerra, he tenido acceso, a uno de los sucesos más ignorados en Ceuta. Consabido es que la tropa, en gran número, estaba contra el golpe, varios soldados de artillería y automovilismo intentaron abortar la sublevación. La fecha elegida para el asalto estaría en torno al 15 de agosto de 1936. Los jefes de este complot, eran el cabo de automovilismo Julián del Barrio y el soldado Urbano Bautista, su disconformidad con sus jefes fue evidente, en un primer momento intentaron concienciar a sus compañeros y realizaron dos tipos de octavillas escritas a mano, una contra sus jefes y la otra dirigida al pueblo de Ceuta, tal y como se refleja en el consejo de guerra.
Otro de los implicados el joven soldado Jesús López trabajaba en las oficinas de automovilismo y fue el encargado de realizar algunas copias en máquina de escribir. Tras tener, realizadas numerosas octavillas se las entregaron al soldado ceutí Manuel Sevilla, de 19 años y vecino de la popular barriada del Sardinero, antes de ser fusilado explicó en el consejo de guerra como se hizo la entrega: “… Si entregué unas octavillas al soldado de artillería que estaba de centinela en el muelle de la Puntilla. El encabezamiento de las octavillas decía: …Soldados, rebelarse contra vuestros jefes, contra el Facio nos tenemos que unir todos».
Una vez que ya han conseguido la adhesión de varios cabos y soldados, organizaron una reunión en la chatarrería del cuartel de automovilismo. A este llamamiento asisten los cabos Julián Del Barrio, Secundido Valdés, los soldados Higinio Guerrero, Regino Oset, José Crespo y Francisco Juan López, y acordaron la planificación del asalto a la fortaleza del Hacho, para liberar a los presos políticos.  El soldado de artillería José María Castillo Ramírez, explicó en el consejo de Guerra cómo se preparó el asalto: «El telefonista de la fortaleza del monte Hacho, Navarro, me dijo que había un complot formado entre soldados de Artillería y Automovilismo para asaltar la Fortaleza y encerrar a los oficiales y liberar a los presos. Me preguntó si conocía algunos soldados que estaban de servicio dentro del Hacho, o al llavero de la “Puerta Ceuta” y si con tres ametralladoras se podía batir a la tropa que allí había. Me encontré con Joaquín Lluch y otros dos y el primero le repitió las mismas cosas que a Navarro, tanto Lluch como los otros dos le daban la razón y decían que la cosa era fácil. El jefe de este complot era el sargento Morales, que le había dicho a Carbonell que todavía no era tiempo de sublevarse, pues había mucha fuerza del Tercio y Regulares. Al salir del Regimiento me encontré con el soldado de automovilismo Viernes quien me dijo si estaba enterado del asalto y que todo estaba preparado para el 15 de agosto».
El encargado de ultimar este asalto fue el soldado de automovilismo José Viernes quien habló con el soldado de artillería Castillo, para pedirle la posibilidad de coger tres ametralladoras de su cuartel. Otro de los implicados, el artillero Juan Persiva, habló con el soldado destinado en la fortaleza Juan Costa Jiménez, para que hiciera propaganda dentro de las dependencias del Hacho, y no les disparasen cuando vayan a tomarlo. Contactaron con los paisanos, Salvador Peña Guerrero, Tomas Aguilar Rodríguez, Pedro Clavijo Rodríguez y Salvador Gutiérrez.
Cuando faltan pocos días para el asalto, las octavillas llegan a manos de sus jefes. En pocas horas todos son detenidos. El 19 de agosto en el Cuartel de Artillería situado en la Plaza de África, bajo la presidencia del Teniente Coronel Peris Vargas se celebró el consejo de guerra, los miembros del tribunal son implacables y tras varias horas se dictaminó condenar a la pena de muerte a los cabos de automovilismo Julián del Barrio, Secundido Valdés y los soldados Urbano Bautista y el joven ceutí Manuel Sevilla García, el soldado de Artillería, José Cortes y los demás a 30 años de cárcel. A las siete de la mañana del 24 de agosto de 1936, fueron trasladados a la playa del Tarajal y fusilados. El sargento de Artillería, también implicado en los preparativos Miguel Hernández Morales, fue fusilado en el mismo lugar el 30 de septiembre de 1936. En 1897, el presidente de la República de Cuba El que fuera Presidente de la República de Cuba (1921-25), Alfredo Zayas, estuvo deportado en la fortaleza del monte Hacho desde 1897. Durante la Guerra de la Independencia, comenzaron a llegar los primeros deportados cubanos, en total se tiene constancia documental que fue cercano a los 600. Zayas, se afilió al partido autonomista, para pasar posteriormente a ser militante del partido revolucionario. Miembro destacado en la lucha por la independencia, regresó a la isla en 1898, momento retomando su carrera política. Así, fue sucesivamente juez municipal en Puentes Grandes; concejal del Ayuntamiento de La Habana; subsecretario de Justicia; delegado y secretario de la Convención constituyente; senador, también por la provincia de La Habana; y vicepresidente del Senado. Accedió a la vicepresidencia de la República entre los años 1909 y 1913. En el año 1920, como candidato del Partido Popular, ganó las elecciones, lo que le llevó a ocupar la presidencia de la República. Zayas fue candidato en 1925, pero se retiró de la vida política, para dedicarse principalmente a la literatura y la escritura. También fue presidente hasta su muerte de la "Academia de la Historia". Murió a los 72 años, siendo enterrado en La Habana en el cementerio Cristóbal Colón, su mausoleo es conocido por sus magníficas vidrieras y una copia de tamaño natural de la Piedad de Miguel Ángel.

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