Remakes, reboots, secuelas, precuelas, spin-offs, todo muy “in”, todo muy “milenial” (o millenial, que por una l no vamos a renunciar a usar la palabreja en otro idioma). La excusa oficial para la alarmante falta de ideas en la gran industria del muy necesario cine de entretenimiento masivo, es acercar a las nuevas generaciones las memorables aventuras que han formado parte de las vidas de generaciones anteriores, y diversificar así los potenciales espectadores creando de verdad ese ámbito familiar en el cine. Bien está si logra el objetivo y aporta algo nuevo el hecho de contar una historia que alguien ya contó y que, si bien no puede decirse que el buen cine pase de moda, sí es cierto que tendrá más arraigo en alguien que empieza a ver películas si no se siente fuera de lugar. Se me ocurren numerosos ejemplos de historias refrescadas con el filtro de los tiempos modernos y la tecnología, o de segundas, terceras, cuartas o quintas partes (por no seguir contando lo dejaremos en cinco, pero todos sabemos que me quedo corto) que han salido más que bien, al igual que me vienen a la cabeza innumerables proyectos de caraduras que pretenden a base de dinero ajeno hacerse ricos fotocopiando algo que ya ha demostrado antes la aceptación del público. Así las cosas, que cada uno meta la cinta que sea en su subjetivo saco correspondiente, la línea que separa lo correcto de lo indecente a veces es demasiado delgada, Tom Cruise se viste de Brendan Frasier (que a su vez se vistió de otros tantos en su momento) para abrir boca en el nuevo proyecto de Universal, poseedora de los derechos de los monstruos clásicos más conocidos del cine, que pretende enlazar a los mismos viendo los réditos que le está dando el crossover (se me había olvidado este anglicismo al principio) a Marvel con sus superhéroes.
El tirón popular del actor principal, que sigue en forma y sigue haciendo con profesionalidad y dedicación cada escena de acción él mismo, no logra tapar que la trama del cómo y por qué la momia amenaza estar “más viva que nunca” se queda en tontería gorda (no hay que pedir peras al manzano, pero por lo menos que dé manzanas), y siendo cierto que Sofia Boutella queda más que bien de princesa egipcia y mejor aún de bestia parda con vendas (aunque de esto último siempre sin pasarse para lucir un gran palmito), resulta más triste que casposo el hecho de que la supuesta mujer fuerte cazadora de monstruos, interpretada por Annabelle Wallis, sea el típico florero que recuerda a otros tiempos colocándose tras la testosterona del protagonista para no sufrir daño alguno ante las vicisitudes y la acción que fundamentan el supuesto atractivo del proyecto. "Las mujeres siempre han tenido un papel muy importante en mis películas", dice Cruise en unas medidas declaraciones que sin duda tienen una interpretación distinta a la que se nos viene a la cabeza al responder: “No, si ya…”. Para acabar con lo relevante en el reparto tenemos la aparición de un doctor Jeckyll con inevitable alter ego que interpreta Russell Crowe, el supuesto nexo entre películas de este “Universo Oscuro”, que rompe el ritmo narrativo tanto que acaba cabreando al personal por innecesario. Como muestra del ideario de intenciones, en un momento dado amenaza al personaje de Cruise con vencerle en singular combate a pesar de ser más viejo que él. Pues bien, Cruise tiene 54 años y Crowe 53. Poco más se puede añadir…
PUNTUACIÓN: 4