El fiscal pide nueve años de prisión para un hombre que aprovechaba su trabajo como taxista ilegal en Ceuta para realizar tareas de adoctrinamiento y captación de posibles adeptos para la yihad.
La Audiencia Nacional juzgará el próximo miércoles, día 23, a A.H.M., detenido en abril de 2017, cuando tenía 29 años.
El representante del Ministerio Público solicita además de la pena de cárcel, diez años de libertad vigilada con la obligación de participar en programas formativos, laborales, de educación sexual u otros similares durante la duración de esa última etapa.
El fiscal explica en su escrito de conclusiones provisionales que el procesado tuvo "estrechos vínculos" con los once condenados en 2015 a entre diez y doce años de cárcel por captar yihadistas para enviarlos a luchar con el autodenominado Estado Islámico (EI). Seis de los que captaron murieron en acciones suicidas con numerosos muertos en Siria.
También tuvo relación con otros detenidos por yihadismo y, al menos desde 2013, desarrolló un "perfil salafista de alta radicalidad religiosa", con un elevado consumo de contenidos de propaganda del EI. En esa labor influía directamente su amigo Illias Mohamed, también procesado aunque en otra causa y creador de un canal de Telegram para difundir ese tipo de archivos.
El Príncipe: "Fuerte cantera de radicales salafistas"
El procesado desarrollaba su tarea de captación en especial en el barrio de El Príncipe de Ceuta, donde -apunta el fiscal- hay "una fuerte cantera de radicales salafistas".
Según el escrito, estaba obsesionado por la imagen que proyectaba y "su imperiosa necesidad de seguir los postuladores salafistas radicales que la traslada al ejercicio de su actividad laboral, como taxista".
Hasta el punto de que se negó a afeitarse la barba pese a ser advertido de que le convendría para pasar inadvertido ante las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
O de que, en su trabajo, no en pocas ocasiones, negó el acceso al vehículo a personas si llevaban consigo algo prohibido, siempre según su visión radical de la religión.
Es decir, quería ser una referencia del salafismo en la ciudad de Ceuta para poder continuar con sus labores de captación, adoctrinamiento y distribución de archivos de corte yihadista.
Y en ese objetivo se ayudaba de "la aparente impunidad" del vehículo que utilizaba para "impartir doctrina, y compartir y reproducir videos yihadistas".
Pero no solo adoctrinaba desde el interior de su vehículo con ocasión de su actividad como taxista pirata, sino que el procesado continuaba su labor de captación empleando otros medios como WhatsApp.
Según el Ministerio del Interior, este joven constituía una pieza esencial en el aparato de captación y adoctrinamiento del Dáesh y formaba parte de una red salafista-yihadista establecida en el barrio ceutí de El Príncipe que ya había sido desarticulada de forma parcial con la detención de cuatro de sus integrantes más destacados.
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Y que acojamos al que le das de comer y muerde la mano..., cada día entiendo más al gran pueblo de Israel.