Opinión

Vengo de Extremadura, por Antonio Guerra

Acabo de regresar de Extremadura, mi tierra; porque, al menos dos meses al año los paso allí, uno en primavera, y el otro en otoño, las dos estaciones con clima suave y delicioso. En la primavera, porque en ella la tierra extremeña es como un vergel que eclosiona de verde, luz y colores. Y en otoño, porque también se tiene un encuentro pleno con la naturaleza, ni hace frío ni calor, en medio de la paz, tranquilidad y sosiego que allí reinan, que a mí me relajan los cinco sentidos. La pena ha sido este año que la feliz estancia ha estado empañada por el hecho de que no llueve, de la enorme sequía que los campos padecen. Todavía no hay hierba de la otoñada, las sementeras sembradas no nacen por falta de humedad, los agricultores pierden sus cosechas, los ganaderos tienen que mantener sus ganados a base de piensos, con el consiguiente sobrecoste; los pueblos y las ciudades ya comienzan a tener restricciones en el consumo de agua, porque los ríos y los pantanos están en capacidades muy deficientes. Si continúa sin llover, será la ruina del campo. Son los efectos del cambio climático, del calentamiento global; nos estamos cargando el medio ambiente y la biodiversidad, porque apenas respetamos la “madre tierra”, con el uso y abuso tan irresponsables de elementos contaminantes. Ojalá que la situación cambie pronto y se remedie tan penosa situación. Por lo demás, si no fuera porque uno está tan condicionado por los hijos y el ramillete de los cuatro hermosos nietos que tengo, mi ilusión sería poder vivir permanentemente en Mirandilla, mi pueblo, donde creo que sería feliz recordando a mis antepasados queridos, el sagrado recinto familiar que es para mí la casa donde me crié, donde tuve mi infancia y mi niñez, el cariño de mi familia, que es el más grande y el más verdadero; evocando allí mi infancia y mi juventud, cuando jugaba con los amigos correteando por las calles, eras y regatos, recordando las escuelas, los maestros y las travesuras de niños. Me quedo allí absorto y embelesado pensando en aquellos tiempos tan lejanos, que repasándolos en el mismo lugar que los viví, de alguna forma me vuelvo un poco niño, y soy feliz. Mi estancia en Extremadura y mi pueblo, siempre me produce un agradable impacto emocional. Apenas asomo por el cerro de la carretera y doy vista al casco urbano, siento que se me ensancha el corazón y se enaltece mi ánimo. Y es que allí me crié y viví hasta los 16 años, cuando en 1958 me vine a Ceuta; allí empecé a sentir y a formarme en el espíritu extremeño; allí anduve mis primeros pasos, me nacieron las ilusiones y las esperanzas, y todo eso fue remodelando mis propias señas de identidad, mi forma de ser y de pensar; allí se fueron haciendo y configurando mis hondos sentimientos hacia mi pueblo y mi profunda admiración hacia mi tierra y todo lo que es extremeño, en permanente contacto con la naturaleza, que por eso tanto allí me regocijo, respirando aire puro y limpio, lejos del mundanal ruido y de la polución atmosférica. Y es que Extremadura está llena de contrastes, de encantos y tentaciones; sus paisajes pintorescos, sus pueblos acogedores, sus ciudades llenas de historia, de arte y tradiciones. Y luego está la suculenta y exquisita gastronomía extremeña, tan apreciada por quienes la degustamos. Extremadura tiene muy buena materia prima alimentaria; en ella se producen muchos bienes de excelente calidad; pero luego le faltan las fábricas y las industrias para elaborarlos y comercializarlos directamente fuera y sin intermediarios, necesitando también infraestructuras, una más importante y moderna red de comunicaciones, sobre todo, aéreas y férreas. El pasado día 17, más de 30.000 extremeños se vieron obligados a manifestarse pacíficamente en Madrid por un tren digno y eficaz. Es una justicia que clama al cielo. El que ahora presta los servicios es del siglo pasado, tarda más de seis horas en hacer el recorrido hasta Madrid, y viceversa, sufriendo continuas averías y retrasos debido a su obsolescencia. ¿Por qué tanto agravio comparativo respecto a las demás regiones que ya tienen AVE, mientras que Extremadura no recibe nada más que promesas incumplidas?. Casi todo el dinero se va siempre para Cataluña y el País Vasco. Y, así, mientras las regiones pobres son cada vez más pobres, las ricas son siempre más ricas. Cuanto más se les da a los separatistas, más exigen, para terminar pagándonos con la traición de romper España. Recuerdo que en 2011, cuando las cuatro provincias catalanas tenían ya AVE, al ex consejero catalán de Hacienda, Mas-Colell, no se le ocurrió otra proeza que declarar a Catalunya Radio la necesidad de retirar el proyecto de implantación del AVE en Extremadura, para que se pudieran cuadrar las cuentas del Estado, aseverando que “el AVE no tendría repercusión en los extremeños”. Joan Puig, ex diputado de Ezquerra Republicana de Cataluña, se permitió insultar a los extremeños diciendo que somos unos “malnacidos” porque no agradecemos a Cataluña el dinero que nos da. Un concejal catalán de Alternativa Baix Gai, Lluis Suñé, también tuvo la desfachatez de recomendar a cada catalán que apadrinara un niño extremeño por mil euros para acabar con la “pobreza y suciedad” de los niños extremeños”, con la falta que a él le hacía de lavarse la boca antes de decirlo. Y de los andaluces dicen que son unos vagos, todo el día en los bares. La última afrenta a Extremadura, también le viene de Cataluña, contra el cava extremeño, que en 2016 elevó sus ventas en un 39 %. Como Cataluña, domina el Consejo Regulador, ha conseguido del Gobierno central la cacic’ada de impedir la siembra de viñas productoras de cava extremeño hasta el año 2020. Y acto seguido se nos pide a todos que no dejemos de consumir productos catalanes. Ese es otro golpe bajo contra Extremadura, que de tanto noquearla está ya la pobre ko, porque los extremeños somos pacíficos y no damos problemas. Y, claro, así, hasta 850.000 tuvimos que salir fuera en busca de trabajo en los años 1950-1960. Otro ejemplo: Los mejores jamones de España, los ibéricos de “patas negra”, se producen en Extremadura; pero muchos luego son comercializados con marcas bajo denominación de origen de otras regiones, debido a la falta de incentivos e inversiones para el desarrollo regional, que a Extremadura nunca llegan. La riqueza nacional debe estar mejor repartida, más igualada, como la Constitución proclama, para que puedan crearse las condiciones necesarias que generen puestos de trabajo y mayores oportunidades para todos. Y sépase que Extremadura tiene su activo humano más importante en su buena gente: trabajadora, honesta, sencilla, acogedora y hospitalaria, siempre con la mano tendida y el gesto generoso. Hasta contra los ceutíes arremeten los catalanes. Un tal Miquel Angel Estradé, de Ezquerra Republicana, en 2016 insultó a Ceuta y Melilla diciendo que “son vestigios del pasado colonialismo donde no se respetan los derechos humanos”. Hoy mismo (escribo el día 20), el ex president Montilla, cordobés de Iznájar catalanizado, responsable del “tripartito” catalán de 2006 (PSC-ERC-ICV), aupado por aquel Carod-Rovira, negociador con ETA, que tanto daño hizo a Cataluña y a España, acaba de vomitar, pretendiendo hacer ver que Cataluña es imprescindible para España, que: "Para España no es lo mismo perder Catalunya que Ceuta o Melilla". ¿Se puede tolerar tanto odio catalán contra el resto de españoles?. Ese es el resultado del adoctrinamiento en las escuelas. Diógenes, hace dos mil años, ya dijo: “El insulto deshonra a quien lo infiere, no a quien lo recibe”. Pero Extremadura está por descubrir. Es todo un emporio histórico, monumental y artístico. Es la región de las ciudades declaradas Patrimonio de la Humanidad: Mérida, que fue llamada la segunda Roma, la Emérita Augusta romana que fundó Augusto el año 25 antes de Cristo, capital de la antigua Lusitania; fue la capital de la España visigoda en el siglo VI, y en la actualidad es la capital de Extremadura; en 1993 fue declarada Patrimonio de la Humanidad, siendo todo un tesoro arquitectónico, con su amplio conjunto arqueológico romano, uno de los más importantes del Mediterráneo, con su majestuoso Museo Nacional de Arte Romano, el Templo de Diana, Casa del Mitreo, Alcazaba árabe, Acueducto de los Milagros de 792 metros de longitud, que parece de verdad un milagro que no se haya caído, tras más 2000 años de su construcción. Cáceres. En ella encontramos uno de los conjuntos artístico y monumental más impresionantes y mejor conservados de Europa. Murallas, palacios, iglesias, plazas, calles, todo ello forma una conjunción admirable y una conservación magnífica. El legado de la Conquista de América se muestra en los impresionantes palacios que se erigen en las singulares calles de la Ciudad Monumental rodeadas de leyendas y misterios. Su casco histórico es de gran relevancia monumental. Fue declarado Patrimonio de la Humanidad en 1986. Entre sus murallas árabes conserva el segundo mayor aljibe del mundo, un barrio judío, restos de los primeros asentamientos romanos y un conjunto arquitectónico medieval y renacentista único en el mundo. Y también está Guadalupe, con su Real Monasterio, llamado “Museos de los Museos”, declarado Patrimonio de la Humanidad en 1993con su Claustro mudéjar, construido en 1340 por Alfonso XI de Castilla. Cuenta con un impresionante Museo de Pintura y Escultura, con obras de Juan de Flandes, Zurbarán, Goya, Juan Correa, Pedro de Mena y el Greco, entre otros, que guarda en sus muros un rico patrimonio artístico e histórico de reconocida admiración nacional e internacional. Las obras de Zurbarán se albergan en un monasterio de arquitectura gótica, mudéjar y renacentista que hará inolvidable la estancia en él. Pero Guadalupe me apena, y no tengo más remedio que denunciar otro agravio comparativo, en mi doble condición de extremeño y creyente, como he hecho en numerosos artículos publicados en diversos periódicos. Y es que, Guadalupe y 31 pueblos extremeños de su comarca, pese a pertenecer geográficamente a Extremadura, y siendo también Guadalupe el símbolo espiritual más emblemático que más une y concita a todos los extremeños, luego, tiene que continuar perteneciendo eclesiásticamente al Arzobispado de Toledo, tras 795 años que lleva usurpándolos a Extremadura, con tal de mantener tan anacrónica como aberrante injusticia, incluso contraviniendo la Iglesia sus propias normas: Concilio Vaticano II en sus números 23 y 24, artículo 10 del Concordato de 1851, artículos 9 y 10 del concordato de 1953, más el canon 38 del Código de Derecho Canónico. Y, como siempre que voy, celebramos la tradicional comida, ya casi familiar entre amigos, en el Restaurante El Yate de Mérida. Esta vez la asistencia ha sido más reducida: Ángel Valadés Gómez, con su esposa Manuela. Uno de los mejores valedores de Mirandilla, que por eso somos tan amigos. Es de los mejores comunicadores de Extremadura; trabajó y dirigió numerosas emisoras, como la SER, COPE, ONDA CERO, RNE, etc; fue Jefe del Gabinete de Prensa del ex Ministro de Sanidad y Seguridad Social, Enrique Sánchez de León; ha dirigido varias televisiones, retransmitió más de mil partidos de fútbol, participando en los Campeonatos del Mundo de Alemania, Argentina, España y Méjico; retransmitió numerosos partidos en el Alfonso Murube de Ceuta, teniendo muy gratos recuerdos de la ciudad; publicó infinidad de crónicas, ensayos, entrevistas y reportajes; pronunció más de cien pregones, desarrolló multitud de ponencias, conferencias y actos culturales. Asimismo, asistieron Miguel Donoso Valiente, su esposa Paquita Cidoncha y la madre de ésta del mismo nombre. Miguel es persona de reconocido prestigio en Mirandilla y el mundo; lo acredita su amplio palmarés deportivo, habiendo sido hasta tres veces consecutivas campeón del mundo en la especialidad de “Cien kilómetros campo a través”. A punto ha estado este año de ser condecorado con la Medalla de Extremadura, que seguro en otra ocasión recibirá tal distinción que con toda justicia merece, lo mismo que una calle en su pueblo, que se tiene más que ganada por haber paseado el nombre de Mirandilla por el mundo. Y de quien escribe, con su esposa.

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