Todos, en la familia cofrade de Ceuta, reconocen esta cara. Se llamaba Roberto Vallejo y era, como señalan desde la hermandad del Santo Entierro, “uno de nuestros grandes puntales”. Muy querido, siempre afable y aportando ideas, “porque claro, la veteranía es un grado”, se ha ido pocos meses después de despedir a su esposa, África, y a uno de sus grandes amigos, Mariano Cerdá. Y es que con Mariano eran, hablando en términos futbolísticos, una ‘dupla perfecta’, de esas que gana todos los partidos, casi sin despeinarse.
Roberto falleció este jueves por la tarde sin hacer demasiado ruido. Con múltiples achaques y tras combatir como un gran guerrero contra el covid, la enfermedad que le arrebató a su esposa y se lo puso muy complicado también a uno de sus hijos, desde hace algunos meses no podía salir de casa. Su salud ya estaba muy débil. Situación por todos conocida pero que, aún así, no resta un ápice de tristeza a una noticia que ha caído como un jarro de agua fría tanto en el mundo cofrade como en la hermandad a la que dedicó su vida durante décadas.
“No levantamos cabeza”, dice entristecido el actual hermano mayor, Pedro Rodríguez Blanco. Hace pocos minutos que ha salido de la misa funeral oficiada, en memoria de Roberto, por el vicario general en la Iglesia de África. Y recuerda cómo en menos de un año la vida les ha arrebatado a varias de las personas más importantes, a los que conocen o denominan como ‘históricos’. A Roberto y Mariano se le suman las dos ‘Áfricas’, mujeres de ambos, que ya descansan también. Los cuatro eran inseparables. Y sin olvidar a otros nombres importantes como Mariceli Borrás, así como una costalera recientemente fallecida.
¿Cómo no recordar cuando, durante las Cruces de Mayo, sus rostros amables y siempre conversadores te recibían en el local de Jáudenes? Y también cuando Roberto, como un clavo, participaba en cada una de las actividades de la hermandad, como en la venta de chuches durante la novena a San Francisco Javier.
Por su parte otro cofrade de larga data, Juan Jesús Bollit, recuerda a Roberto como “una persona muy afable, dicharachera, siempre de guasa…”. Hubo una época en la que, además de compartir afición cofrade, eran vecinos. “Siempre hubo mucho feeling entre nosotros”, comenta, “me da mucha pena que se haya ido, era una persona muy conocida y querida en el mundo de las hermandades, así como su mujer”. Roberto, como muchos saben, fue trabajador de Transmediterránea durante toda su vida, profesión que también le hacía muy popular entre la población en general de la ciudad.
Roberto ya descansa junto a África. Ellos ya están juntos, pero el sentimiento cofrade de la ciudad llora su partida. D.E.P.
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