Faltó el río Quema

A José Mari, el de las viñas
El verano, ya lo advirtieron, sería de achicharrarse. Así ha ocurrido y, por lo visto,  va a más. Pero confiemos en los dioses y esperemos un otoño como los de siempre, de hojas secas, de atardeceres grises, allá en Beliones, donde atraca la naviera nórdica y que los vientos  del Callejón de la Botica le levanten el capuchón a ese municipal que, disfrazado de nazareno, el Ayuntamiento ha colocado en la antigua plaza de los Reyes, para regular el tráfico de chulos y putillas en horas punta de la noche. De día he visto a marroquíes y marroquinas, como diría la ministra Bibiana, abrazados a la negra escultura y haciendo ¡uuuuuhh!, como si fuera un fantasma. Y, en cierto modo, lo es. En fin, esperemos que todo vuelva a ser normal,
y que ningún sunami nos festeje las Pascuas.
Estamos viviendo la resaca de la feria de agosto. La crisis no parece haber hecho mella. Se ha tirado la casa por la ventana. La Asamblea ha dado de comer a casi dos mil hambrientos, en el sentido bíblico de la palabra, (las colas parecían del antiguo Auxilio Social), e incluso ha tenido un detalle con nuestros seres del más allá , ofreciéndoles todo un espectáculo de pirotecnia, que casi nadie vio, pero si las almas que deambulan por Santa Catalina, desacostumbradas a estas deferencias. “Flores para los muertos”, decía un personaje de Un tranvía llamado deseo; “Cohetes y traca para los difuntos”, debió sugerir  el responsable de Festejos y se quedó tan pancho. En  noviembre, mes de los muertos, se repetirá el espectáculo.
Preparémonos, también,para sacudidas preelectorales. Las escopetas empiezan a llenarse de pólvora y los morrales de promesas que no se cumplen, ni se cumplirán jamás, por mucha palabrita del niño Jesús que invoquen. Política, sentenciaba el profesor Tierno Galván, es prometer lo que se sabe que nunca se podrá dar. Sé que Carracao, nuestro joven Adenauer, estará disconforme con ello, pero como diría Rubén Darío, ¡quién a su edad no es romántico!.
Y a esperar. Esperar el bochinche que pueden ocasionar  los sindicatos. En Sevilla, los inquilinos de la Casa Grande no duermen, pues han vendido la marca Sevilla y el espectáculo U2, del que ya no hay un solo billete para el concierto previsto, precisamente para  el 29 de setiembre. Será en el Estadio Olímpico, aquella desastrosa aventura arquitectónica de  Rojas Marco, para provecho posterior de un niñatito de Izquierda Unida,quien, siendo concejal  se puso las botas, aunque después hiciera mutis por el foro y dimitiera..  Por cierto, semanas después del concierto,  el mismo Estadio será utilizado para un acto cofradiero, con traslado de la mismísima Macarena.
De “ macarenada”, sin más, calificaría la procesión de la Patrona, al menos por la calle Jáudenes, la vieja calle Larga, la que sólo conserva de entonces, los olores del Restaurante “Los Pellejos” y, en especial, sus famosos callos o el exquisito adobo que salían de la cocina. También seguimos oyendo los rugidos de aquellas olas que, cuando el  levante entraba con la teta cortada, inundaba las casas marineras de La Brecha,   poblado hoy transformado en playa de la Rivera, teniendo que ponerse a salvo quienes las habitaban. Jáudenes, dentro del urbanismo, tiene hoy cierto tono, muy parecido al de Alfau hace años, con esas hileras de magnolios  alineando un espacio casi dominado por  clínicas  y  asesorías laborales. Cortejos y procesiones la han convertido también  en paso obligado para el lucimiento. De nuevo fue este cinco de agosto, escaparate para los VIPS de la ciudad. Ellos, de Cortefiel, de Vega o de Kiko; ellas de Nola y Mango.Y mezclados, un bullicio que quitaba la solemnidad que exige precisamente ese traslado de  Santa María de Africa, transformándose este año en una auténtica romería, en la que presuponíamos  carretas y bueyes abriendo la marcha. Faltó el río Quema. Como podía, el Presidente, tan usual en él, contentaba a todos con una sonrisa cortés no exenta de petición de votos . Su cohorte hacía lo mismo. Todos y todas lucieron galas de firma, aunque en aquel caos poco se distinguieron. Y el paso, rodeado esta vez, no por fuerzas militares- me parece magnífico no mezclar religión y Estado, pues de esa promiscuidad hemos tenido resultados nefastos-, sino por madres, novias y hermanas, las “levanta faldones”, transformadas en improvisados aparatos de aire acondicionado para los sufridos costaleros. Y, cómo no, la “petalada” (palabrota más que piropo) que muchos inquilinos de donde partía la flora y dichosa lluvia, aprovecharon para vaciar algunos ceniceros.Y sufriéndolo todo, unas imágenes, de las que recomendaron severamente que no las rozasen ni un papel de fumar, aguantando un bombardeo que no siempre fue de pétalos, sino de “ a ver quien le pone un clavel en la mismísima corona”. Así fue caminando hacia Colón, el lugar más inhóspito para verla.. Sigue, y seguirá por los siglos de los siglos, porque así es la incultura, el pajarraco a la espalda de la Virgen, como si fuera una cataplasma. Está comprobado que cuando los signos franquistas han desaparecido, mantenerlo en el hermoso manto responde a oscuros intereses . Pienso que si, en lugar de haber sido una donación de Franco o de su primo hermano, también hubiese colaborado Hitler con su cruz gamada, ¿la seguirían manteniendo.?   No sabría qué decir.
Termino. La Cofradía de Nuestra Señora de Africa, tiene que plantearse un cambio en esto de procesionar a su titular. Como mera sugerencia, le aconsejo que sean espectadores de la salida, el 15 de agosto,  de la Virgen de los Reyes y analicen si ese es un modelo a seguir. Les aseguro que es una auténtica fiesta popular sin desbordes de mal gusto. Digna de la titularidad y digna de los sevillanos, que acuden a millares. Cortejo mañanero y de itinerario corto, casi los alrededores de la Catedral, pero quién la vio alguna vez, piensa que así, bajo su templete de plata, pudo entrar en la ciudad en tiempos medievales. Tan auténtica como entonces. De esa autenticidad deberíamos partir aquí, en Ceuta, y dejar que los jaleos almonteños,  cada vez más palpables, lo dejen para ocasiones distintas. Y lo que son las cosas, ese volver por las Palmeras, fue de lo más acertado, pasando revista a los cabezudos grecolatinos de Ginés.Todo un ejercicio fashion...