Muchos debates, polémicas, intentos fracasados… hasta que este jueves, 24 de octubre, terminará pasando a la historia de este país después de ejecutarse la salida de los restos del dictador Francisco Franco del Valle de los Caídos. Prácticamente como una operación de Estado. Así se ha tratado este asunto, un paso más en el cumplimiento real y efectivo de una Ley de Memoria Histórica que se cumple en todo el país a regañadientes. Y esto es así porque sigue habiendo vestigios de la época franquista en ciudades dispares, también en Ceuta.
Pero volvamos a Franco. Y al punto y final de su estancia-descanso en el Valle de los Caídos. Una vez se ha llevado a cabo el proceso, desde allí han sido trasladados al cementerio de El Pardo-Mingorrubio para su reinhumación, contando con un amplio dispositivo para el que se han acreditado 500 profesionales de 150 medios de comunicación de todo el mundo. Profesionales controlados incluso por la Guardia Civil, a la que se le ha encomendado la garantía de evitar que haya alguna grabación inoportuna o se produzcan filtraciones de imágenes que la familia Franco no quiere que se capten ni, por tanto, que se difundan.
En el interior de la basílica solo han estado los operarios estrictamente necesarios para extraer la losa que cubre la tumba, de 1.500 kilos, así como un forense, la ministra de Justicia, Dolores Delgado, como notaria mayor del Reino, autoridades el Gobierno en calidad de testigos y 22 familiares del dictador, entre nietos y bisnietos. Han sido precisamente algunos de esos familiares los que, una vez extraído de la fosa, han trasladado el féretro hasta un coche fúnebre que estará situado en la explanada de la basílica para llegar a la explanada donde el helicóptero esperaba para trasladar el féretro al cementerio.
Ya en el cementerio se ha procedido a la reinhumación de los restos del dictador en el panteón donde ya está enterrada su mujer, Carmen Polo, tras lo que se ha celebrado un acto religioso de carácter privado. Se termina así con un símbolo de la historia, desarrollándose un gesto de calado social que sigue teniendo sus detractores. Todo lo que tiene que ver con el dictador, 44 años después de su muerte, sigue levantando ampollas. No solo en este caso, sino con cualquier debate que no escapa a la polémica. Tampoco en Ceuta.
El pasado mes de agosto, el PSOE anunció que instaría a la Asamblea a eliminar cualquier vestigio franquista. Y es que en Ceuta se pueden apreciar en la vía pública escudos y ornamentos con simbología alusiva al dictador que no han sido retirados.
Doce años después de la entrada en vigor de la ley se han producido avances pero no todos los queridos y exigidos por esa misma normativa que conlleva la eliminación de cualquier símbolo o reconocimiento público a un régimen dictatorial. Pero incongruentemente los sigue habiendo.
Hay por ejemplo calles cuya nomenclatura no se ha cambiado, direcciones que albergan placas del Ministerio de la Vivienda (Cruces de los Caídos) y miembros del bando golpista a los que la Ciudad le ha otorgado honores y distinciones que no han sido eliminados. Y de esto nadie habla.
Sí que en cambio hay vestigios que se han eliminado. Los famosos ‘pies de Franco’ en el mirador de San Antonio ya son historia, o la modificación que se hizo en el monumento del Llano Amarillo. Allí, para evitar su demolición, se optó por retirar los símbolos como el escudo falangista con el yugo y las flechas, así como la fecha de 17 de julio de 1936, manteniéndose así el monumento por ser una obra histórica y la figura del águila imperial tallada.
A falta de que la dejadez que hay en nuestra ciudad se subsane y se cumpla con la ley, en Ceuta se permite algo mucho más grave, que fue denunciado por el historiador Francisco Sánchez Montoya. Y es que el dictador figura como alcalde honorario y perpetuo de Ceuta desde 1939.
Contó Sánchez en un artículo publicado en El Faro de Ceuta, cómo tras la toma de Ceuta por parte de las tropas sublevadas en la noche del 17 de julio de 1936, una de las medidas más urgente fue la toma del Ayuntamiento y el cese fulminante de la corporación municipal presidida por el médico Sánchez Prado. Todos fueron detenidos y en su mayoría pasados por las armas.
Tres años después, el 12 de julio de 1939, la gestora de la corporación municipal presidida por Fernando López Canti, acordaron: “El señor alcalde hace uso de la palabra y con exaltadas frases realza la figura de nuestro glorioso caudillo Excmo. Señor General Don Francisco Franco Bahamonde, jefe del Estado Español y Salvador de la nación, y propone que la ciudad de Ceuta se honre contándolo entre sus hijos y el Ayuntamiento tenga el más alto orgullo al nombrarle Alcalde honorario perpetuo. La Corporación, por unanimidad y aclamación y con el mayor entusiasmo, ACORDÓ nombrar al glorioso e invicto caudillo de España, Excmo. Señor Don Francisco Franco Bahamonde hijo adoptivo y predilecto de la ciudad y Alcalde honorario perpetuo, concediéndole así los máximos honores al Salador de España y artífice genial de su victoriosa cruzada: y que este nombramiento le sea notificado en forma solemne. Y para que conste expido el presente que visará el señor don Fernando López Canti, Alcalde Presidente de la Comisión Gestora del Ilustre Ayuntamiento de esta Ciudad, en Ceuta a veintiuno de julio de mil novecientos treinta y nueve”.
A los pocos días se publicó en el boletín oficial de la ciudad: “Esta Comisión, cumpliendo aspiraciones de la Gestora y del vecindario en general, queda asimismo encargada de portar a S.E. el jefe del Estado el pergamino que la ciudad le ofrece reflejando el acuerdo de su nombramiento de Hijo Adoptivo y Predilecto de Ceuta y Alcalde Perpetuo Honorario de su Ayuntamiento”.
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