Colaboraciones

La fecha

Una fecha de nacimiento puede o no ser vinculante. Sin embargo en este caso que voy a relatar fue una baza a tener en cuenta por la conductora de esta confesión. “Mi ilusión era tener un hijo. Toda mujer desde que tiene uso de razón le prevalece una cosa, ser algún día madre. Por eso se prepara en todos los sentidos. Antaño, cuando las familias tenían mucha descendencia, los hermanos más viejos, mayores, éramos los que en teoría nos hacíamos cargo del nuevo hermanito que venía por encargo de la cigüeña. De ahí teníamos las hembras más práctica y muchas ganas de formar una familia lo antes posible. Ver a esa nueva criatura tan pequeñita cuidada por ti y que cada día va creciendo por tus cuidados hace que tengas más presente una ilusión. Y encima los temores de que se te pueda caer o hacer daño se van evaporando. La costumbre de llevar una casa ya la teníamos de serie. Yo me casé a la temprana edad de 19 años. A los dos años exactos decidimos tener un hijo y la verdad que fue fácil. No sé si lo que os voy a decir puede ser posible, pero desde el primer día de mi embarazo yo tuve conciencia que algo nuevo estaba pasando dentro de mí. No os voy a ocultar que desde ese preciso instante yo estuve hablando con mi futuro hijo. Ya incluso le puse hasta un nombre. No os lo diré ya que fue un fracaso.
Muchas mujeres tienen esta experiencia muy mala y traumática. Recuerdo unas palabras que fueron dichas con mucho cariño pero hasta que la asimilé no me gustaron ni un pelo. “Los perros la primera camada hay que desecharla”. A mí la verdad que me provocaron unas lágrimas. Fue mi querida y añorada madre la intelectual que me soltó esta frasecita. Ella vio de inmediato mi expresión de cara y lo comprendió. Había metido la pata. Para ello yo era su hija. Muchos meses estuvo en mi cabeza esa pérdida. Pero mi querido marido habló conmigo muy serio y me planteó un nuevo embarazo. Yo acepté resignada, no muy convencida. Pero tenía que pasar página.
Quería a mi marido y sabía que tenía que darle algo de felicidad. Aunque era mucho lo que me había costado. Muchas lágrimas y muchos días de aplomo. Me quedé fácil pero fue muy diferente. Aunque quería saber cómo era esta nueva criatura no le hablaba ni lo mimé como al primero. Eran muchos recuerdos. No quería tener eso. Por eso los meses pasaron muy rápido y por fin vino el día del parto. Sufrí, no lo puedo ocultar. Pero pude ver esa carita angelical de mi niña. Por fin tuve un subidón de felicidad en esta vida. Pude lucir mi sonrisa de una santa vez. Ya venía siendo hora. Recuerdo que estaba muy cansada después del parto. Y la verdad muy contenta de haber tenido a mi tan guapo bebé. Durante este merecido descanso tuve un sueño. Se me presentó un bello niño, yo calculo que podría tener unos dos años. Y me empezó a decir: “Tenía ganas de volver a escuchar tus dulces palabras. Has sido una madre muy buena en el tiempo que ejerciste de ella. Pero la verdad no me conformaba con escucharte quería ver tu cara. Como muchas veces me decías. Y por fin tengo el placer de ver a un ser tan radiante. Hubieras sido una madre preciosa. Me hubiera gustado pasear junto a ti. Hubiera sido la envidia de todos los pequeñines de mi saga. Pero no te preocupes estaré siempre junto a ti. Y enhorabuena por haber tenido a mi hermanita. Somos almas gemelas. U sea muy buenos. Ya lo verás en el transcurso de los años”.
Los días transcurrían y mi bella niña crecía como la espuma. Tuve nuevos sueños donde mi primer bebé me iba dando unos datos preciosos. “¿Ves esa carita tan bonita de mi hermana?, pues es mi misma cara. Tengo mucha envidia de los cuidados que le estás dando. Más no debes de tener reparo. Yo la quiero mucho más que tú la podrás querer en tu vida. Será mi ojito derecho y siempre estará bajo mi sayo. Nunca estará sola ya que entre tus cuidados y los míos estará dentro de una burbuja que sólo le reportará felicidad”. Yo estaba muy tranquila. La verdad que nunca tuvo una enfermedad grave. Las normales de los críos y nada más. Recuerdo cuando tuvo sus primeros pinitos amorosos yo estaba muy intranquila y entré en un nuevo sueño donde me dijo que: “Mamá no te pongas nerviosa. Ella es muy fuerte y valiente. No tendrá ninguna aspereza en el nuevo campo que le ha venido. En el amor. Sé que son momentos delicados, más tú no debes de estar intranquila. Yo ya la he visitado unas pocas de veces y ella ya está aleccionada”. Siempre he tenido mucha confianza con mi hija por eso me extrañó que no me hubiera contado que había soñado con una persona. Esa tan especial. Su hermano. La interrogué y me confesó que desde chica había tenido sueños donde hablaba con su hermano mayor. Nunca tuvo miedo y que nunca me dijo nada ya que me recomendó que no te dijera nada ya que podrías recaer en un pesar. Es decir en llorar de emoción por su pérdida. Vi una gran simbiosis entre ambos. Muchos años ocultándome una cosa muy fuerte. ¿Qué más me tenía oculto?. No quise entrar en polémicas ya que mis amigas habían pasado por ello y había visto como sus hijas se habían o marchado de casa o no hablar con sus madres. Por eso evite polémicas. Ella sólo vio de mi una sonrisa. Maquillada, pero sólo pudo observar esa expresión. Una noche se me apareció y me dijo: “¿Tu tienes una fecha en el calendario, metida en la cabeza? Yo la verdad que al no saber de qué iba el asunto me hice la sueca. Y él me contestó si el 27 no me recordaba nada. Y rápidamente pillé lo que me quería decir. La fecha del día que lo perdí. Un día 27. Él me puso cara de felicidad y me dio una contestación con la cabeza de sí. Ya veo que me tienes presente. Ese será tu referencia para cualquier pega. Más o menos pude cazar al vuelo lo que quería decir. Pero él me matizó. Ese número será la clave de muchas verdades que querrás saber para el futuro. Una buena amiga me dijo que comprara un numerito con esos dígitos y me tocó, me acuerdo, los finales en el sorteo de la Cruz Roja. Pero yo sabía que no sólo eso quería decir mi hijo. Algo más tenía que tener guardado y, efectivamente, al cabo de los años y después de muchas peleas que tuvo su hermana mi hijo me tranquilizó diciéndome: “¿Sabes donde vive él?, ¿sabes el día y el mes que nació? Yo le respondí que sí en el bloque 27 y que su día de nacimiento es el 2 y el mes era julio. El siete. Luego no debía de tener miedo por la elección de su hija. Era de confianza.

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