Opinión

El Faro de Ceuta

No podemos escapar a nuestro destino. Cuando nos desviamos de nuestro camino recibimos todo tipo de indicaciones para que nos reincorporemos a la senda asignada por determinadas fuerzas supranaturales. La lucha contra el destino es inutil y estéril. Es habitual que durante la infancia y la juventud fantaseemos con lo que será nuestra vida adulta. Por suerte o por desgracia el tiempo nos pone a cada uno en el lugar que nos corresponde. Siempre es un misterio lo que nos depara la vida. Los que hace casi un cuarto de siglo constituimos la asociación Septem Nostra no imaginamos que íbamos a dedicar buena parte de nuestro esfuerzo a la defensa, estudio y difusión del patrimonio natural y cultural de Ceuta. Una reacción instintiva nos ha movido a denunciar todos aquellos actos atentatorios contra nuestros bienes naturales y culturales. Este instinto sigue vivo, pero hemos de reconocer que fruto de la natural evolución personal nuestra mirada es cada vez más introspectiva y más dirigida al cultivo de nuestro ser.

En la consecución de los objetivos fundacionales de Septem Nostra ha jugado un papel fundamental el medio de comunicación que acoge esta colaboración sabatina desde el inicio de las actividades de nuestra entidad conservacionista. Después de tantos años de colaboración nos sentimos uno más de la familia del “El Faro de Ceuta”. El decano de la prensa local ha mantenido una clara y constante linea editorial a favor de la conservación del patrimonio ceutí. Es algo innato en “El Faro de Ceuta” desde su origen hace noventa años. No obstante, el interés por el patrimonio natural y cultural de Ceuta se ha consolidado en los últimos veinticinco años, gracias al equipo dirigido por Carmen Echarri. En estos años, además de su directora, ha jugado un papel fundamental en el mantenimiento de la linea periodística a favor del patrimonio, quien ha sido durante mucho tiempo la subdirectora, Rocío Abad, su hermana Paloma, el fotógrafo Quino Sánchez y los periodistas Gonzalo Testa, Ana Villazán, Montse Taboada (Cope-Ceuta), Juanjo Oliva, Juanmi Armuña o Nacho Gallego, entre muchos otros.

En estos veinticinco años hemos sido testigos de una auténtica revolución en el acceso a la información. Hasta mediados de los años noventa, momento en el que se introdujo la World Wide Web (www), la prensa, la radio y la televisión tenían la exclusiva en la información de interés para la ciudadanía. Sería injusto si no reconociéremos el papel fundamental que han desempeñado los medios de comunicación en el origen y consolidación de la democracia. Como cualquier otro poder, no está a salvo de su uso fraudulento, tendencioso y cuasi mafioso. Al fin y al cabo estamos hablando de empresas privadas que cada vez dependen más del poder político, económico y financiero para mantenerse y obtener sus beneficios. En este difícil equilibrio entre servicio público e interés privado quienes marcan la diferencia y mantienen el prestigio de sus respectivos medios de comunicación son sus directores o directoras.

"El decano de la prensa local ha mantenido una clara y constante linea editorial a favor de la conservación del patrimonio ceutí. Es algo innato en 'El Faro de Ceuta' desde su origen hace noventa años"

La directora del “El Faro de Ceuta” ha logrado mantener y consolidar el prestigio del decano de la prensa de nuestra ciudad llevando su independencia hasta el límite de lo que le han permitido. Cualquier otro u otra hubiera levantado el pie del acelerador en sus artículos de opinión y en el contenido del periódico para vivir más tranquila, pero Carmen Echarri es una gran luchadora y tiene un carácter fuerte para resistir todo tipo de envites. El editor del “El Faro de Ceuta” sabe que el valor de su Periódico estriba en su prestigio, en su credibilidad y en la imagen de independencia que es capaz de transmitir a sus lectores. Lo fácil es venderse al poder político, pero a la larga tu empresa se deprecia y termina por ser un folletín propagandístico al que nadie respeta ni reconoce.

Además de lograr el máximo grado de independencia que se puede permitir un medio de comunicación privado, el prestigio del “El Faro de Ceuta” reside en su veracidad, imparcialidad y el respeto a los más elementales principios éticos. Carmen, en estos años, ha tejido una red de informantes que le han permitido obtener información relevante y contrastar la veracidad de los hechos antes de hacerlos públicos. Su rigor a la hora de utilizar la información le ha podido restar alguna exclusiva, pero se ha ahorrado el sonrojo de tener que reconocer que había publicado información falsa, engañosa o deformada. Tampoco se ha dejado llevar por el sensacionalismo o por el repugnante morbo que suscitan las muertes violentas o los suicidios. No menos destacable es el escrupuloso respeto a la presunción de inocencia o a los derechos de los menores.

Como hemos comentado con anterioridad, hemos asistido a una auténtica revolución en el acceso a la información. Atrás ha quedado el tiempo en el que toda la familia compartía el almuerzo con el telediario como telón de fondo o el de la lectura pausada de la prensa nacional y local a primeras horas de la mañana. Ahora la sensación de falta de tiempo está generalizada y, de manera paradójica, nunca antes la gente ha perdido tanto el tiempo deslizando los dedos sobre una pantalla. Captar la atención en estos momentos de insustancialidad es el objetivo de muchas empresas y medios de comunicación. Por esta razón la tentación de servirse del sensacionalismo y de la mentira para captar la atención de los cibernavegantes es cada vez mayor. No menos arriesgado es reducir el nivel de los contenidos o eliminar aquellos que a priori se consideran que interesan a una minoría, como es todo lo referente al patrimonio, la cultura o el medio ambiente. Por fortuna, “El Faro de Ceuta” no ha caído en ambas tentaciones. Por el contrario, ha dado una atención preferente a los asuntos referidos, fomentando, de esta manera, la sensibilidad y la preocupación por la conservación del patrimonio natural y cultural de Ceuta.

Es mucho lo que nos jugamos en estos momentos respecto al futuro de la humanidad, en general, y de forma más concreta, en lo que concierne a Ceuta. Nuestro medio natural está cada vez más amenazado por el cambio global y por la contaminación del mar, la tierra y la atmósfera. Seguimos arrastrados por un modelo económico basado en el crecimiento ilimitado y movido por unos combustibles fósiles en rápido agotamiento. Todo el mundo sabe que nos acercamos al precipicio, pero lejos de reducir la velocidad estamos acelerando el ritmo de alteración del frágil equilibrio ecológico de la tierra. Esta transformación de la tierra discurre paralela a la deshumanización y mecanización del ser humano. Nuestra visión es cada vez más limitada y condicionada por la megamáquina. No vemos mucho más allá de la pantalla de los móviles ignorando la belleza de la naturaleza y del cosmos. Romper el hechizo de la máquina no es nada fácil. Requiere una gran fortaleza interior y la culminación de un proceso de maduración espiritual e intelectual que lejos de fomentarse se desalienta desde las redes sociales.

Cada día tengo más la sensación de que nuestra civilización está a punto de derrumbarse y quien lo impide son un pocos puntales. Uno de estos puntales, en lo que respecta a nuestra ciudad, es el periódico “El Faro de Ceuta”. Mientras que “El faro” nos ilumine podremos mantenernos a salvo de los peligros que nos acechan por todos lados. Es importante que los ceutíes rompamos el mutismo, la pasividad y la indiferencia sobre los muchos problemas que tenemos en nuestra ciudad. Solo conseguiremos salir airosos de todos los retos que tenemos por delante si hacemos un esfuerzo sinergético por restaurar nuestro patrimonio natural y cultural, por diseñar un modelo económico realmente respetuoso con la naturaleza y por lograr una convivencia real entre las distintas comunidades que habitamos en esta pequeña península transfretana. Todos estos objetivos son compartidos con “El Faro de Ceuta”, como ha demostrado.

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