“Esperamos que se haga justicia, que la Policía coja a los cuatro delincuentes que están haciendo esto, que han matado a mi hermano Ibrahim y que están acabando con Ceuta, que salgan a patrullar y a hacer su trabajo”. Quien así se expresa es Dina Bufelham, una de las cuatro hermanas y hermanos que tenía el joven que la medianoche del pasado sábado recibió un disparo en la cabeza a la altura del Puente del Quemadero cuando salía de la barriada del Príncipe en compañía de otro menor de edad tras dar una vuelta en una moto.
Los vehículos de dos ruedas eran la “pasión” del chico, que había cumplido 16 años en diciembre y estudiaba Cocina en el IES Almina. “Toda su familia, todos los vecinos, todo el mundo que le conocía, que eran muchísimos ceutíes, estamos muy afectados por esta desgracia que nos ha caído sin saber por qué...”, explica la hermana del adolescente, que perdió la vida en la UCI del Hospital Universitario pocas horas después de ser trasladado hasta el clínico tras quedar tendido sobre la carretera.
“Nunca imaginé que le pudiera pasar nada parecido porque jamás se juntaba con bandidos y nadie nos había trasladado ninguna queja de él, todo lo contrario, que era muy buena persona... Nunca se quejaron de haber tenido problemas con él y eran niños y jóvenes de toda la ciudad los que nos decían que querían aprender con él a conducir igual de bien, algo que había conseguido practicando desde pequeño”, cuenta Bufelham del hermano intermedio de los cinco hijos de sus padres, con quienes se comportaba de forma “muy cariñosa”.
Dina recuerda que más allá del instituto, donde “hacía lo que le tocaba, ir a clase y estudiar”. Más allá de los estudios, el joven Ibrahim “se dedicaba a las motos y a salir con su mejor amigo”. También había trabajado en “varias” hamburgueserías de la ciudad, entre ellas una de Los Rosales, siempre pegado a las dos ruedas, sobre las que se topó con el disparo que le terminó segando la vida.
“En Ceuta, que es tan España y tan Europa como el resto, está prohibido tener un arma y lo que queremos los vecinos del Príncipe, de Loma Colmenar, de Hadu y de Los Rosales es ver a la Policía como la vemos en el centro, a todas horas, patrullando y haciendo bien su trabajo, intimidando a esos cuatro delincuentes que están acabando con la ciudad”, repite la joven, que reclama que las Fuerzas de Seguridad “impongan respeto” en todas las barriadas.
“Esta no se puede convertir en una ciudad sin ley: tienen que plantarles cara a los bandidos y coger al que o a los que han matado a mi hermano, encontrarlos y sacarlos de donde estén escondidos porque si tienen armas, la Policía también, y toda la legitimidad para hacerles frente”, exige la hermana de la última víctima mortal. “Es igual de inaceptable que mueran menores que adultos, pero cuando hablamos de jóvenes, de literalmente niños como mi hermano, es todavía peor”, lamenta.
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