Se siente mucha alegría - serena y honda alegría - al escribir el encabezamiento de éste Artículo porque Navidad es tiempo de gran satisfacción interior; no es una mera fórmula de cortesía sino algo mucho más hondo. algo que sale del alma alegrando todo el sentido espiritual del ser humano.
La Navidad es algo muy especial para los cristianos porque nos lleva a ahondar en la verdadera humildad, de la que estamos muy necesitados. En general, los seres humanos nos creemos valer mucho más de lo que la realidad nos muestra a cada instante de nuestra vida.
Nos olvidamos de la sencillez a cada paso que avanzamos en nuestra edad y la Navidad es el ejemplo máximo al que debemos acudir para situarnos en el plano de la verdad de la vida. Causa verdadera emoción contemplar cualquiera de los muchos Nacimientos que se ponen, en las casas, con figuras que vienen de algunas generaciones anteriores. Yo, que vivo solo desde que falleció mi mujer, me vi sorprendido, hace unos días, porque la Asistenta había sacado las cajas donde se guardan todos los elementos del Belén y ya los había dispuesto en la forma y lugar de siempre.
También es su Belén y lo dispone todo como su sentido del amor le indica. Ese sentido del amor es el que debe alimentar todos los días de nuestra vida. A veces relacionamos directamente el Belén con los más pequeños de la casa porque son los que más se hacen notar, al contemplarlo, con sus gritos y con sus deseos de mover las figuras de pastores de un sitio a otro. Yo recuerdo que uno los hacía avanzar, cada día, hacia la figura del Niño Jesús. Él les daba vida, de alguna forma, y lo que le gustaría es estar él dentro de ese Belén. De hecho todos lo estamos pues la vida es un continuo caminar hacia el encuentro con Jesús.
En éste año conviene recordar a todas y cada una de esas familias que, por unas u otras razones, no pueden poner el Belén en sus casas. Muchas de esas familias ni siquiera tienen casa, tal vez porque no pueden pagar el alquiles o porque los azares de las guerras existentes en diversos lugares les han obligado a huir para salvar sus vidas.
Quizás hay que incorporarlos, de alguna forma al propio Belén de cada casa y hay que hacerles un hueco en el corazón de los que no vivimos esa angustia de escasez o de persecución. Será un Belén nuevo, como lo es cada año cuando a unos y a otros les deseamos, de todo corazón, Feliz Navidad.
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