Margarita Carrión ya está acostumbrada a bajar al puerto para recibir tanto a Sergio como a Javi. A ella no se le marchó un hijo al Líbano, sino dos. ¡Ah! Y un sobrino que vino hace unos días. “Uno se me ha ido cuatro veces y el otro tres, los hermanos van de la mano”, contaba. Por mucho que ella lo haya llevado mejor que otras veces, porque el destino a priori era menos peligroso que Kosovo, Bosnia o Afganistán, sus nueras no estaban muy de acuerdo. “Peor, se lleva peor, sobre todo por los niños”, decía Noelia, la mujer de Sergio, con Andrea y Noa en su regazo. La mayor de ella solo lloraba, era incapaz de articular palabra cuando veía a su papá por el ordenador. “Y lleva levantada desde las cuatro de la mañana”, decía.
Estas mujeres eran solo algunas de las decenas de familias y grupos de amigos que ayer, sobre las 12.00 horas, aguardaban impacientes la llegada del cuarto y último retén de militares ceutíes que han ido encuadrados en la misión de paz Libre Hidalgo XVI que durante los últimos meses ha velado por la tranquilidad y la seguridad de la población libanesa. Unos cien efectivos pisaron nuevamente el suelo caballa, tras desembarcar sobre las 12.20 horas. El acto estuvo presidido por el general Herrero, y contó también con la presencia del coronel Carillo, el más antiguo de la COMGE y jefe de la ULOG-23, y del resto de jefes de Unidades. El Comandante General, Ramón Martín-Ambrosio, estuvo ausente por motivos familiares.
Los primeros gritos, aplausos y lágrimas comenzaron nada más ver aparecer a lo lejos la primera boina azul. Las primeras carreras y abrazos en busca del ser querido cuando todavía se estaban realizando los saludos protocolarios con la alegre música de la Banda de la Comandancia como telón de fondo. Difícil es describir el entusiasmo como complicado es también, para los protagonistas de la misión, describir lo vivido en suelo libanés. Agotada por las 18 horas de viaje, la teniente Piqueras, decía estar muy satisfecha, sobre todo por la “gran cohesión que ha habido entre todos los militares, tanto de Ceuta y Melilla, como de otros países”. Respecto al contacto con la población local, aseguró que fue muy enriquecedora y que, a nivel personal, la misión, que para ella ha sido la primera, no podía haber resultado más “perfecta”.
Similar eran las sensaciones con las que desembargó el brigada Rubio, que respaldado sus dos hijos, rememoraba cómo los libaneses les daban una y otra vez la enhorabuena por haber conseguido la Eurocopa de fútbol. Una anécdota que, a pesar de todo, no borra los momentos difíciles y duros. Como la Primera Comunión de Manu, su vástago menor, que durante estos cinco meses le echó mucho de menos también a la hora de jugar a fútbol o a la videoconsola. “Creo que hemos hecho una labor muy importante y, yo que he estado en Transportes, he recorrido el país de arriba abajo y reconozco que la situación que hay allí es difícil porque, por ejemplo, las carreteras están bastante mal para conducir”, explicó, “pero gracias a Dios no hemos tenido ni un solo roce. Misión cumplida”.{galerias local="20120714_14_15" titulo="Fin a una experiencia única"/}