Los primeros cuatro alumnos que realizan el programa Erasmus de FP Básica de Ceuta han bajado 135 metros bajo tierra para conocer las minas de sal próximas a Cracovia; visitado el campo de concentración de Auschwitz; incluso han tenido tiempo para deleitar a sus compañeros polacos con las canciones del coplero Antonio Molina.
“Nos han recibido con los brazos abiertos”, reconoce Manuel Maldonado, uno de los dos tutores que han acompañado a Aiman Houmisa, Francisco Javier Pérez (estudiantes de FP de Mantenimiento de Vehículos), y Hakim El Azzouzi y Mohamed Chahboun (de Servicios y Restauración). Todos ellos son alumnos
del IES Almina, y los pioneros en probar la experiencia de este programa de intercambio y convivencia, que tienen que hacer acompañados al ser menores.
Maldonado subraya la importancia de este programa: “Siempre se han hecho estos Erasmus con alumnos de grado medio o superior, ya fuesen de Bachillerato o universitarios. En este caso en concreto, ha sido la primera vez”.
En concreto, y aparte de la visita a lugares emblemáticos o el intercambio intercultural, otro objetivo es el de aplicar los conocimientos aprendidos durante la FP. “Además realizan prácticas. En este caso, los de la FP de Mantenimiento de Vehículos trabajan en un taller que está abierto al público y mientras ellos van terminando de completar su formación. Al igual que los alumnos de Servicios y Restauración, se ha concretado con un local de la ciudad y realizan en él las prácticas”, explica el tutor. La ciudad de Strzyzow, a unos 160 kilómetros al sur de la capital, Cracovia, es el lugar que ha acogido a la expedición de seis personas del programa Erasmus. Este lunes será un día importante para la consecución de los objetivos del propio programa. “Se celebra el día de las Lenguas Modernas y por parte del centro nos han pedido que nuestros alumnos participen de las actividades que tienen organizadas en este instituto, y vamos a disfrutar un día extraordinario en cuanto a unión que es lo que se pretende con estos proyectos: la unión tanto con los alumnos de fuera como entre los nuestros”, anticipa Maldonado.
Aunque el trabajo no finaliza al volver de Polonia, ya que la previsión de los tutores, junto a la del coordinador del programa, Miguel Ángel Lucero, es que a la vuelta los chavales puedan dar “pequeñas charlas” a sus compañeros en las que cuenten su experiencia y los beneficios de este tipo de programas. Tampoco descarta que salgan fuera del centro y compartan la experiencia en otros lugares.
El interés por parte de los jóvenes españoles y polacos es recíproco. “Nuestros alumnos han pedido repetir, volver a las clases con los compañeros polacos”, confiesa Maldonado, quien añade que también están “muy activos” en redes sociales, donde van mostrando las actividades que hacen cada día.