España está a punto de cerrar un capítulo polémico en su política migratoria: las 'Golden Visa'. Este programa, creado en 2013 durante el Gobierno de Mariano Rajoy, ofrecía permisos de residencia a ciudadanos de fuera de la Unión Europea que realizaban inversiones significativas en el país, incluyendo regiones como Ceuta.
Con la aprobación de una enmienda en la 'Ley de medidas en materia de eficiencia del servicio público de Justicia', el Gobierno de Pedro Sánchez ha decidido poner fin a este esquema, que será suspendido definitivamente en menos de cuatro meses.
¿En qué consistían las 'Golden Visa'?
El programa de las 'Golden Visa' surgió en medio de la crisis económica que azotó España. Con una economía en recesión y un mercado inmobiliario en crisis, el Gobierno de Rajoy ideó este mecanismo para atraer capital extranjero. La Ley 14/2013, que en principio estaba destinada a apoyar a los emprendedores, abrió la puerta a inversores de fuera de la UE para que pudieran obtener permisos de residencia a cambio de inversiones que superaran ciertos umbrales.
El proceso era relativamente sencillo y se basaba en varias opciones de inversión. Los interesados podían obtener la residencia si adquirían bienes inmuebles por un valor superior a 500.000 euros, invertían más de 2 millones de euros en deuda pública española, destinaban más de 1 millón de euros en empresas o fondos españoles, o creaban proyectos de interés general que generaran empleo o impulsaran la innovación.
Además, las 'Golden Visa' no solo beneficiaban a los inversores, sino también a sus familiares directos, lo que las convertía en una opción atractiva para aquellos que buscaban una puerta de entrada a Europa.
El impacto económico y las críticas
En sus primeros años, las 'Golden Visa' fueron vistas como una herramienta exitosa para dinamizar la economía española, especialmente el mercado inmobiliario. Regiones como Madrid, Barcelona y la Costa del Sol se beneficiaron de las compras de propiedades de lujo realizadas por inversores extranjeros.
Sin embargo, el programa también recibió críticas. En ciertas áreas, especialmente en zonas turísticas y grandes ciudades, se acusó a las 'Golden Visa' de fomentar la especulación inmobiliaria, contribuyendo al encarecimiento de los precios y dificultando el acceso a la vivienda para los residentes locales. Este efecto negativo fue especialmente visible en el mercado de la vivienda de alquiler, donde la escasez de opciones asequibles aumentó debido a la demanda impulsada por inversores foráneos.
¿Qué ocurrirá con los visados vigentes?
Aunque el fin de las 'Golden Visa' es inminente, las personas que ya hayan solicitado o recibido este tipo de visado no perderán sus derechos. Según la nueva legislación, las solicitudes presentadas antes de la entrada en vigor de la ley seguirán su curso y se procesarán bajo las normativas actuales. Esto significa que, para aquellos que estén interesados en obtener la visa, es crucial que la inversión ya esté realizada y registrada, en el caso de propiedades, en el Registro de la Propiedad. Es importante tener en cuenta que el proceso de compra y registro puede llevar un par de meses, por lo que los interesados deben iniciar sus trámites lo antes posible.
Por otro lado, aquellos que ya cuenten con la residencia mediante una 'Golden Visa' podrán renovarla según las condiciones vigentes al momento de su otorgamiento, lo que les permitirá seguir disfrutando de su estatus legal en el país hasta la fecha de expiración de su visado.
¿Qué alternativas existen?
El cierre de este programa pone fin a una práctica que generó tanto elogios como críticas, pero también abre la puerta a nuevas alternativas. El Gobierno ha señalado que buscará implementar otras medidas para atraer inversión extranjera, aunque sin la implicación directa de ofrecer permisos de residencia como incentivo.
El fin de las 'Golden Visa' también refleja un cambio de enfoque en las políticas migratorias del país, orientándose hacia modelos más centrados en la integración y en la atracción de talento especializado, en lugar de depender de la inversión inmobiliaria extranjera.
De esta manera, España se prepara para una nueva etapa en sus políticas de inmigración y inversión, dejando atrás un programa que, a pesar de sus controversias, contribuyó de manera significativa a la recuperación de la economía española en los años posteriores a la crisis.