Categorías: Sucesos y Seguridad

Explosión Fuerte Mendizábal: “Lo que ocurrió se podía haber evitado con más prudencia”

Abselam estaba vigilando la obra de la nueva cárcel el día 2 de marzo de 2010, justo cuando tuvo lugar la explosión. Algo incomprensible. Así es como Abselam, una de las personas que vigilaban la obra de la nueva cárcel el día 2 de marzo de 2010, define la explosión que tuvo lugar. Desde su punto de vista “todo lo que ocurrió se podía haber evitado con más prudencia”. Él dice que recuerda perfectamente lo que ocurrió. No ha olvidado ningún detalle porque “todavía se me viene a la cabeza aquello y lo intento superar”. A este hombre el suceso le cogió por lo pelos. Cuando tuvo lugar la terrible explosión era la hora de su cambio de turno y ya había llegado su relevo, su compañero Abdelkrim, aunque él decidió esperar a que acabaran para que le llevaran a su casa.
Instantes antes el guarda recuerda que se produjo una primera explosión, controlada. Luego llegaría el caos. Abselam estaba recogiendo sus cosas, situado a unos 50 metros del epicentro de los hechos. De pronto se produjo la brutal explosión, cuya onda expansiva le lanzó a unos metros de distancia. “Salí volando y choqué con una caseta”, dice. Aturdido se levantó y observó la escena más dura de su vida. “La explosión creó un boquete enorme y en su interior había un puñado de cuerpos tirados por el suelo. Todo estaba oscuro, había fuego por todos los lados y encima sabíamos que había más cajas llenas de explosivos esparcidas por el lugar”, narra. Como pudo se levantó. Su compañero ya estaba intentando apagar diferentes focos de fuego con un extintor. “Lo hacía para que el resto de los explosivos no estallaran”, sostiene. Entonces, en mitad de la oscuridad se encontraron a uno de los heridos. Un hombre que “parecía estar muy mal”. Entre Abselam y un compañero lo metieron en una pick-up. Mientras, los agentes de la Guardia Civil trataban de resguardar a todos aquellos a los que iban encontrando. “Montamos al herido en el vehículo y salimos corriendo hacia el hospital”, asegura Abselam. Según cuenta, por el camino se cruzaron a la ambulancia. “Esa ambulancia luego se encontraría con la otra pick-up en mitad del acceso al lugar de la explosión”, afirma. Ellos no pararon, se fueron directos al hospital. “Cuando llegué allí me di cuenta de que tenía todo el chaquetón manchado de sangre y barro. Me dolían los ojos, la cabeza y los oídos. Casi me muero allí adentro”, resume lo vivido. Para Abselam fue todo “demasiado repentino”.
Desde el punto de vista del guarda, “hubo muchos fallos”. Abselam cuenta que el primero ocurrió a las 13.00 horas, con la llegada de la dinamita. “Estaba lloviendo mucho y el transporte no pudo llegar hacia abajo. Entonces lo montaron todo en una ‘bulldozer’ y lo bajaron”, dice. Luego, el siguiente punto evitable era la falta de luz. “Aquello estaba muy oscuro, no podían ver bien si el terreno estaba limpio o había algún tipo de objeto que fuera peligroso para lo que estaban haciendo. En el lugar podría haber un mechero, una lata o algo similar que provocara la explosión. No lo podían ver”, lamenta Abselam preguntándose el motivo por el que, a pesar de que el tiempo y la luz no acompañaban, decidieron continuar adelante con la eliminación de los restos. “Quizá lo podrían haber dejado para el día siguiente por la mañana, con algo más de luz. Realmente no lo sé, pero seguro que debían haber tenido más precaución porque algo salió mal”, concluye el hombre mientras recuerda a sus compañeros de fatiga y pena de aquella noche negra. Estaba recogiendo sus cosas para irse
Abselam era vigilante de obra. Ese día había entrado a trabajar a las 7.30 horas. Instantes antes de la explosión había terminado su turno e incluso había llegado su compañero de relevo, pero él decidió esperar que terminaran para que alguno de los trabajadores le llevaran cerca de su casa. Estaba recogiendo sus cosas cuando la onda expansiva le golpeó y le lanzó a unos metros de distancia, chocando contra una casetilla que había en el lugar. Su compañero estaba apagando llamas
El guarda cuenta que “la explosión creó un boquete enorme y en su interior había un puñado de cuerpos tirados por el suelo. Todo estaba oscuro, había fuego por todos los lados y encima sabíamos que había más cajas llenas de explosivos esparcidas por el lugar”. Eso fue lo que vio nada más levantarse tras la explosión. Su compañero estaba con un extintor apagando algunas llamas para evitar otra explosión. Abselam cree que se cometieron errores
En el lugar de los hechos había, según Abselam, 13 personas. Diez de ellas resultaron heridas. Desde el punto de vista de Abselam “lo ocurrido se pudo evitar”. Él insiste en que estaba lloviendo y que la noche era muy cerrada. La falta de luz, y la imposibilidad de inspeccionar el terreno “en condiciones” serían los dos motivos principales que él añade como causantes de aquella catástrofe.

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