Parece que fue ayer cuando comenzó, y ya ha terminado. Con menos afluencia de público que otros años, para deepción de los feriantes que decidieron cruzar el Estrecho. Mientras la crisis siga presente en nuestra cotidianeidad, y el mes de Ramadán coincida en alguna de sus semanas con la Feria, es de esperar que el número de asistentes, y por tanto los resultados económicos, no se parezcan a los de los mejores años.
Los que en su bendita inocencia no entienden de crisis o de primas de riesgo (eso es cosa de nosotros los mayores), los niños, sí han disfrutado estos días, como es habitual con nerviosismo al llegar y llantos al salir. Solo por ver sus caras todo merece la pena.
Austeridad parece haber sido la consigna. Pero esa característica no debería de haber llegado a determinados lugares. Unas instalaciones, pequeñas en espacio pero grandes en servicio, que para cualquiera que haya tenido la curiosidad de visitar, o por necesidad, han provocado vergüenza ajena, han sido las que alguien ha destinado a la Cruz Roja. No sé, de momento, de quién depende la decisión de ubicar al personal de esta institución. Pero, a quien corresponda, le doy un soberano “capón” y le invito a ocuparse de otra responsabilidad, porque para esto, no vale. El lugar y las instalaciones en las que se ha destacado a los miembros de Cruz Roja han sido tercermundistas, y me quedo corto. ¿A quién se le ha ocurrido que un lugar para la atención sanitaria puede carecer de agua corriente? ¿A quién que un frasco de desinfectante para manos puede sustituir a un lavabo con agua corriente y jabón antiséptico? Y no solo eso: Luces mortecinas, cables colgando, ausencia de retretes propios, camillas inadecuadas que parecían haber salido de un almacén de desechos, charcos malolientes que se formaban cuando durante el día regaban los servicios de las casetas colindantes (la pendiente tiene eso, que provoca que los líquidos progresen hacia la zona en declive, que casualmente, mire usted, eran las “instalaciones” de la Cruz Roja), y que provocaban que se estancase el agua con el consiguiente olor nauseabundo durante toda la noche….. Y mucho más.
Los que conocemos muy de cerca el espíritu de Cruz Roja sabemos que trabajan donde y como sea. Suplen la falta de medios con entusiasmo, solidaridad, profesionalidad, y, siempre, con una sonrisa. Pero los ciudadanos de Ceuta se merecen que a los que se les confía nuestra salud, y, en algunos casos, nuestra vida, tengan las mínimas condiciones de salubridad y seguridad para hacer su trabajo. Los recortes, señor o señora responsable, las aplique usted en otras partidas. Advierto que para la próxima ocasión algún partido, con o sin representación en la Asamblea, va a estar muy pendiente de que esta situación no se vuelva a repetir, denunciando ante la autoridad competente (¿?) si sucediere.
En fin, hemos disfrutado de unas fiestas patronales más austeras de lo habitual. Lógico en los tiempos que nos ha tocado vivir.
Es de desear que para la próxima ocasión los recortes no se apliquen donde no se debe, y que lo ahorrado en ésta no se dilapide en gastos superfluos. Como dijo aquél, las luces se han apagado y la música ya no suena. Se acabó la fiesta.
POSDATA. ¿A qué mente clara se le ha ocurrido que una instalación sanitaria podía carecer de agua corriente? ¡En manos de quién estamos!
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