Aunque se había jubilado hace seis años, Miguel Ángel seguía, fiel a su costumbre, recalando cada mañana a las ocho en el mismo lugar donde trabajó por décadas: el Parque de
Bomberos de Ceuta. Acercaba a su esposa hasta su lugar de labores, el
Hospital de Ceuta, y de regreso entraba a saludar y a tomarse el primer café del día. Daba igual qué personal estaba de turno, Miguel Ángel era amigo, compañero y un poquito más: él era familia. La pérdida repentina este miércoles 26 de enero del sargento de Bomberos Miguel Ángel Mata, uno de los más conocidos de la ciudad, ha caído como un jarro de agua fría entre los efectivos del Cuerpo y entre quienes compartieron algún momento de sus 66 años de vida. “Me cuesta encontrar palabras para describirlo”, comenta su amigo y compañero de promoción, todavía en ejercicio, Miguel Ángel Ríos, “era una persona muy afable, cercana… de las que dejan huella”.
Recuerdan que, en sus años de labor, siempre estaba el primero. Para todo. “En cualquier servicio, el que fuera, él siempre disponible, atento y muy trabajador”, dice Ríos. Esta es la última de las tres pérdidas que, en poco tiempo, han estremecido el corazón de los bomberos, especialmente de los más antiguos y compañeros de toda la vida. Y es que hace pocos meses se despidió también a
Javier del Moral y
Pepe Mata. El primero partió hace justo un año, a finales de enero de 2021, mientras que Pepe Mata nos dejó a mediados de junio. Todos ellos de mucha experiencia y, aunque con algunos achaques, aparentemente con la salud aún fuerte sin indicios que hicieran presagiar su apresurado deceso.
Ríos ingresó en el Cuerpo de Bomberos al mismo tiempo que los tres amigos a los que ahora le toca despedir. Él algo más joven, con apenas 20 años, y los demás con unos 26. Un grupo que poco a poco se despide sin quererlo con la tranquilidad y la seguridad de transmitir a los jóvenes “los mejores valores” y, sobre todo, “fomentar el compañerismo que es esencial en esta profesión”. Nadie duda que, allá donde estén, Miguel Ángel se reencuentra ahora con Javier y con Pepe para, juntos, seguir ‘al pie del cañón’ allá donde se les necesite.